Hace ya dos años que hablamos en 35 Milímetros de una de las películas mas curiosas, en muchos sentidos, de las que han caído en nuestras manos: Iron Sky. Hoy, hablamos de su secuela, más loca, con menos nazis, y más dinosaurios.
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Segundas partes nunca fueron buenas, dice el dicho, y en el terreno del cine, pocas veces podemos decir que sea erróneo, más aún en las películas de medio o bajo presupuesto, ésas que amamos tanto en esta sección. Sin embargo, hay un factor de vital importancia que puede revertir esta terrible tónica, y es el de la diversión. Cuando un cineasta se divierte con lo que está haciendo, contando lo que desea del modo que desea, ese regocijo se transmite al resto de colaboradores en el film, al reparto, y desde ellos, al público. Puede que el film sólo tenga ideas absurdas, interpretaciones mejorables y efectos de tercera, pero esa sensación de diversión, estará ahí, y sacará más de una sonrisa al espectador desprevenido.
Iron Sky partía con esa premisa, una idea absurda, tanto que fue financiada por micromecenazgo, que por desgracia tenía un desarrollo no tan afortunado. Por suerte, el memorable final dejaba con ganas a los que visualizaban la cinta, así que la noticia de una secuela nos dejó a todos con grandes ganas de más científicos locos y nazis que no saben que lo son.
La espera finalizó este mismo año, con el retorno de la mayor parte del reparto y una lección muy importante más que aprendida: nada del film debía tomarse en serio. El absurdo iba a teñir cada frame de la película, y vaya si lo consiguieron.
La sinopsis continúa décadas después de la primera película, así que dar muchos detalles podría estropear muchas de las sorpresas que depara. La Tierra está devastada, y algunos supervivientes se embarcarán en un viaje al interior del planeta, donde dinosaurios, reptilianos, y fanáticos de Apple se enzarzan en un combate alucinógeno.
Esta película hará las delicias de los fans de Doctor Who, y otros productos de ciencia ficción cómica, además de contar con algunas escenas realmente divertidas. No se trata de un film con grandes pretensiones, al contrario, tiene momentos bastante torpes en cuestiones técnicas y de interpretación, pero las risas compensan todo error.
Resulta irónico pensar que las cualidades que poseen este tipo de películas, son justo lo que las hunden en la crítica profesional, mientras el público se divierte. El desenfado y la academia nunca se han llevado bien. Sin más, os recomiendo, queridos lectores, que reunáis a 5 o 6 amigos, una enorme cantidad de snacks y bebidas, y visionéis esta deliciosa locura.