Rocío y democracia: una historia de censura

Rocío y democracia: una historia de censura

Este 28 de mayo se celebran en España elecciones locales y en algunas comunidades autónomas, regionales. El furor democrático de estos días nos lleva a ver las calles empapeladas de carteles electorales, debates entre candidatos, entrevistas y ciudadanos manifestando su intención de voto. Sin embargo, este año tiene algo de especial para algunas personas, ya que coincide con la peregrinación del Rocío. Se ha visto reflejado en el número elevado de personas que han solicitado el voto por correo en las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla.

Para los no conocedores de esta festividad, en Pentecostés miles de personas se dirigen a la Aldea del Rocío, en el pueblo onubense de Almonte, para procesionar con la Virgen del Rocío durante la noche del domingo. Lo típico es que los peregrinos vayan con sus carriolas, en caballo o andando agrupados en Hermandades. Aparte del aspecto religioso, también la fiesta representa una parte importante de esta peregrinación anual.

Ahora que la democracia parece asentada en nuestro país, conviene recordar el pasado. Rocío y democracia no han sido siempre los mejores compañeros de viaje. Si no, que se lo digan al onubense Fernando Ruiz Vergara.

Rocío, un documental incendiario
Fragmento de 'Rocio' (Ruiz de Vergara, 1980)
Poster de ‘Rocio (Ruiz Vergara, 1980)

En 1980, en los primeros años de la democracia, Ruiz Vergara estrenó un documental sobre la peregrinación del Rocío. Su intención primigenia era tan solo retratar esta costumbre desde una mirada sociológica crítica. Sin embargo, lo que se iba encontrando su guionista Ana Vila mientras investigaba, merecía ser contado.

La cinta abunda en temas como las jerarquías sociales que existen dentro de la misma festividad, las costumbres de un rito popular y la historia del Rocío y las hermandades de peregrinos. En este último, es donde se creó más polémica, sobre todo en la historia contemporánea.

Fragmento de 'Rocio' (Ruiz de Vergara, 1980)
Fragmento de ‘Rocio’ (Ruiz de Vergara, 1980)

Primero, acusó a las Hermandades y a los aristócratas que las controlaban de vender a su población durante la Guerra contra los franceses. En esta, unos ciudadanos de la provincia se rebelaron contra el ocupante galo, lo que resultó en una matanza de los generales que estaban en Almonte. Para evitar ser destruidos, las altas esferas de poder les dijeron a los franceses quienes habían sido los rebeldes. A estos los mataron y la Iglesia dijo que la Virgen del Rocío había obrado un milagro al evitar la destrucción del pueblo.

Segundo, y más reciente, en la obra se habla de su actuación durante la Segunda República y la Guerra Civil. En los primeros años de la década de los 30, dado a la cantidad de movimientos que desafiaban el poder de la Iglesia y los altos estamentos de la sociedad, nacieron un gran número de Hermandades para combatirlos. Por combatir se refieren en el documental a cualquier manera de proteger su puesto preminente en la sociedad.

Según testimonios de antiguos vecinos almonteños, los ricos del pueblo, casi todos relacionados con la Hermandad matriz de forma directa, emborrachaban a los vecinos para que después les diesen palizas a los concejales demócratas. También durante la guerra, organizaban una banda de sicarios falangistas que se encargaron de asesinar a un centenar de personas con sentimientos republicanos o anticlericales.

Censura en democracia
Rocío y democracia: una historia de censura
Fernando Ruiz Vergara

Desde primer momento, el documental tuvo una gran repercusión. Fue ganador del primer Festival de Cine de Sevilla y seleccionado por el Ministerio de Cultura para el Festival de Venecia. Sin embargo, el 23 de febrero de 1981 la familia Reales denunció al director, a la guionista y a Pedro Gómez Clavijo, uno de los vecinos que intervenían en la cinta.

La denuncia venía por las graves acusaciones que veían que se decía sobre su antepasado José María Reales Carrasco, ex-alcalde de Almonte durante la dictadura de Primo de Rivera. En el documental, era señalado como uno de los líderes de la banda que asesinó a cien personas durante la Guerra Civil.

Los jóvenes responsables de la obra, muy influenciados por la explosión de libertad que se experimentó en Portugal tras la Revolución de los Claveles, donde vivieron justo antes de filmar el documental, veían cómo la democracia en su país iba por otros derroteros. Primero, un juzgado de instrucción sevillano prohibió la obra en las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla en abril de 1981. Dos meses después se aplicó a todo el territorio nacional.

Tras la celebración del juicio en 1984, Ruiz Vergara asumió toda responsabilidad de la obra para que absolviesen a su guionista y al vecino. Le condenaron a dos meses de arresto, 50.000 pesetas de multa y a pagar una indemnización de 10 millones de pesetas en calidad de responsabilidad civil. Aparte, se censuraron las partes del documental donde se hablaba de José María Reales.

Memoria histórica

Aun a día de hoy, Rocío no se puede proyectar con las partes censuradas. Aun así, se pueden encontrar con estas en YouTube, gracias sobre todo a la revalorización que ha tenido con los años.

Tal es así que, en 2011, José Luis Tirado realizó un documental, El caso Rocío, sobre la primera película en ser censurada en España tras la entrada de la democracia. En este, se pone en valor Rocío en sentido artístico, con grandes momentos donde, por ejemplo, fusionan la peregrinación de la Virgen del Rocío a Almonte con músicas árabes. También se muestra cómo se realizó y financió el largometraje con apoyo de cooperativas portuguesas.

Sin embargo, el legado de Ruiz Vergara sobre todo sirve como ejercicio de memoria histórica y, como en el documental de Tirado se menciona, para exponer la transición democrática y sus límites marcados por la anterior dictadura.

El onubense, por ser libre y practicarlo, se vio pasando el resto de su vida en su amada Portugal, hasta 2011 cuando falleció. Pese a tener dotes de gran cineasta, no volvió a dirigir nunca ninguna película. Todo por desnudar a la Iglesia y el poder económico que hay alrededor de ella.

«Con el esfuerzo de mis manos, la vida tengo que ganar. También van a servir mis manos para buscar mi libertad»