Cuenta atrás para Hollywood: The Hateful Eight (2015)

En noviembre de 2013, once meses después del estreno de la película más taquillera de su filmografía, Django Unchained, Quentin Tarantino anuncia la realización de su nuevo film: Los Odiosos Ocho, la historia de ocho desconocidos encerrados en La Mercería de Minnie debido a una ventisca. Uno de los odiosos, John Ruth ‘The Hangman’, lleva consigo una prisionera, Daisy Domergue, con una recompensa tan alta por su cabeza, que derivará en la sospecha de todos los presentes entre cuáles de ellos están fingiendo ser quienes no son con el fin de liberarla.

El guión, originalmente, era una secuela directa de su anterior película y llevaba el título de Django in White Hell. Tarantino decidió desechar la idea para que la audiencia conjutara teorías sobre quién era el responsable y no tomara parte por un personaje «bueno». Al fin y al cabo, nadie sospecharía que Django era el culpable y se centrarían más en su figura dada la empatía con Django Desencadenado. En su lugar, el director moldea otro personaje: Major Marquis Warren, un cazarrecompensas negro (interpretado por Samuel L. Jackson), veterano unionista de la Guerra Civil estadounidense a la deriva en la ventisca de las montañas de Wyoming.

Desafortunadamente, el libreto es filtrado en Internet en enero de 2014 y Tarantino, frustrado, decide cancelar la producción de la película y convertirla en una novela. Una lectura de guión en abril del mismo año, con los actores seleccionados por la historia, acaba convenciendo al de Tennessee para retomar el proyecto y definitivamente decide rodarlo.

The Hateful Eight es un clásico whodunit (trama del género policíaco en la que un enigma es el eje central de la trama), entremezclado con el misterio y suspense de Agatha Christie, los diálogos de las novelas de Elmore Leonard, un halo de madurez fordiano y la estética serie B del spaghetti western.

Las condiciones meteorológicas reflejadas en la película son fidedígneas, con el equipo inmerso en una ventisca real.

Además, Tarantino decide ir un poco más allá en lo técnico y exige rodarla en Panavision 65mm, proyectarla en 70mm y diseñar un roadshow. Los roadshows eran eventos cinematográficos únicos de la década de los cincuenta y sesenta, donde la gente se vestía de gala para acudir a la proyección de una cinta como si de una ópera se tratara. Los films tenían un programa propio como en el teatro y eran rodadas en el superformato 70mm.

La proyección en cuestión solía contar con diez minutos adicionales respecto a la versión de las salas convencionales y contaban con un intermedio para tomar un refrigerio, ir al baño y charlar en el hall con el resto de asistentes sobre qué les estaba pareciendo la película. Los géneros prediectos de estos roadshow eran el histórico o el bélico y en este formato se estrenaron títulos tan destacados como Ben-Hur, The Bridge on the River Kwai, West Side Story, El Cid, Lawrence de Arabia o Doctor Zhivago.

Mención gratamente especial merece la participación de Ennio Morricone en el apartado musical, que se alza con el Óscar a Mejor Banda Sonora en 2013. Tarantino consigue por fin convencer al italiano y éste compone dieciséis piezas exclusivas para la cinta, convirtiéndose en el primer soundtrack del director en ser íntegramente una banda sonora compuesta original para la película. El disco es completado por tres canciones seleccionadas por Tarantino, varios extractos de los diálogos del film y el reciclaje de dos composiciones de Morricone para The Thing y Exorcist II: The Heretic.

El compositor italiano consigue ser un personaje más de la película a través de sus composiciones. Los timbres agudos y los instrumentos de cuerda son los recursos musicales con los que Morricone simula la violenta ventisca que rodea la mercería y el frío polar que hiela a los personajes, con tal acierto que, con sólo escuchar unos segundos de pieza, nos trasportamos al paisaje blanco de Wyoming, haciéndonos sentir las bajas temperaturas que sufren los odiosos ocho.

Los Odiosos Ocho podría resumirse como la suma de tres películas: Reservoir Dogs (ópera prima del director), Il Grande Silenzio (un spaghetti western  atípico obra de Sergio Corbucci que sucede en una ventisca) y Stagecoach (la primera gran obra maestra del Oeste, dirigida por John Ford). El estilo visual de la cinta se basa en la sensación de amplitud durante los primeros minutos en las vistas del extenso Wyoming nevado, para luego encerrarnos en una cabaña de madera hasta su catártico desenlace.

Probablemente se trate del film de Tarantino en el que más se explota su fuerte literario (el diálogo), lo que no repele que el director meza con tesón el suspense hitchcockiano, la violencia desmedida y surrealista tan marcada en su carácter artístico y la ruptura espacio-temporal del eje de la historia, concluyendo en un relato claustrofóbico, tenso y sorprendentemente entretenido, en el que asienta su reconocido estilo en esta tercera etapa de madurez de su carrera, sobresaliendo en el manejo de las claves del suspense, las relaciones amistad y enemistad de sus personajes y su consagración no sólo como escritor, sino, en definitiva, como excelentísimo narrador visual.

 

Nota: 8.5

Presupuesto: 44.000.000 $

Recaudación: 155.800.000 $ (Mundial)

Escena icónica: El relato del mayor Marquis Warren al general Sandy Smithers sobre cómo sodomizó y asesinó a su hijo.

Una frase: “When it comes to some of them mean bastards out there, it’s the only thing does the job. You really only need to hang mean bastards. But mean bastards, you need to hang.