Godzilla: Minus One
Imagen promocional de 'Godzilla: Minus One' (Yamazaki, 2023)

‘Godzilla: Minus One’, larga vida al rey

Título originalGojira -1.0

Año – 2023

Duración – 125 minutos

País – Japón

Dirección – Takashi Yamazaki

Guion – Takashi Yamazaki

Reparto – Rynosuke Kamiki, Minami Hamabe, Yuki Yamada, Munetaka Aoki, Hidetaka Yoshioka, Sakura Ando, Kuranosuke Sasaki

Música – Naoki Sato

Fotografía – Kozo Shibasaki

Compañía – Robot Communications Inc., Toho

Género – fantástico, acción, drama

Ficha en FilmAffinity

A todos nos ha pillado de sopresa. Empezamos a escuchar desde la prensa estadounidense que en Japón se había estrenado una película de Godzilla para celebrar el 70 aniversario de la original y que era buenísima. Sin esperarlo, llega a cines de Estados Unidos y todo el mundo sale maravillado. Acto seguido, se lanza en España casi sin promoción y sin que nos demos cuenta. Un poco como el espíritu imprevisible del más importante kaiju.

De hecho, en los últimos años no estamos faltos del rey de los monstruos. Warner Bros inició su monster-verse en 2014 justo con Godzilla y, desde entonces, lo hemos visto como protagonista en tres películas -si contamos también en la que comparte plantel con Kong-. Personalmente, son un placer culpable, ya que el único atractivo que tienen es el de ver unos bichos gigantescos peleando entre ellos y desatando el caos. Un poco traicionando a lo que fue el origen del personaje. Ya lo decía Stanislaw Lem : «la ciencia ficción anglosajona es a las auténticas inquietudes científicas, filosóficas o teológicas lo que la pornografía respecto al amor«.

La primera vez que se vio en el país del sol naciente al monstruo fue un impacto. Era 1954 y Japón acababa de perder la Segunda Guerra Mundial, habiendo recibido la explosión de dos bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki. La moral de la población estaba por los suelos, con lo importante que es para la cultura nipona el honor. Y, en su momento más vulnerable, Ishiro Honda apela a esta situación para generar el doble de terror en el estreno de la película original de Godzilla. Realmente, esta se centra mucho más en la población y el miedo desatado que en el propio kaiju.

El espíritu dolido de Japón se representa en la cinta a través del personaje de Serizawa (Akihiro Hirata). Este es un científico colaboracionista con los nazis -¡con un parche en el ojo muy chulo!-, que se vuelve un obsesivo con su trabajo al nivel de desatender a su enamorada, que tiene otro amante. El doctor se siente fuera del mundo, pero descubre una forma en la que se podría matar a un monstruo como Godzilla, pero que si cayese en las manos equivocadas podría devenir en una nueva tragedia. Ante esto, decide sacrificar su vida para no contar cómo se desarrolla este artefacto y permitir que su amada sea feliz con tal de eliminar al terror de Japón. Poético.

Godzilla: Minus One entiende a la perfección la película original y, en vez de optar por el puro entretenimiento, consigue un producto que sabe a la perfección moverse tanto en lo íntimo como en lo enorme del propio monstruo.

La historia se centra en Shikishima (Rynosuke Kamiki), un piloto kamikaze que en el momento de la verdad se acobardó de realizar su labor suicida durante la Segunda Guerra Mundial. Su excusa fue que la avioneta tenía problemas técnicos, lo que hizo que recalase en la Isla de Odo, donde tiene su primer y sanguinario encuentro con Godzilla. Posteriormente vuelve a su ciudad, destruida por las bombas norteamericanas, donde se le trata como un apestado por su deshonra. Aquí conoce a Noriko (Minami Hamabe), que ha acogido a un bebe pequeño abandonado, por lo que decide hacerse cargo de ellas, sin llegarles a decir nunca su papel en la guerra. Empieza a trabajar como desactivador de bombas marinas, donde tiene otro encuentro con un Godzilla que se prepara para atacar Japón.

Así, a través de Shikishima, que declara muchas veces que para él «la guerra no ha acabado«, percibimos todo el sentimiento de un país donde el honor es lo más importante, donde la derrota es una humillación como ninguna otra. Vemos esa profundidad tanto en él como en sus compañeros de trabajo, también veteranos o jóvenes que querían haber participado para evitar el funesto resultado. La psicología de estos personajes, en verdad de Japón, nos recuerda a la mente de los amigos que protagonizan El cazador (Cimino, 1978), que ninguno de ellos volvió tal como era antes de la guerra de Vietnam. Es el Serizawa de la película de Honda.

De este modo, cuando se suceden los encuentros con Godzilla, la cámara es consecuente y no nos muestra al monstruo reventando todo lo que se le ponga por delante. Lo importante son las personas y sus reacciones a este. Así, casi siempre vemos al kaiju desde el ras de suelo, lo que le confiere un aire terrorífico por su dimensión, que no pasaba en las películas de Warner. Nunca hemos visto un Godzilla que haga sentir tan pequeño al espectador y que de una sensación de vulnerabilidad mayor que este, en sus momentos  de mayor tensión recordando a Tiburón (Spielberg, 1975). Pero, sobre todo -hay que decirlo- con un presupuesto tan bajo. Porque, según estimaciones, se habrían gastado tan solo 16 millones de dólares y se ve mejor que muchos de los mega-blockbusters de 100 millones de Hollywood.

Incluso la forma de afrontar al monstruo entra dentro de la lógica de la propia cinta. Frente a la burocrática y estatista propuesta de Shin Godzilla (Anno, Higuchi, 2016), esta se desarrolla desde la colectividad, entre unos cuantos excombatientes y científicos al margen del gobierno, más centrado en el juego geopolítico que en salvaguardar a sus ciudadanos. Desde abajo -pueblo-, hasta arriba -Godzilla-.

Como conjunto, Godzilla: Minus One se sitúa casi a la par que la original -a la que se le guarda también un especial cariño por su artesania- y, salvo un epílogo innecesario, sorprende en casi todos sus aspectos, resultando estimulante, viva, humana y, sobre todo, refrescante en un panorama blockbuster con las recetas caducadas desde hace tiempo. Lastima que se haya estrenado tan tarde, porque habría entrado en los tops del año de muchas personas.

Nota: 8.5/10

Lo mejor: el enfoque humano y psicológico de un país deprimido frente a la amenaza del más temible Godzilla nunca visto en pantalla

Lo peor: un epílogo innecesario

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