Crítica – «A Silent Voice»

Título original: Koe no Katachi

Año: 2016

Duración: 130 min

País: Japón

Director: Naoko Yamada

Guion: Reiko Yoshida

Reparto: Miyu Irino, Saori Hayami, Aoi Yûki, Kenshô Ono, Yûki Kaneko, Yui Ishikawa, Megumi Han, Toshiyuki Toyonaga, Mayu  Matsuoka, Sachiko Kojima, Hana Takeda, Fuminori Komatsu, Ikuko Tani, Erena Kamata, Ayano Hamaguchi.

Género: Drama, Adolescentes, Acoso

Ficha en Sensacine

Shoya Ishida es un estudiante que dedica su día a día a jugar con sus amigos y pasárselo bien sin ninguna preocupación de peso. Siempre ha tenido el respaldo de sus compañeros que están dispuestos en todo momento a reírse de sus bromas, incluso cuando aparece en escena Shoko Nishimiya, una niña sorda que llega nueva a su clase. Lo que parecen simples bromas entre niños se acaba convirtiendo en acoso infantil tanto físico como mental que provoca un cambio radical en la vida de los protagonistas. Naoko Yamada, la directora de A Silent Voice, decide hacer una pequeña introducción a esta historia y a sus personajes mediante cruces de la infancia de los protagonistas y su adolescencia. La huella que dejó este bullying en Shoya le acaba sofocando hasta llegar a plantearse la posibilidad de cometer suicidio para lograr salir a flote y volver a respirar. A Silent Voice es la perfecta representación de lo duro que es para todos el paso de ser un niño hasta convertirse en adolescente afrontando pérdidas de todo tipo.

La importancia de la amistad y llegar a entender el significado de esta tiene un gran peso en la trama de la historia. Las personas que se cruzan en la vida de Shoya y Shoko les ayudan a conocerse a sí mismos, la ansiedad social que sufre el protagonista y la representación de esta tachando los rostros de todo aquél que le rodea se une a la falta de confianza en uno mismo. La facilidad con la que los niños consiguen amigos frente a la dificultad que supone acercarse a las personas siendo adolescentes con una enorme inseguridad sobre sus hombros. Shoko se esfuerza en hacer todo lo posible para facilitar a sus compañeros de clase la comunicación con ella, por medio de un cuaderno o el lenguaje de signos, pero todo parece empeorar debido a la nula integración de las personas sordas en la sociedad.

Por medio de un estilo algo infantil y el uso de formas redondeadas y colores pastel, la directora del film decide respetar la decisión y estilo de Yoshitoki Oima, autora del manga homónimo. A esto se suma una banda sonora y edición de sonido que acaba por provocar un flujo de emociones incontrolables, que se exploran y reflejan de una forma muy humana. El uso de impedimentos para oír alguna canción de la banda sonora debido a la sordera de Shoko, o la perfecta representación de la ansiedad o depresión que sufren ambos protagonistas, sirven para convertir A Silent Voice en una experiencia apasionante.

Lo mejor: El tratamiento del bullying y la amistad

Lo peor: El poco desarrollo de los amigos de los protangonistas

 Nota: 9/10