Paco Delgado, diseñador de vestuario de la última película de Kenneth Branagh, Muerte en el Nilo (2022), cuenta las claves de su aportación a la estética de la adaptación de la novela de Agatha Christie.
Nacido en Lanzarote, Paco Delgado ha ganado dos goyas, uno por Blancanieves (Pablo Berger, 2012) y otro por Las brujas de Zugarramurdi (Álex de la Iglesia, 2013), y ha sido nominado a varios premios Óscar y BAFTA, en ambos casos por Los miserables (Tom Hooper, 2012) y por La chica danesa (Tom Hooper, 2016). Puede que gran parte del éxito de una carrera tan distinguida y respetada sea que, tal y como Paco Delgado sugiere, como diseñador tiene siempre en cuenta la opinión de todos los participantes en el proceso de creación del vestuario: “[trabajo] teniendo un diálogo, tanto con los directores, como con los actores e incluso con la gente que trabaja conmigo”, pues tal y como asevera en tono humorístico, no es un “fascista del vestuario”. En este sentido, el diseñador afirma que ha sido fácil trabajar con el cineasta norirlandés “porque sabe lo que quiere” y porque es de esos directores que, en lugar de interferir directamente sobre el diseño final de las prendas, plantea una serie de “conceptos” desde los que partir.
La primera de tales consideraciones establecía que el vestuario, pese a tener que ser de época, tenía que poder “hablar al público contemporáneo”, alejándose del estilo más sobrio y discreto de la versión de Muerte en el Nilo de John Guillermin (1978). En segundo lugar, dado que la novela de Agatha Christie es un “thriller de tipo pasional donde el amor y la pasión son muy importantes», Kenneth Branagh le indicó “que quería ver una sensualidad latente dado que hay una tensión pasional y de amor constante en cada personaje”. Al respecto, Delgado aseguró que tal tarea fue fácil de conseguir dado que Egipto “es un sitio caluroso donde se puede ver la piel, donde vamos a poder ver el sudor, donde el viento hace que se peguen los vestidos a los cuerpos. Todo eso va a crear una sensualidad ya de por sí”. Para llevar a cabo lo previsto, el diseñador lanzaroteño se valió de la psicología de los colores, por lo que el color rojo, símbolo de la pasión y la sangre, fue central para resaltar el tenso triángulo amoroso que hay entre Simon Doyle, la adinerada y hermosa Linnet Ridgeway y su amiga Jacqueline de Bellefort. En el último acto, sin embargo, destaca el color negro, el color por excelencia del luto y de la muerte. Como indica Paco Delgado, en aquella época la mortalidad era muy alta y este tipo de atuendos fúnebres no faltaban en la maleta de cualquier viajero.
Según el diseñador, conocer este tipo de detalles que resaltan el papel cultural y contextual de la ropa han sido cruciales para la elaboración del vestuario de Muerte en el Nilo, por lo que ha realizado una investigación histórica. Estas averiguaciones le han llevado, por ejemplo, a confeccionar un amplio armario para cada personaje dado su elevado estatus social, teniendo en cuenta las necesidades de sociabilización y el tipo de actividades de la época. Por todo ello, se contó con un presupuesto que ronda el millón de euros solamente para vestir a los 14 personajes principales, con un total de 150 cambios de ropa, a lo que hay “que añadir que algunos vestidos (según la escena) hay que hacerlos dobles o triples”. Esta investigación le llevó a estudiar el vestuario de grandes estrellas de Hollywood de la época y a tomar nota de revistas de moda como la Vogue de aquellos años, pues tanto el director como el diseñador convinieron que esas serían las referencias estéticas de las personas de clase alta de la época. Finalmente, Paco Delgado reveló que la personalidad de los actores también influye en el diseño del vestuario de los personajes que interpretan, como indica al hablar del propio Kenneth Branagh o del humorista Británico Russell Brand.
Por todo lo dicho, no parece excesivo pensar en Paco Delgado como un profesional de la moda que parece que disfruta trabajando en la industria cinematográfica para ponerse nuevos retos y para aprender más cada día haciendo verdaderas investigaciones historiográficas, pero siempre teniendo en cuenta la opinión de las personas con las que trabaja.