El nombre de la jiennense Natalia de Molina está sonando este año con bastante fuerza para hacerse con el Goya por Mejor Actriz Protagonista en ‘Techo y Comida’. De ganarlo se sumaría a la Biznaga de Plata a Mejor Actriz del Festival de Málaga y sería su segundo cabezón tras el obtenido por su papel en ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’. Es un momento que refleja una realidad cada vez más asentada en el cine andaluz, la importancia de la mujer en las películas que se viene fortificando durante los últimos años.
De hecho, entre las nominadas en la gala del año pasado había dos andaluzas de las cuatro aspirantes al galardón (Macarena Gómez y María León). El buen momento de nuestras actrices en producciones de dentro y fuera de nuestra comunidad autónoma no es casualidad. Nuestro cine lleva tiempo apostando por personajes femeninos fuertes, interpretados con soltura y maestría, que ponen de relieve el papel de la mujer en nuestra sociedad en primer plano. El más reciente, en cuanto a relevancia y novedad, es el ya citado caso de ‘Techo y Comida’. Natalia de Molina encarna a Rocío, una madre soltera y sin trabajo que sobrevive como puede para poder mantener a su hijo. Un personaje complejo, triste retrato de la sociedad en la que vivimos.
Rocío es la última de una larga lista de personajes femeninos fuertes, protagonistas, complejos y bien trabajados que pululan desde hace años por las pantallas de nuestros cines. Varios directores contribuyen de manera notable a poner de relieve ese papel de la mujer. Entre ellos destacan los sevillanos Benito Zambrano y Paco León. El primero ya destacó el papel de la mujer en su ópera prima, ‘Solas’, un drama social protagonizado por una hija y su madre que se llevó cinco premios de la Academia, entre ellos el de Mejor Actriz de Reparto a María Galiana. Años después, Zambrano volvería a poner de relieve a esos personajes femeninos con en ‘La voz dormida’ , un drama de posguerra que contaba la historia entre dos hermanas y que le valió a María León el Goya a Mejor Actriz Revelación. La madre de María, Carmina Barrios, sería nominada por el homenaje fílmico que le realizó su hijo Paco León en ‘Carmina o Revienta’. La película, y su secuela, nos hablaban de una mujer de barrio, pícara, que defendía lo suyo y a los suyos a toda costa. Una madre que no tenía reparos en ensuciarse las manos.
Al otro lado de la moneda nos encontramos con el papel de hija independiente, trabajadora, responsable de su propia madre. Es el perfil de Nadia de Santiago en ‘Ali’, de Paco Baños. Una chica creada a imagen y semejanza de la juventud de la sociedad actual. Una sociedad muy diferente a la que se encuentra Ana Fernández en ‘La Mari’, película de Jesús Garay que retrata esa inmigración andaluza a la Cataluña de los años setenta. Tiempos diferentes, mujeres diferentes, pero con la misma fuerza dramática y representatividad.
Esta representación de la mujer en el cine no es, obviamente, sólo cosa de hombres. Como es lógico las directoras también tienen mucho que decir sobre su propio género y la pantalla de cine es el recipiente perfecto para lanzar sus mensajes y visiones del mundo, como refleja la filmografía de la granadina Chus Gutiérrez, en la que la mujer es siempre parte importante de las historias que cuenta.
Este año nos hemos encontrado un tributo al mundo de Lorca en ‘La Novia’, una película tremendamente femenina y rompedora en cuanto a sus formas que adapta las ‘Bodas de Sangre’. La directora Paula Ortiz utiliza el universo Lorquiano, tan prolífico en mujeres de magnitud, para deleitar al espectador con un espectáculo visual al servicio de las fastuosas interpretaciones de un ejército de mujeres de nuestra tierra.
Todas ella son sólo una muestra, una pequeña porción de una tarta cada vez más grande en la que el nombre de la mujer está escrito en mayúsculas. Andalucía le debe mucho a sus hijas, sus hermanas y sobretodo, a sus madres. El cine nunca debe deja de hecho este lado y todo apunta a que seguimos en el buen camino para darle a la mujer ese papel que merece.