Crítica – ‘Un monstruo viene a verme’

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Título original: A Monster Calls

Año: 2016

País: España

Director: J.A. Bayona

Guión: Patrick Ness (adaptado de su novela homónima)

Fotografía: Óscar Faura

Reparto: Lewis MacDougall, Sigourney Weaver, Felicity Jones, Liam Neeson, Toby Kebbell, Geraldine Chaplin, James Melville, Garry Marriott, Joe Curtis, Kai Arnthal, Max Gabbay

Productora: Coproducción España-Estados Unidos; Apaches Entertainment / Telecinco Cinema / Participant Media / RiverRoad Entertainment / Lionsgate

Género: Drama/Fantástico

Como si se tratase de una trilogía en la que el tema principal es la relación entre una madre y su hijo, Juan Antonio Bayona vuelve con Un monstruo viene a verme, y vuelve a enfocarla desde un punto de vista emotivo y dramático, acompañado de un elemento de fantasía mucho más atractivo que en El Orfanato (2007) y que sirve como vehículo para avanzar en la trama. Digno de elogio es el trabajo que han realizado a la hora de integrar tanto imágenes reales, como CGI, como animación de aspecto más tradicional en la misma historia sin que chirríe o moleste, todo se ve y se siente natural. Esto, unido a la cuidada imagen, de vivos colores en los cuentos animados, y colores más fríos y desaturados para las secuencias de la trama que se desarrollan en la “realidad” para denotar el tono dramático y más triste general, que refleja también los estados de ánimo tanto de de Connor como de su madre y su abuela, que sólo se tornan en cálidos cuando alguno de estos personajes (o el monstruo, interpretado por Liam Neeson) llevan sus emociones al terreno de la ira, la alegría, o el alivio.

Un monstruo viene a verme es una historia de esperanza y aceptación de la madurez, aderezada con cuentos que ayudarán a Connor a entenderse a sí mismo.
Un monstruo viene a verme es una historia de esperanza y aceptación de la madurez, aderezada con cuentos que ayudarán a Connor a entenderse a sí mismo.

Pero uno de los problemas más claros que puede que uno se cuestione al terminar la cinta es si la emotividad tanto en esta como en las anteriores, El Orfanato o Lo Imposible aparece de forma natural o es, en su gran parte, forzada. La gente que se oye sollozar, ese snif que abunda en la sala como si todos tuviesen un gripazo enorme, ¿es esto consecuencia de que realmente la película, por sí sola, puede conectar de esa manera con el espectador, o porque se fuerza esa situación? Desde luego, tiene todos los ingredientes para que se considere forzada y provocar la lágrima fácil: un niño, una enfermedad, afrontar la muerte (tanto a nivel físico como mental en términos del fin de la infancia y aceptación de una madurez prematura), relaciones familiares difíciles… Y no es algo que Bayona presente como nuevo, en sus dos anteriores películas se ha visto exactamente lo mismo. Se repite una y otra vez, su identidad como director de cine queda definida, pero en un límite muy cerrado y que se empieza a hacer pesado, y aunque cumple, no se termina de ver su mano de forma clara, a diferencia de otros directores españoles muy reconocidos (como puede ser Alberto Rodríguez, por ejemplo). Como detalle, el apoyo instrumental resulta efectivo para reforzar los momentos dramáticos ya mencionados, pero que al salir del cine estas piezas no se quedarán resonando en la cabeza, no se recordarán porque apenas se nota un esbozo de algún leitmotiv musical, se siente como demasiado separado y con poca cohesión, aunque por suerte son momentos en los que priman las interpretaciones, destacando a Sigourney Weaver, y un trabajo de doblaje al castellano encomiable, con Camilo García como el monstruo y María Luisa Solá como la abuela de Connor.

El monstruo de Liam Neeson será quien ayude a Connor en su viaje para comprender todo lo que le rodea y afrontar todas las dificultades que se le anteponen.
El monstruo de Liam Neeson será quien ayude a Connor en su viaje para comprender todo lo que le rodea y afrontar todas las dificultades que se le anteponen.

Entiéndanme, esto no tiene por qué ser necesariamente malo, ya que si se extrapola a otro ejemplo un poco más exagerado, Tarantino también trata temas muy similares en sus películas, y las enfoca desde el plano de la violencia que mantiene como temática común, con la diferencia de que él da un paso más allá y desarrolla a sus personajes de una forma muy peculiar, su forma de hablar, los monólogos llenos de referencias pop, incluso la elección de la música, todo eso conforma su identidad como director y aleja sus películas de esa sensación de dirección genérica. Uno ve una película de Tarantino sin saber que es suya y a los pocos minutos podrá entenderlo porque es fácilmente identificable, pero en el caso de Bayona es difícil que suceda eso, no se siente que haya consolidado (aún) esa personalidad como director de cine. Por supuesto, hay que tener en cuenta que este es su tercer largometraje, y aunque tiene una extensa carrera como director de videoclips, ambas vertientes de la dirección no se encaran de la misma manera, y quién sabe, quizás pronto sorprende con una dirección mucho más personal (después de Jurassic World 2, seguramente).

Lo mejor: La integración de las secuencias reales con las de animación es muy natural y son todo un espectáculo visual, y es imposible no destacarlas, así como la interpretación de Sigourney Weaver.

Lo peor: La falta de identidad de Bayona por tercera vez consecutiva, lo repetitivo de algunas secuencias, y la sensación de emotividad forzada que deja al terminar.

Puntuación: 7,5/10