Crítica «Palmeras en la nieve»

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Título original: Palmeras en la nieve

Año: 2015

País: España

Director: Fernando González Molina

Guión: Sergio G. Sánchez (adaptando la historia original de: Luz Gabás)

Reparto: Mario Casas, Adriana Ugarte, Berta Vázquez, Alain Hernández, Macarena García, Emilio Gutierrez Caba, Daniel Grao.

Productora: Warner Bros Pictures/Atresmedia Cine

Música: Lucas Vidal

Género: Drama/Romance histórico

 

AVISO: Esta crítica se centra exclusivamente en la versión cinematográfica, no en el libro en el que se basa.

A veces, solo a veces, las palmeras crecen en la nieve;  y a veces también el cine español puede recordar a las grandes superproducciones de Hollywood. Este es el caso de  la última producción de Fernando González Molina, conocido por los superempalagosos dramas románticos adolescentes: A tres metros sobre el cielo y Tengo ganas de ti. En este caso nos trae un género poco explotado en el cine patrio: un drama amoroso ambientado en la España colonial. Se trata de la adaptación de la novela de Luz Gabás Palmeras en la nieve, que se ha convertido en la película española de más presupuesto de los últimos años (10 millones de euros). Sin embargo, pese a esa enorme ambición y esos aires de romance, tragedia y exotismo que podíamos ver en los trailers y que nos prometían un Memorias de África, Australia o El paciente inglés  a la española, se ha quedado en una historia sin trascendencia,  superficial y sensiblera.

Jacobo (Alain Hernández) y Killian (Mario Casas) en Sampaka.

Palmeras en la nieve nos presenta una de las muchas aventuras de los españoles que emigraron a trabajar a las colonias. La historia es contada en primera persona por Killian (Mario Casas), a través de lo que había escrito en su diario que en la trama del futuro ha encontrado su sobrina Clarence (Adriana Ugarte). Este viaja desde las montañas oscenses a la exótica isla de Poo, en Guinea Ecuatorial, para trabajar en la finca Sampaka, donde ya se encuentran su padre (Emilio Gutierrez Caba) y su hermano (Alain Hernández). Aquí se encuentra de lleno con la realidad del colonialismo: una sociedad racista, usurpadora de los tesoros de tierras ajenas, machista y dura. Descubre también, gracias a su padre, la otra cara de la moneda, la vida de aquellos a los que ellos tratan como ‘seres inferiores y salvajes’, una cultura hechizante y misteriosa que le enseñara el verdadero significado del amor, el odio, la pasión y la amistad. Creo que esto es un punto positivo de la película.  Los habitantes de Guinea no solo hacen evolucionar a Killian sino que a la vez los diálogos dejan frases exitencialistas que hacen reflexionar al propio espectador.

Si hablamos de errores en la trama, he de decir que, aunque la película introduce en cierta manera las luchas por la independencia, pienso que lo ha tratado como un asunto muy secundario, cuando esta es una temática poco explorada y con mucho potencial. Por otra parte, creo que la historia de amor prohibido tampoco ha sido aprovechado al máximo, dejando de lado la multiculturalidad que debería de ser un impedimento a la relación y  cayendo en el sentimentalismo insípido.

Julia (Macarena García) decubriendo las danzas de los guineanos

Algunos ven un fallo en su excesivo metraje. Son casi 3 horas, pero he de decir que con un ritmo y narración bastante bien llevados que, al contrario que en otros blockbusters histórico-romántico como la antes citada Australia,  hacen que su anómala duración sea soportable. Desde mi punto de vista uno de los fallos se encuentra en el montaje: saltos hacia delante y hacia atrás en el tiempo sin aparente necesidad o escenas que parece que precisan de otra que han decidido eliminar para ser comprendidas. También veo innecesaria la trama del personaje de Adriana Ugarte, que viaja en el futuro a investigar la historia de su tío. Hay escenas que se hacen innecesarias, incluidas solo para resaltar el aura exotismo y erotismo blando que rodea a todo el film. Pienso que la historia podría contarse perfectamente sin todo este hilo narrativo y se ahorrarían minutos de metraje y euros de presupuesto.

Si hablamos del reparto, en mi opinión, son destacables la actuación de la hipnótica Berta Vázquez, que ya había llamado la atención este año con su personaje en Vis a Vis;  la siempre impecable Macarena García (Blancanieves) y un espléndido Alain Hernández (Terrados). No obstante el personaje sobre el que tendría que caer todo el peso narrativo, pierde fuerza por un fallo de casting. Mario Casas, el cual se nota que en este film se ha esforzado por ser más expresivo, sigue sin transmitir nada y mantiene una dicción que deja mucho que desear y hace que en ciertos momentos su personaje pierda credibilidad. Además, es innegable su falta de química con Berta Vazquez, que hace que las escenas en las que debería de haber “fuegos artíficiales y erupciones volcánicas” no salten ni chispas. Otro error garrafal del casting ha sido la elección de los actores que interpretan a los maduros Killian, Julia y Bisila que no se parecen en nada a sus versiones jóvenes.

Killian (Mario Casas) y Sibila (Berta Vázquez), protagonistas de esta historia

Si tuviera que destacar algo positivo de la película sería su cuidadísima ambientación acompañada de una muy acertada banda sonora. La isla de Poo es naturaleza en estado puro. Contagian al espectador las ganas de aventura de Clarence y lo invitan a visitar esas lejanas, puras y ‘salvajes’ tierras, a pesar de que nos transmiten una entendible imagen poco hospitalitaria de sus lugareños. Lo que sorprende es descubrir que estos paisajes en realidad se encuentran más cerca de casa de lo que pensamos ya que la mayoría de las imágenes de ‘Guinea’ fueron rodadas en Canarias.

En resumen, a pesar de sus buenas intenciones Palmeras en la nieve se queda sin más en un tragi-romance para grandes públicos. Un entretenimiento para una tarde aburrida, pero nada más. Pienso que habría funcionado mejor si se hubiera optado por desarrollar una serie, al estilo de El tiempo entre costuras, y nos hubieran contado la historia con más detalles en pequeñas dosis.

Lo mejor: La espectacular ambientación y las lecciones moralistas que nos transmite la película

Lo peor: Demasiado sentimentalismo y un actor protagonista mal escogido

Puntuación: 5,5/10