‘El practicante’. Mario Casas, el eterno Di Caprio.

Desde hace años Mario Casas ha derivado su carrera en papeles que se alejan del estereotipo juvenil que tanto le hizo triunfar.

Muy de agradecer, el actor se ha convertido poco a poco en un papel psicológico complejo constante. Sus años donde se embadurnaba con aires de Federico Moccia ya no existen. Ese público que adoraba más su relación con María Valverde que hacer un análisis crítico de sus personajes, ahora disfrutan del hermano pequeño de los Casas.

El practicante (Carles Torras, 2020), es otro ejemplo del buen estado interpretativo que goza Mario desde hace años.

Contratiempo (2016), Bajo la piel del lobo (2017), El fotógrafo de Mauthausen (2018), Adiós y Hogar (2019), No matarás (2020), son las últimas cintas donde el actor gallego deja sello de papeles para un público un poco más exigente.

Mario Casas en El fotógrafo de Mathausen
Mario Casas en El fotógrafo de Mathausen

La transformación contante física y psicológica del actor deja claro su compromiso con la profesión. Algo, que siempre se dudó con la excusa de una moda pasajera de un actor joven representante del sex simbol español.

Los que siguen al actor, son conscientes de su constante transformación hacia un personaje que le dará de una vez por todas el Goya.

Nunca ha sido nominado por la Academia. Quizás por prejuicios de su época para adolescentes o por su «nula capacidad de interpretación» afirmado por muchos.

Desde un pagafantas, hasta un hipster, pasando por un preso de los nazis o de un psicópata que no deja a su pareja…parece que todo es posible para Mario que no deja de crecer en su profesión. Un mundo, en el que lo que está de moda se premia. Y lo que está de moda es lo que prima en la televisión y en las redes sociales.

Y Mario, desde hace mucho tiempo, no está de moda. Y esa es la buena noticia. Ya no forma parte de la parafernalia de lo efímero. Avanza en pasos pequeños para papeles grandes. Preparándose para lo que viene. Para un futuro papel que le dará el reconocimiento que merece.

Netflix ya ha producido tres películas con él. Y lo seguirá haciendo para apostar por un cine de autor, arriesgado, que eche a patadas lo comercial.