Título original: Judy
Año: 2019
Duración: 118 min.
País: Reino Unido
Dirección: Rupert Goold
Guion: Tom Edge
Música: Gabriel Yared
Fotografía: Ole Bratt Birkeland
Reparto: Renée Zellweger, Jessie Buckley, Rufus Sewell, Finn Wittrock, Michael Gambon, Bella Ramsey, John Dagleish, Gemma Leah Devereux, Gaia Weiss, Andy Nyman, Fenella Woolgar, Phil Dunster, Julian Ferro, Royce Pierreson, Lucy Russell, Philippe Spall, Kate Margo
Productora: BBC Films / Calamity Films / Pathé / 20th Century Fox
Género: Drama | Biopic
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Hollywood y sus actores, una relación cuanto menos tóxica. En la meca del cine se disfruta mucho del crear estrellas para luego aprovecharse de ellas, robarles toda la energía que poseen y finalmente dejar que se pudran en la más completa soledad e indiferencia. Acto seguido, se busca una nueva estrella y vuelta a empezar. Un ciclo sin fin que reinó en Hollywood durante décadas y que se llevó por delante a muchos de los que hoy consideramos iconos. ¿Su forma de “autoredimirse” y homenajear a estas personas que dieron su vida por el espectáculo? Hacerles un biopic, una solución tan irónica como increíblemente triste. ¿Pero quiénes somos nosotros para decir nada si luego somos los principales consumidores de estrellas?
Judy Garland era un ídolo absoluto de masas, una estrella que desde muy temprana edad fue explotada al máximo para convertirse en un tesoro nacional. Era el ojito derecho de América. Una vida tortuosa protagonizada por excesos, matrimonios rotos y una carrera llena de altibajos acabó convirtiendo a Garland en otro juguete roto más de Hollywood. Sin embargo, ya era demasiado tarde para que la gente la olvidase. Tras su muerte, Judy pasó directamente al cielo de las estrellas, se oficializó su estatus de icono y acabó por convertirse en una mártir más de la fama. En Judy, biopic basado en la obra teatral End of the Rainbow, la oscarizada Renée Zellweger interpreta a una Garland en su último año de vida justo antes de su prematura muerte a los 47. Un año tan tumultuoso como el resto de su existencia, pero perfecto para conocer a la persona detrás del mito.
A finales de los 60, Judy se encontraba en banca rota, desahuciada del hotel donde vivía y con una carrera sumida en la completa decadencia. Apenas conseguía realizar algún que otro concierto y su fama de problemática y difícil en América la tenía en estado continuo de paro. Sin embargo, en Reino Unido seguía siendo una figura de culto con muchísimos admiradores. De esta forma, y tal y como se explica al inicio del film, Judy aceptó ser cabeza de cartel durante varias semanas en una residencia de conciertos en un club de Londres. Alojamiento y gastos pagados durante mes y medio a cambio de darle al público británico aquello que más deseaba ver: la Judy simpática, graciosa y llena de talento que había vendido con su imagen durante años. Lo que no sabían es que la Judy adulta ya no se asemejaba tanto a esa chiquilla risueña que protagonizó El Mago de Oz.
Estamos sin duda ante un biopic clásico en su aspecto, pero no tanto en su narrativa ya que, aunque utiliza numerosos flashbacks para hacernos entender por qué Judy acaba como acaba, en el fondo va directo hacia lo que le interesa. No trata de narrarnos la vida entera de un icono sino un momento concreto y, en este caso, uno de los más oscuros y tristes que vivió la artista. Y con ello tenemos suficiente para entender toda la vida de Garland. Al final de sus días sus mayores miedos, la soledad y el olvido, seguían siendo los mismos que cuando era una adolescente, lo único que había cambiado era el tiempo que había pasado por ella.
Judy es sin duda un biopic muy disfrutable, con una Renée Zellweger muy en forma después de unos cuantos años de poco trabajo y bastante escrutinio social. La actriz de Bridget Jones demuestra que ella también es una estrella con una interpretación en su justa medida, ni excesivamente exagerada ni tampoco sosa o poco memorable. Es Judy pero también es Renée y es que en lugar de centrarse en imitarla, Zellweger logra darle su toque personal, sutil y elegante. No es de extrañar que acabe por ser lo más destacable de la película. En unos días es probable que Renée Zellweger gane su segundo Óscar y demuestre algo que Hollywood no tiene más remedio que aceptar. Su vuelta va a ser por la puerta grande y ella, igual que Judy, tampoco está dispuesta a que nadie la olvide.
Lo mejor: la interpretación de su protagonista, de lo mejor del año.
Lo peor: peca en ocasiones de repetitiva y asume desde el primer momento que estás muy al tanto de la vida de Judy, lo cual puede perder a algunos espectadores.
Nota: 8/10.