Cuenta atrás para Hollywood: Kill Bill Vol. I (2003)

collage sust. masc. (tercera acepción): Obra literaria, musical o de otra índole que combina elementos de diversa procedencia.

Tarantino abandona los noventa y con ello los gruesos de historias relativas a gángsteres. Ha trascendido su etapa Scorsese y se dirige a la fundamentación definitiva de su estilo personal. La receta que seguirá para su gran obra maestra es, primero, tomarse seis años para escribirla, aunque es una historia que le ronda la cabeza desde Pulp Fiction (y así lo deja ver en Jack Rabbit Slim’s cuando Mia Wallace relata el episodio piloto que rodó, que resulta ser la sinopsis de Kill Bill).

Su segundo paso es cimentar la base de su mágnum opus en dos conceptos: el todo vale y el todo me vale.

El todo vale, es decir, va a obviar ciertas reglas de la lógica normativa de la ficción: La Novia vuela en saltos imposibles, elimina a 88 maníacos armados con katanas ella sola, la sangre durante toda la cinta se dispara como si fuera un aspersor, etcétera…

El todo me vale, es decir, pienso tomar referencias, homenajes y en severas ocasiones copiar directamente de todo el cine que se ha hecho hasta el momento. Este concepto ya lo había practicado en sus anteriores tres películas, sí, pero en Kill Bill (sobre todo el Volumen I) va a llevarlo a otro nivel.

Kill Bill Vol I
‘Lady Snowblood’ es una de las películas pilares sobre los que se sustenta Kill Bill.

La película es un tornado de sangre, tempo melódico y bizarrismo en su más puro esplendor. En el caldero, Tarantino arroja un buen puñado de cine wuxia hongkonés, tres cuartos de spaghetti western, medio bote de cine de kárate, kung-fu y judo y una pizca de cine de acción americano. El resultado es un guión de 207 páginas que relata el camino de venganza de una novia que es dejada en coma tras una masacre el día de su boda. El proyecto es tan grande que el infame Harvey Weinstein le sugiere dividirlo en dos (su argumento era que nadie aguantaría una película de artes marciales durante cuatro horas en una sala de cine), quedando así los famosos dos volúmenes para la posteridad.

Kill Bill Vol. I es una carta de amor a todos los géneros habidos y por haber en la niñez de Tarantino. Es la obra más caricaturesca, extravagante y violenta de toda su filmografia hasta Django Desencadenado. Deja para la posteridad una de las mejores escenas de acción de la historia del cine con La Novia peleando al más puro estilo wuxia con los 88 Maníacos en la Casa de las Hojas Azules. La banda sonora mezcla, sin ningún pudor, temas de Ennio Morricone y Luis Bacalov con composiciones de rap afroamericano de RZA y sonidos característicos del cine oriental de los setenta: es como estar escuchando la BSO de un cómic desvergonzado.

Así como Kill Bill Vol. I es todo sangre, rabia, violencia (en ocasiones injustificada) y caos – wuxia, en definitiva – Kill Bill Volumen II ejercerá de perfecto Yang como mitad complementaria y se integrará en un marco más cercano al spaghetti western, incluyendo su pausa, concentración y tempo, sin dejar de lado rasgos del cine chino y japonés como el estudio psicológico del dolor de la venganza. El volumen I es cuerpo y el II es mente. Y funcionan en un perfecto equilibrio consciente de sí mismo.

Nota: 9

Presupuesto: 30.000.000 $

Recaudación: 180.900.000 $ (Mundial)

Escena icónica: El comienzo de Bill limpiando la sangre de La Novia con su pañuelo y disparándole a la cabeza.

Una frase: “Silly Caucasian girl likes to play with Samurai swords.

https://www.youtube.com/watch?v=nUbiIWloLGI