Series que son un buen negocio (XXXIV): ‘Galgos’, todo en familia

Esta es otra de esas historias del intrincado mundo de los negocios. A base de intrigas empresariales y familiares. Todos tenemos claro que en la mayoría de las ocasiones «no es bueno mezclar negocios y familia». Sin embargo, es algo inevitable para los Somarriba, al frente de una empresa de legado familiar, el Grupo Galgo.

La miniserie Galgos (2024) es uno de esos clásicos dramas del género con lazos familiares, negocios, luchas de poder y muchos problemas consecuencia de todo lo anterior.

Esta gran empresa familiar dedicada a la bollería industrial y los dulces, se encuentra en medio de una encrucijada financiera. Los problemas económicos amenazan su sostenibilidad, y como es común en estas situaciones, deriva en disputas y desencuentros familiares que marcan el devenir de la trama. El común de los mortales, teóricamente, aprovecharía las ventajas de tener una posición económica privilegiada. No obstante, como vimos recientemente en Las viudas de los jueves, el dinero y la felicidad son un binomio no tan correlacionado como a priori pueda parecer.

No hay que olvidar que en la mayoría de las empresas familiares suele haber una probabilidad muy alta de que en segunda y tercera generación termine todo por diluirse. En esta ficción, los Somarriba se ven obligados a plantearse medidas drásticas, como un ERE que afecta al 30% de la plantilla. Detrás de los eufemismos técnicos que suelen utilizarse para describir estos ajustes, se vislumbra una lucha por mantener a flote el grupo empresarial.

Oscar Martínez y Adriana Ozores protagonizan la trama (Fotograma: Movistar+)

Otro punto interesante que aporta la serie es la perspectiva del entorno legal y político que sobrevuela con una Ley del Azúcar que complica aún más el panorama. La bollería industrial y el dulce procesado, se consideran el «nuevo tabaco» o «los antidepresivos de la población». Por ello, están en el punto de mira del Gobierno y las directivas de la Unión Europea.

La necesidad de reinventarse y apostar por productos saludables se convierte en una prioridad para lavar la imagen de la empresa y enfrentar los desafíos del mercado actual. Ese desarrollo de producto es otro de los esfuerzos de los hermanos, y de una de las facciones familiares. Hay que modernizar la empresa para salir de esta tempestad que se cierne sobre el grupo y que puede terminar por hundir el barco. Crisis de imagen y otros asuntos peliagudos mediante.

Los roles familiares de los Somarriba que desgrana la serie ponen de manifiesto esas tensiones y luchas de poder. El leitmotiv del argumento. El presidente del grupo recela del cuñado, mientras que la hermana (Adriana Ozores) y sus hijos se perfilan como los herederos naturales. Sin embargo, el marido buscavidas (Oscar Martínez) y una de las hijas, ambiciosa ella, conspiran para destituir al tío de la presidencia y hacerse con el control. Suena todo a Dinastía, Falcon Crest o cualquier otro serial legendario de la era dorada de las telenovelas.

Las ampliaciones de capital y la modernización de la empresa son inevitables, pero indisociables de la clara preocupación de diluir la propiedad de la familia. Al final, como en toda empresa, la herencia y el futuro de la compañía (y la familia) son cuestiones de primer orden. Cadenas de supermercados, banqueros, inversores extranjeros, cada uno de los miembros familiares buscará atraer capital y ayuda para impulsarse a lo más alto. Hay que controlar el grupo y ostentar la tan deseada presidencia.

Muchos líos de familia en esta serie de ‘Galgos’ (Fotograma: Movistar+)

Por muchas comparaciones odiosas con producciones estadounidenses que se puedan establecer y que vienen irremediablemente a la mente, esta serie tiene un carácter muy local. Hasta con algún guiño a La escopeta nacional y al modo de entender las relaciones empresariales y políticas.

Las intrigas y las conspiraciones por hacerse con el poder en la familia cuentan con giros inesperados que mantiene en alerta no sólo a los personajes sino también al espectador. Muy bien producida, con notables interpretaciones por su credibilidad y naturalidad. No hay giros extremadamente retorcidos ni inverosímiles como los que puedan haber en Billions o Sucession. Con lo cual, resulta bastante realista, sin causar el estupor de esos golpes de efecto tan llamativos.

Hay una clara propuesta de unos juegos conspirativos que no parecen descabellados pero a la vez son intrigantes. A lo largo de los episodios hay un incesante tránsito por un terreno minado de puñaladas traperas y escándalos que sacuden los cimientos de la confianza entre los miembros de esta saga familiar.

Básicamente, hay que evitar perder el control de la empresa, por encima de esas tensiones familiares. Como excepción, Adriana Ozores emerge como matriarca con la difícil tarea de mantener el equilibrio entre los lazos de sangre y la supervivencia empresarial. Contra viento y marea, luchará por preservar el legado de su padre, y superar los desafíos que amenazan con desmantelar no sólo Galgo sino a toda la familia.

En resumen, es una buena miniserie que apunta al menos hacia una temporada más. Habrá que ver cómo se terminan de asegurar o resquebrajar las alianzas familiares y los proyectos de cada una de las facciones. Y sobre todo asistir atónitos al desarrollo de la próxima cena familiar…