Una ingesta cantidad de críticas, de todo tipo, se han vertido con el estreno en España de la última película de Alejandro González-Iñárritu, ‘The Revenant’, titulada en castellano ‘El Renacido’. «Película fantástica en el apartado técnico pero eterna en la narrativa«, «cinta terrorífica que supone el enésimo acto de ego y pretenciosidad de Iñárritu» o «una obra de arte de una categoría sublime«, son algunos de los comentarios que la película trae adheridos tras su visionado. Este artículo defiende el tercero de ellos, el de que ‘The Revenant’ es una película formidable y la segunda joya consecutiva en la filmografía de Iñárritu tras ‘Birdman’.
Lo indiscutible primero a la hora de alabar; su apartado técnico. Es muy fácil teniendo al «Chivo» Lubezki otra vez jugando con la fotografía, pero esta vez, el montaje, ese que tanta controversia suturase en ‘Birdman’ con aquel famoso falso plano secuencia, le dan a la película un aura magnética fascinante. En él convergen el acierto que supone dotar de realismo la escena usando luz natural, la masterclass de planos que da Iñárritu (gustoso con el plano secuencia, dinámico con la panorámica de ida y vuelta o brillante con los primeros planos que captan el sufrimiento terrorífico por el que pasa el personaje de DiCaprio), el sonido, a caballo entre lo celestial y lo funerario mezclado con silencios que quitan el habla, o incluso el CGI, con un tratado magnífico del mismo en la escena de acción más esperada de la película.
Ahondando con precisión en el aspecto realizador, el trabajo de Iñárritu es escandaloso. Vestido de Terrence Malick (porque puede y porque se sabe genio y figura), la belleza con la que dota a las secuencias tanto en términos de relieve como en términos de dirección es de fantasía, así como un uso constante del lirismo visual a la hora de enfocar el agua, un bosque, la nieve o a una manada de nativos a caballo. La película es toda una poesía visual de 156 minutos que deja por momentos anonadado. Esto no significa que descuide el apartado argumental, para nada, puesto que la historia tiene un trasfondo emocional, tiene evolución en los personajes, toca géneros con mucha elegancia como el thriller y con mucha intensidad como el drama y tiene mensajes por doquier; un canto a la madre tierra, una mano tendida a los nativos, un abrazo de un padre a su hijo, un homenaje a la fría venganza, etc.
‘The Revenant’ es cine que arriesga, cine que seduce y tienta, que no se desliza en un canon lineal y manido, sino que fluye desde su propio manantial y toma el curso y la corriente que la película misma quiere. Como le pasase a ‘The Tree Of Life’ o al tercer acto de ‘Interstellar’, ‘The Revenant’ pide un salto de fe al lanzar un hilo conector emocional con el espectador, y es probable que si no se siente ese ofrecimiento, la película acabe por no convencer, pero si se logra sentir, se convierte no solo en una película, sino en una experiencia, en un viaje como el de Hugh Glass hacia su venganza a través del medio más ancestral de vida, la supervivencia. Películas así siempre son indispensables, que no necesarias, pues el conglomerado de ellas significaría la pérdida de esencia de filmes así. ‘The Revenant’ quiere ser algo más que cine, y eso siempre debe ser respetable, por no decir loable.
Por último está el elemento Leonardo DiCaprio. Citando al tristemente desaparecido Andrés Montes cuando narraba partidos de los Spurs y tenía la pelota en las manos Robert Horry, Montes soltaba la frase «ese extraño elemento llamado Horry«, aludiendo al factor diferencial que suponía que estuviera en cancha ese jugador. El mismo molde se le puede aplicar a DiCaprio aquí (y en casi todas sus películas). Es el aspecto más remarcable de la cinta y uno de los mejores papeles de su carrera. Su actuación es brutal, firmando un tour de force tremendo y fijando el límite físico a un nivel insano. No solo del esfuerzo corporal se cimenta el éxito de su papel, sino también de la mezcla que forman su contención con la intensidad que imprime a las escenas de acción y de como se carga con carisma y talento la película a las espaldas justo después del clímax junto a Tom Hardy, que está monstruoso como el amoral trampero John Fitzgerald (e incluso se come a DiCaprio en alguna que otra escena compartida).
Porque las obras de arte no están hechas para ser vistas simplemente, sino para ser admiradas, el tiempo que se necesite y en el espacio que haga falta, ‘The Revenant’ es una joya de una calidad inmensa y otro trabajo sensacional de un director que ya forma parte de la élite del gremio. Puede que Iñárritu ni necesite ganar el 28 de febrero alguna estatuilla por su película (excepto el de DiCaprio, que hay ictus general si no sucede); su trabajo habla por sí mismo.