‘Marlowe’, el ‘noir’ de siempre pero peor que nunca

Título original: Marlowe

Año: 2022

Duración: 110 min.

País: Irlanda.

Director: Neil Jordan

Guion: William Monahan (Novela La rubia de ojos negros, John Banville, pseudónimo Benjamin Black)

Música: David Holmes

Fotografía: Xavi Giménez

Reparto: Liam Neeson, Diane Kruger, Jessica Lange, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Alan Cumming, Danny Huston, Ian Hart, Colm Meaney, Daniela Melchior, François Arnaud

Productora: Parallel Film Productions, Hills Productions AIE, Davis Films, H2L Media Group, Nickel City Pictures, Storyboard Media, Aperture Media Partners, Elipsis Capital

Género: Thriller | Intriga | Neo-noir

Ficha en Filmaffinity

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Hay una recordada escena en Friends (1994-2004) en la que Joey (Matt LeBlanc) y Ross (David Schwimmer) prueban una tarta elaborada por Rachel (Jennifer Aniston), cuyo fuerte no es precisamente la cocina. De hecho, a pesar de que su objetivo era hacer un trifle, postre típico en Inglaterra, se equivoca al seguir las instrucciones del libro de recetas y acaba mezclando las páginas dedicadas al trifle con las de un pastel de carne, lo cual da como resultado un mejunje incomible. “¡Sabe a pies!”, exclama Ross, con la cara arrugada como el Fary, tras probarlo. El veredicto de Joey, sin embargo, es diametralmente opuesto: “A mí me gusta: la mermelada me gusta, la nata me gusta, la carne me encanta”.

Para gustos, colores, por supuesto, pero quien acuda al cine a ver Marlowe está avisado: sus ingredientes, por separado, despiertan el apetito, pero es menester tener un paladar poco exigente para disfrutar de su sabor conjunto.

Marlowe rescata la mítica figura del detective privado alumbrado por el escritor norteamericano Raymond Chandler, uno de los padres de la novela negra, con títulos como El sueño eterno (1939), que, de hecho, fue llevado a la gran pantalla de la mano de Howard Hawks en 1946, con el inimitable Humphrey Bogart en el papel del sabueso. Esta nueva adaptación, basada en la novela La rubia de ojos negros (Banville, 2014) se desarrolla precisamente a finales de la década de los treinta, en Los Ángeles. Clare Cavendish (Diane Kruger), heredera de una ex-estrella de cine, Dorothy Quincannon (Jessica Lange), encarga a Marlowe (Liam Neeson) que encuentre a su amante desaparecido, Nico Peterson (François Arnaud). Durante su investigación, el detective se verá envuelto en una red de chantajes, mentiras, secretos y muertes.

Marlowe
Diane Kruger y Liam Neeson, mucho ruido y pocas nueces. (Foto: Diamond Films)

Sorprendía una producción a priori pollaviejista en un contexto cinematográfico que vuela hacia lo transgresor y en el cual, por ejemplo, el salvajismo de Todo a la vez en todas partes (Kwan, Scheinert, 2022) triunfa en los Oscars y Ari Aster acaba de parir un torrente de comedia, terror y posmodernismo en Beau tiene miedo. No obstante, había precedentes que jugaban a favor de la apuesta. Polanski, por ejemplo, ya rescató el género en 1974 con la deliciosa Chinatown. El polaco respetó el ethos del noir, pero aprovechó la ocasión para saldar cuentas pendientes de los filmes clásicos: ahondó en la psicología de los personajes y abordó de forma explícita aspectos sórdidos como la violación y el incesto que la moral puritana de la era dorada impedía tratar a plena luz. Y es precisamente ahí donde Marlowe falla: la película de Neil Jordan navega por los tópicos más evidentes -el sombrero, la femme fatale, el enciclopédico dramatis personae, el misterio inaugural-, pero lo hace sin tacto y sin ningún atisbo de innovación. Por tanto, los atractivos iniciales se quedan cortos para dotar de alma un filme que se pierde en barroquismos y que carece de profundidad semántica.

La narrativa confusa y la cadencia abrupta tejen una trama algo desconcertante y naif que ya comienza con atropello. Neeson, aunque correcto, no logra dotar al detective del savoir faire que rezuma el personaje original, tan sólo un leve eco de tímido cinismo se advierte en su verbo muy de vez en cuando. Pero seguramente no es culpa del actor, sino de un guion que empieza a hacer aguas demasiado pronto. Hay un intento por reciclar la masculinidad tóxica del Marlowe de Chandler y Bogart, pero es insuficiente y poco ingenioso. Tampoco existe química alguna entre Neeson y Kruger.

Al igual que la mala poesía es una sucesión de ripios y versos perentorios, Marlowe se resume en una colección de plot-twists previsibles que conducen al aburrimiento. Se agradecen, eso sí, los guiños intertextuales a novelas y filmes clásicos del género, que sacarán una ligera sonrisa a los adeptos. La película puede que contente, a secas, precisamente a esos nostálgicos y románticos amantes de Bogart, Raymond Chandler y Dashiell Hammett, pero la olvidarán nada más levantarse de la butaca. Qué gran oportunidad perdida.

Lo mejor: Los guiños a otros títulos del género negro.

Lo peor: La narrativa confusa y aburrida, la ausencia de una atmósfera de intriga que haga mantener la atención en la pantalla.

Nota: 4/10