Título original: Sauvage
Año: 2018
Duración: 97 min.
País: Francia
Dirección: Camille Vidal-Naquet
Guion: Camille Vidal-Naquet
Música: Romain Trouillet
Fotografía: Jacques Girault
Reparto: Félix Maritaud, Eric Bernard, Nicolas Dibla, Philippe Ohrel, Marie Seux, Lucas Bléger, Camille Müller, Jean-Pierre Baste
Productora: La Voie Lactée / Les Films de la Croisade / CNC
Género: Drama
Sauvage, la ópera prima del director francés Camille Vidal-Naquet, es un crudo y explícito relato sobre la prostitución masculina, pero a la vez mucho más que eso. La cinta no se conforma con ser una simple crítica a una realidad social muchas veces obviada sobre las duras condiciones vitales que llevan a una persona a tomar la desesperada decisión de vender su cuerpo.
Durante estos 97 minutos se plantean muchas más tesis, utilizando la prostitución como vehículo para reflexionar sobre la soledad, el vicio, la maldad y, sobre todo, el amor. Ese amor que es la medicina pero a la vez la enfermedad, que es la cordura y a su vez la locura. Ese querer posmoderno que convierte el amor en una utopía que tenemos miedo de alcanzar y que justifica la naturaleza indecisa y impredecible de nuestro protagonista (magistralmente interpretado por Félix Maritaud). Todo puede cambiar en cualquier momento porque el amor ya no es, y a la vez sí, la meta a alcanzar.
Nos encontramos ante una dirección que, aún verse inspirada por algunos precedentes, consigue encontrar una notable identidad en sus imágenes, sobre todo cuando convierte los elementos urbanos en figuras retóricas de una más que estimulante poesía visual. El espíritu despreocupado del director tras la cámara, sin miedo a la inestabilidad del plano o al zoom brusco, aporta naturalidad y cercanía al imaginario visual del filme, generando una cierta sensación de voyeurismo en el espectador.
Al igual que Gaspar Noé (Clímax) en la maravillosa Love, Vidal-Naquet decide convertir el sexo en un lenguaje mucho más preciso que la propia palabra. Los cuerpos desnudos nos cuentan historias, en este caso de sufrimiento, frialdad y vacío. El sexo se convierte en un frívolo infierno, mientras que un simple abrazo adopta la fuerza sensorial de un orgasmo.
También es plausible la herencia de la Nouvelle Vague en la película del director francés, sobre todo en lo que a la espontaneidad y el dinamismo se refieren. De Godard y Truffaut (incluso de un más contemporáneo Wenders) Vidal-Naquet adquiere esa capacidad por convertir el movimiento en sinónimo de libertad y evasión, el deambular sin rumbo por la laberíntica ciudad como la mejor (o al menos más sencilla) forma de evitar enfrentarse a la soledad urbana.
Quizás uno de los pocos peros que se le puede echar en cara a Sauvage es que sus intenciones pueden resultar intrascendentes a primera vista si se rehúsa llevar a cabo una lectura más profunda. Entender la película como una banal sucesión de secuencias sexuales filmadas con el único objetivo de provocar es un grave error. La estructura narrativa de la cinta puede resultar hueca en su inicio, pero si se consigue entender la pausa como sinónimo de reflexión y no de vacío el filme adquiere una dimensión totalmente indispensable.
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Lo mejor: La sencillez con la que retrata visual y narrativamente conceptos tan complejos como el amor contemporáneo
Lo peor: Que sus interesantes mensajes puedan perderse en la aparentemente intrascendente repetición
Nota: 8,5/10