Título original: Wild Mountain Thyme
Año: 2020
Duración: 102 min.
País: Reino Unido
Dirección: John Patrick Shanley
Guion: John Patrick Shanley
Música: Amelia Warner
Fotografía: Stephen Goldblatt
Reparto: Emily Blunt, Jamie Dornan, Jon Hamm, Christopher Walken
Género: Romance, comedia, drama
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Creo que hoy he visto una película que no es muy buena. Ha sido en los Cines Verdi de Madrid, antiguo compañero de faenas. Admito que iba envuelto en manto de escepticismo, preparado para encontrarme una pastelada no apta para diabéticos. Poco más de hora cuarenta. Se agradece la brevedad, entre tanta peliculilla pretenciosa que trata de compensar la falta de originalidad con exceso de metraje. Además, tenía sueño y estaba de mal humor, porque para llegar tuve que coger el metro. Como toda persona de bien, detesto el metro. Todos los factores conspiraban en contra del canturreo gálico que me proponía la pantalla. Llegué al cine decidido a ser un pésimo espectador.
Se suceden los ciento dos minutos de verdes praderas y vacas pastando. Yo salí de la sala rumiando aún más que las vacas de la peli. No me había convencido. Me levanté de mi rojinegra butaca maquinando los pormenores de mi crítica. Una adaptación regulera, siendo generosos. Los códigos narrativos teatrales a veces se resienten cuando se trasladan al cine. Son cosas que pasan. Además, no estoy seguro de haber entendido bien la historia. Algunos personajes están de adorno. La fotografía es de telefilm sueco… Todo esto, y alguna intolerable muestra de cinismo más, refunfuñaba para mis adentros mientras abandonaba la sala. Estaba decidido, esta película coqueteaba con el suspenso. Así de altivo y estúpido soy a veces.
Cuando puse pie en la calle, marqué rumbo a paso firme (a enfrentarme de nuevo con mi némesis, la boca de metro). Hacía un sol abrasador pero con tintes amables, no era exactamente uno de esos soles cabrones de junio. La calle Bravo Murillo se movía a mi alrededor, con sus supermercados, talleres y bares (uno cada seis metros, más o menos). De repente, me percaté de algo que me humedeció los ojos. Bajo la mascarilla, iba canturreando algo de forma inconsciente. Will ye go, Lassie, go? And we’ll all go together… Era la canción que le daba nombre a la película. Se me había pegado sin darme cuenta. Simplemente mis labios se pusieron a canturrearla, casi en susurros. Entonces comencé a ver cosas que mi yo enfadado con la vida no había querido ver.
Vi a Christopher Walken con la mirada empapada de emociones, un actor como los que ya van quedando pocos. Vi una historia sobre pertenecer a un sitio y a una gente. A dos cisnes negros entrecruzando sus alas en mitad de un mundo que no comprenden. Mis oídos se llenaron de una canción tan hermosa que en sus versos contiene todas las historias que han sido. A un caballo salvaje galopando bajo la lluvia irlandesa. A un pub uniéndose en muy solemne karaoke. Entonces me di cuenta de lo mucho que me alegraba de haberme peleado con el despertador, con las sábanas, con el metro ensardinado y con los soles cabrones de junio, porque me llevaron hasta esta melodía de gente que no comprende, pero que canta.
Creo que hoy he visto una película que no es muy buena, y que me aspen si no mereció la pena.
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Lo mejor: Walken, el Old Mountain Thyme, darme cuenta de lo petardo que soy a veces…
Lo peor: No es una gran película (pero ¿y qué?)
Nota: 7/10