Título original: Child’s Play
Año: 2019
Duración: 90 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Lars Klevberg
Guión: Tyler Burton Smith
Música: Bear McCreary
Fotografía: Brendan Uegama
Reparto: Aubrey Plaza, Gabriel Bateman, Brian Tyree Henry, David Lewis, Ty Consiglio, Beatrice Kitsos, Carlease Burke, Mark Hamill (voz)
Productoras: KatzSmith Productions / Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) / Oddfellows Entertainment / Orion Pictures
Género: Terror (Slasher). Comedia de terror
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Es relativamente comprensible que en época de sequía creativa, ante el miedo de la butaca vacía, se revivan algunos clásicos. Pero quizás hemos llegado hace tiempo al punto en que uno no puede evitar preguntarse “¿hacía falta?”. La única justificación de un remake o reboot debería ser que aportara algo nuevo, interesante, siempre bebiendo de la versión original. El nuevo Muñeco diabólico carece de alma, en todos los sentidos. La nueva versión de uno de los asesinos más famosos de la historia del slasher es un robot con defectos de fábrica que no tiene de Chucky más que su nombre.
Después de mudarse a una ciudad nueva con su jovencísima madre (Aubrey Plaza) – ¿son las madres de más de cuarenta una leyenda urbana? – Andy (Gabriel Bateman) recibe un regalo temprano de cumpleaños. El muñeco Buddi es la nueva golosina tecnológica por la que todo el mundo se pelea en las tiendas de juguetes. Pero el de Andy es diferente. Además de poseer todas las cualidades robóticas imaginables, parece tener una conexión especial con su dueño. Este Buddi, que insiste en llamarse Chucky, quiere ser su mejor amigo. Su único amigo.
El noruego Lars Klevberg, que también estrena este año Polaroid, propuesta de terror que promete más que la presente, ha querido modernizar el terror original de Tom Holland y Don Mancini, los masterminds del ‘Muñeco Diabólico’ original. Pero quizás se ha pasado de millenial. Como director joven que es, está preocupado por el mundo al que nos dirigimos y ha intentado plasmarlo en forma de advertencia: la tecnología no suple las relaciones humanas. Pero ya hemos visto Black Mirror y el futuro no nos asusta tanto, aunque lo vistamos a rayas y peto tejano.
Mientras que, el montaje y la música funcionan en armonía – también es digno de mencionar el sorprendente toque gore de algunas escenas – el guión no es lo suficientemente fuerte como para sujetar la película. Los sustos, igual de fáciles y previsibles que los chistes, tampoco ayudan y los personajes faltan de algo que no se sabe muy bien qué es.
Ahora bien, si el espectador consigue masterizar el arte de ignorar la existencia del filme de 1988 – seguramente un objetivo mucho más alcanzable para el público joven – quizás pueda pasar un rato distraído mientras se refugia del calor en la sala de cine.
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Lo mejor: Usar la idea de Chucky como estrategia de marketing
Lo peor: Si no quisiera ser un reboot podría ser más interesante
Nota: 4,5 – 5 raspado