Jordan

La leyenda, doble cara de una misma moneda

Estos meses pandemoniosos han servido para descubrir y redescubrir distintos intereses. Desde aprender a hacer pan para rellenar el hueco diario del postureo instagramil hasta montar gimnasios caseros para que la cuarentena pase menos factura. Y si sencillamente no te has apuntado a ninguna de estas actividades, no te preocupes, igual pronto vuelve a haber una nueva oportunidad. No te sientas en absoluto culpable por haber recorrido el catálogo de tu plataforma de contenido favorita una y otra vez. Yo también lo he hecho, no sólo con una sino con varias para, al final, volver a ver Goofy e hijo.

Sin embargo, la oferta de nuevos contenidos me ha permitido volver a acercarme a uno de esos intereses que observaba desde la lejanía. Quizá la ausencia del deporte haya provocado una desmesurada pasión por esta serie, pero lo cierto es que he disfrutado muchísimo El último baile, un documental que recorre la consecución del sexto anillo por parte de los Chicago Bulls comandados por la leyenda Michael Jordan. Desde esta premisa, la serie realiza una retrospectiva sobre la construcción del equipo a partir de su gran figura, las tensiones ocasionadas y las consecuencias del triunfo.

Aunque su narración no terminó de convencerme, ya que presenta evidentes lagunas a la hora de “dejar de lado” según qué aspectos del relato, su historia me cautivó por completo. Me devolvió a ese amor casi irracional que siento hacia la NBA en particular, como símbolo de preservación de una historia que, en general, pueden manejar a su antojo.

Cercanía e información

En los últimos años, han sido varios los documentales realizados sobre diversos aspectos del fútbol. Ya sea recorriendo ligas, equipos o incluso jugadores, estas producciones han tratado de acercar la pasión del deporte a su público en un espectro más humano. El principal problema es precisamente eso, la evidente muestra de ser una intentona vacía hecha más por la promoción que por el puro interés en el fútbol. Y es totalmente comprensible, desde luego no buscan ser el pináculo del género, sino un producto de entretenimiento básico que complementen a estas figuras. Todos ganan.

Leyenda

El último baile no es la excepción. Por muchos recovecos que deseen recorrer, aderezado con revelaciones “polémicas” sobre la figura de MJ, lo cierto es que nada se aleja de la sobreinformación que conocemos día a día. Vivimos en un panorama de comunicación sobre el deporte (en España la palabra deporte se sustituye por fútbol) en el que creemos verdaderamente que El Chiringuito de Jugones es una fuente de verdadera información, algo que incluso está apoyado por los mismos clubes. Aun así, con la enorme cantidad de amarillismo y sensacionalismo que poseen estos discursos, su relato no se acerca ni por asomo a la épica de la NBA.

La nueva mitología

Siguiendo la narrativa estadounidense, sustentada principalmente en las producciones hollywodienses, El último baile presenta a todos sus personajes casi como si de gloriosos héroes se tratasen, capaces de lograr hazañas inconmensurables en los últimos minutos del encuentro, de conseguir el record de victorias en una temporada regular o, sin ir más lejos, de convertirse en el equipo más exitoso de toda su historia. Todos estos logros que se leen sin demasiada importancia, en la serie poseen un tratamiento que trasciende la contemplación que tenemos sobre este deporte. Esto se extiende a aquellas conversaciones o debates sobre “los Celtics de Bird” o los “Bad boys” de Detroit, nombres que adquieren el estatus de leyenda al preceder una narración de gran calado.

Es sumamente significativo como el fútbol, entendido como deporte general, no logra preservar su historia con la majestuosidad de la mayor competición de baloncesto mundial. Es algo que se extiende por décadas y que ahora, en este entorno de gran oferta en entretenimiento, donde realidad y ficción se retroalimentan, se hace aún más certero.