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Crítica – ¡Nop!

Título original: Nope!

Año: 2022

País: Estados Unidos

Dirección: Jordan Peele

Guion: Jordan Peele

Fotografía: Hoyte van Hoytema

Reparto: Daniel Kaluuya, Keke Palmer, Steven Yeun, Brandon Perea, Michael Wincott, Keith David, Wrenn Schmidt

Productora: Universal Pictures, Monkeypaw Productions

Género: Terror, Ciencia Ficción, Aventuras

Ficha en Filmaffinity

El poder de las imágenes y el saber dotarlas de un significado narrativo en el sentido spielbergiano de la expresión es algo que ya intuíamos que preocupaba a Jordan Peele. En su nueva película, ¡Nop! (cuyo título ya escuchamos en los primeros segundos del metraje y se constituye más tarde como un chiste fílmico), sin duda aspira a ello. Si en Déjame salir (2017) consiguió el pelotazo del año con un debut que dejaba entrever a un autor de marcado discurso social y unos manejos sorprendentes de los códigos del género siempre aderezados con humor; y en Nosotros (2019) doblaba la apuesta con una aparente home invasion más ambigua en el subtexto, pero menos sutil en cuanto a las intenciones que había de alcanzar un público más amplio, en su tercer largometraje como director y guionista Peele ha tirado completamente la casa por la ventana.

Con casi 70 millones de presupuesto, el newyorkino se lanza a un remoto pueblo californiano para contarnos la historia de Otis Jr. y Emerald Haywood (correcto Daniel Kaluuya e interesante Keke Palmer), dos hermanos que son dueños de un rancho de doma de caballos tras la muerte de su padre (breve aparición del mítico Keith David) en un extraño accidente que llevará a los congéneres a descubrir que es probable que en el cielo haya pululando un OVNI. Rodada en los grandes espacios del desierto con cámaras IMAX, estamos ante el blockbuster del verano. O al menos son sus intenciones formales que dan como resultado un complicado choque de sensaciones y certezas contrapuestas por mi parte.

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Fotograma de ‘¡NOP!’ (Foto: Universal)

Por un lado, no puedo obviar el hecho de que lo que consigue hacer con su secuencia de arranque (sin duda la marca de la casa de este señor porque ya lleva 3 de 3 que son buenísimas) acaba por desinflarse hacia la mitad del segundo acto por una falta casi insultante de esfuerzo en el guion y el desarrollo de personajes, más allá de situaciones clichés deslavazadas que evitan conectar verdaderamente con sus protagonistas. Que a su vez agrava el hecho de que resulte más terrorífica la historia del personaje de Steven Yeun y el mono que la de los hermanos tras el supuesto OVNI.

Por otro lado, mi entusiasmo crece cuando caigo rendido ante las imágenes que configura Peele junto con Hoyte van Hoytema (el DoP de Interstellar (2014), Her (2013) o Dunkerque (2017)) en esos parajes áridos en los que el cielo se vuelve tan imponente como quién se esconde tras él. También aumenta mi interés cuando descubro la cantidad de ideas chulas que salen de la mente de su director y que intenta amoldar a su innegable capacidad para narrar visualmente con mayor o menor acierto. Pero, sobre todo, me pongo de pie cuando la película vira en su último tercio hacia la épica del cine de aventuras con esa mini crew en busca de la ‘toma Oprah’, comandados por ese trasunto de Werner Herzorg (Michael Wincott, mi secundario favorito) a lomos del celuloide.

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Fotograma de ‘¡Nop!’ (Foto: Universal)

Como siempre, todo este tinglado sirve a Peele para, acorde con su progresión como orquestador de grandes películas que atraigan al público mainstream, dar un discurso más amplio y sofisticado que en sus dos anteriores trabajos. Dando múltiples lecturas desde la clara crítica a la rentabilización económica de cualquier cosa (buena o mala) que existe inherentemente en el capitalismo salvaje hasta la clara carta de amor al poder del Cine, sus imágenes y la importancia de la raza negra en la Historia de la industria.

Sea como fuere y teniendo en cuenta que no sé si me pesan más sus aciertos e intenciones o sus evidentes fallos, creo que Jordan Peele lo ha vuelto a hacer: nos guste o no la película, todos acabaremos metidos en una sala de cine compartiendo una experiencia satisfactoria a ratos y decepcionante en otros momentos. Pero metidos en una sala de cine, que eso ya es para celebrarlo en los tiempos que corren.

Lo mejor: El plano final (el western siempre estará ahí), cierre perfecto para la historia de los Haywood con el Cine.

Lo peor: La pereza de Peele a la hora de desarrollar a los personajes.

Nota: 7/10