Hace unos años descubrí este concepto de «la erótica del poder» en los súper héroes nacidos en la industria del cómic.
Algunos expertos afirmaban, que se encontraba algo de erotismo en el poder sobrenatural de estos personajes. Así, se justificaba una de las muchas razones por las que esta industria tuvo popularidad en su momento. También hoy podemos ver como estos personajes siguen sexualizados en el cine.
No sólo en los héroes, también en los villanos había un aura que los envolvía. Una especie de atracción por sus actos y capacidades se manifestaba a nivel físico. Tanto su anatomía como su vestimenta y caracterización hacían de estos personajes carne de merchandising.
El público veía algo en ellos en donde se podían sentir identificados. En la lejanía de sus altas capacidades, el público mostraba así su complejo de inferioridad ante estos seres sobrenaturales al mismo tiempo que los adoraban.
En La casa de papel ocurre algo curioso entorno a este concepto. Todos sabemos que los protagonistas; El profesor (Álvaro Morte), Tokio (Úrsula Corberó), Denver (…) Berlín (….)…etc, no son superhéroes. Son todo lo contrario. Personas que de una forma u otra han tenido una vida miserable y lo que buscan es una escapatoria a través del dinero.
La serie no nos cuenta nada nuevo, sin embargo ha triunfado por todo el mundo siendo la serie española más exitosa de los últimos años y posiblemente de la historia. Esto se debe en gran parte al carisma de sus personajes. Un gran porcentaje de los espectadores les atrae uno o dos ladrones de la Fábrica de Moneda y Timbre.
¿Qué tienen Berlín, Tokio, Río…que atrae tanto? En la serie los rehenes funcionan como espectadores del robo en un primer término. Tienen el mismo papel que nosotros. De forma gradual tanto los rehenes como el espectador va sufriendo el Síndrome de Estocolmo y nos vamos enamorando de los personajes, y lo que es aún mejor, nos excitan.
Este es el punto donde quiero llegar. El espectador es el rehén. Primero se asusta ante la incertidumbre, lo desconocido. Luego va comprendiendo el motivo del robo, y seguidamente va empatizando con las personas detrás de la máscara.
La conexión se produce finalmente por la empatía. Porque «yo también lo haría». Tan simple como eso. Personas sin ningún poder sobrenatural están logrando algo coherente en contra del sistema social. Tal y como afirma El Profesor <<la gente siempre apoya al más débil>> ¿Y qué hay más débil que la carne?
La debilidad mezclada con físicos acordes a los ideales de belleza contemporáneos, es una bomba explosiva para nuestro líbido. Vemos ahí una belleza cercana. Gente normal que lo único que quiere es la libertad. Nosotros (espectadores) al igual que los rehenes no somos libres, o al menos no nos sentimos así.
Probablemente jamás seríamos capaces de armar un plan para ser libres, nos adaptamos como corderos a un sistema que ya estaba antes de nacer nosotros. Por eso, estos personajes y cualquier persona que se sienta y quiera sentirse libre atrae. Por ser lo contrario a lo común en una sociedad donde se expulsa lo distinto.
La estética de la serie comprende este erotismo del carisma de sus personajes, por ello el color rojo es una constante. El rojo culturalmente se relaciona con la pasión, y es evidente que en un encierro de tantas horas se alteran las pasiones. Esto ocurre dentro de la Fábrica de Moneda y Timbre. En cuestión de horas se producen situaciones, que en circunstancias normales, no se darían o tardarían meses/años.
En varias escenas de la serie aparece el sexo como mecanismo para sentirse libre. Para escapar de la pesadilla sin salir del sitio en el que se encuentran, incluso a modo de supervivencia (por ejemplo el personaje de Arianna con Berlín en la 1ª temporada).
Todos los personajes principales de La casa de papel, en cada temporada, hacen mención de alguna manera u otra al sexo. Esto da naturalidad con respecto al espectador haciendo así que conectemos con un tema tabú de forma fluida y apoyando así a ladrones que no hacen más que justificarse así mismos.
Recordemos que varios de ellos a parte de ladrones son asesinos, y sin embargo, nos sentimos atraídos por ellos.
Las edades de cada personaje también son vitales para abarcar a todo tipo de público, tanto adolescente como adulto. El Profesor diría que lo que nos une a los seres humanos es el dinero. En este artículo he querido reflexionar de manera breve, que eso no es del todo cierto.
Hay algo natural que se relaciona con la pasión y eso es el sexo. Una herramienta para seducir a través de la alteración de las pasiones, algo que sin duda todos tenemos en nuestras fantasías donde se encuentra las ganas infinitas de ser libres. Como ese mundo onírico y surrealista donde se encuentra el artista Salvador Dalí, nombre del rostro que todos llevan en la careta.
Las conversaciones eróticas o sexuales que se plantean en varias escenas no son por casualidad. Es una forma que tiene la serie de seducirnos, al igual que han hecho los ladrones con varios de los rehenes.
Somos la presa de La casa de papel y lo hemos sido durante cuatro temporadas. Somos como ellos y ellos como nosotros, seres que añoran sentirse libres. Cuando lo conseguimos tenemos todo el poder del mundo, y el poder querido lector atrae, excita, libera.