Título original: Chronique d’une liaison passagère
Año: 2023
Duración: 100 min.
País: Francia
Dirección: Emmanuel Mouret
Guion: Emmanuel Mouret, Pierre Giraud
Fotografía: Laurent Desmet
Reparto: Sandrine Kiberlain, Vincent Macaigne, Georgia Scalliet, Maxence Tual, Stéphane Mercoyrol
Productora: Moby Dick Films
Género: romance, comedia romántica
Ficha completa en FilmAffinity
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Un paréntesis que se abre de manera fortuita y que de igual forma está destinado a cerrarse. Así le gusta describir a Simon la relación -o mejor dicho contrato- que ha establecido con la hipnótica Charlotte en Crónica de un amor efímero. Emmanuel Mouret vuelve a demostrar que posee una sensibilidad especial a la hora de plasmar las relaciones sentimentales de un mundo contemporáneo. Una disección que selecciona los momentos más íntimos de una aventura extramatrimonial. Así es el relato que el realizador francés añade a su universo cinematográfico y que sigue la particular estela que dejó con Las cosas que decimos, las cosas que hacemos (2019).
Simon y Charlotte solo se habían visto en una ocasión cuando se reencuentran en un bar abarrotado de gente. A pesar de ello, la energía entre los dos está clara, se atraen, se gustan. Solo existe un pequeño problema -o realmente no-, Simon está casado. Se inicia entonces una inesperada aventura en la que las reglas del juego parecen estar muy claras para las partes implicadas. Dejar atrás las exigencias que encierra el compromiso o la repulsión hacia los impulsos pasionales son solo algunas de ellas. Ahora bien, ¿no es el amor una fuerza mutable, que no sigue reglas ni sentencias invariables? Mouret intenta en un admirable ejercicio de dialéctica reflexionar sobre esto mismo, recogiendo la evolución de la relación entre Simon y Charlotte a través de secuencias casi anecdóticas de los encuentros entre ambos.
«Nos gusta conversar tanto como hacer el amor», afirma la pareja. Y no es para menos porque lo que define indudablemente a Crónica de un amor efímero es el diseño de unos diálogos sutiles y ágiles que embarcan al espectador en un ejercicio personal de reflexión sobre el amor. Emmanuel Mouret y Pierre Giraut ofrecen una perspectiva casi ensayística sobre las relaciones amorosas. Una perorata que roza casi lo filosófico y peca en varias ocasiones de adquirir un tono ligeramente moralista. No obstante, el inteligente sentido del humor que ofrecen Charlotte y Simon es lo único que salva a sus conversaciones de caer en un discurso fatigoso.
Si bien destaca su propuesta narrativa, Mouret también demuestra que una realización sencilla y sutil es la herramienta más efectiva para reforzar el poder de la palabra. La cámara siempre está en el lugar adecuado y acompaña a los personajes en una pausada coreografía en espacios bien elegidos. Sandrine Kiberlain y Vincent Macaigne realizan un ejercicio interpretativo reseñable e intercambian una complicidad mutua que atrapa. La autoridad moral de algunos de sus discursos puede provocar una leve falta de empatía. No obstante, aflora en los momentos correctos una torpeza emocional con la que muchos nos podemos sentir identificados.
Actualmente es difícil encontrar una cinta romántica que no recaiga en los mismos mecanismos y fórmulas desgastadas que sobreexplotan de forma ineficaz las relaciones sentimentales. En un momento en el que las plataformas nos han malacostumbrado a un modelo de relato amoroso muy concreto, Emmanuel consigue romper con la norma. En su propuesta retumban unos ecos woodyallenianos que combinan el humor francés refinado con una puesta en escena que rinde homenaje a lo mejor de Rohmer. Charlotte y Simon pasean en un decorado de Cuento de primavera y conversan como Annie y Elvy en Annie Hall (Allen, 1977).
Crónica de un amor efímero puede resultar agotadora y fascinante a partes iguales, pero es innegable que tiene algo especial que la hace destacar frente a sus semejantes. Es difícil descifrar si el amor de Charlotte y Simon se enmarca en un mero paréntesis, pero merece la pena adentrarse en su contenido.
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Lo mejor: un ejercicio dialéctico perfectamente ejecutado con un toque justo de humor francés. La complicidad entre Sandrine Kiberlain y Vincent Macaigne.
Lo peor: sus diálogos pueden rozar lo moralista y resultar ligeramente agotadores.
Nota: 7,5/10