Los juegos del hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes
Tom Blyth, protagonista de la película (Foto: Vértice 360)

Crítica – ‘Los juegos del hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes’

Título original: The Hunger Games: The Ballad of Songbirds and Snakes

Año: 2023

País: Estados Unidos

Dirección: Francis Lawrence

Guion: Michael Arndt, Michael Lesslie

Fotografía: Jo Willems

Reparto: Tom Blyth, Rachel Zegler, Viola Davis, Peter Dinklage, Hunter Schafer, Jason Schwartzman, Fionnula Flanagan, Burn Gorman, Josh Andrés Rivera

Productora: Color Force, Lionsgate, Good Universe.

Género: Ciencia Ficción, Acción, Aventuras

Ficha en Filmaffinity

«Visto uno, vistos todos» decía el personaje de Adrien Brody sobre el whodunnit en aquella cinta de la que ya nadie se acuerda llamada Mira como corren (2022). La simple pero maravillosa cita bien valdría para casi cualquier subgénero cinematográfico que se precie. Como, por ejemplo, las adaptaciones de novelas para jóvenes adultos, la ciencia ficción distópica o la mezcla de ambas. Características que comparte la saga de Los Juegos del Hambre.

Ésta no sólo recogió el testigo dejado por el mundo mágico de Harry Potter y cía., sino que propició un mini boom por parte de la industria hollywoodiense a la hora de buscar su nueva gallina de los huevos de oro. Aún así, de todas las que se intentaron, la única en pie a día de hoy es la que lanzó al estrellato a Jennifer Lawrence. Pues 11 años después de la primera película y un panorama cinematográfico radicalmente diferente, nos llega la quinta entrega de este universo: Balada de pájaros cantores y serpientes.

La historia nos lanza hacia un Panem postapocalíptico que todavía anda a la búsqueda por parte de la élite de mejorar un formato como el de Los Juegos del Hambre, que apenas cumple 10 ediciones.  Nuestro protagonista, un joven Coriolanus Snow (un sólido, magnético y ambiguo Tom Blyth) en su etapa estudiantil que aspira a ser presidente de la nación y volver a llevar el apellido familiar a la cúspide de la clase social. En su camino, se topará con un profesor tocapelotas (un Peter Dinklage que va un poco a lo suyo), una científica loca (una Viola Davis simpáticamente pasada de rosca) y una chica del Distrito 12 (Racher Zegler es el 80% del carisma de la película) a la que deberá tutelar en la próxima batalla entre tributos para el deleite de los espectadores del Capitolio.

The Hunger Games: The Ballad Of Songbirds And Snakes
Fotograma de la película (Foto: Vértice 360)

 

Y aquí claramente es donde entra otro subgénero de esquemas repetitivos como es el de las precuelas. Siempre peliagudas, casi nunca satisfactorias, esta parece quedarse a medio camino entre un redundante cúmulo de buenas y malas decisiones. Su director, Francis Lawrence, es verdad que mayoritariamente hace valer su constancia en la dirección de la saga desde Los juegos del hambre: En llamas (2013) a través de un clasicismo industrial, pero también toma el riesgo de intentar abordar la complejidad de como este muchacho se convertirá en el tirano autocrático de la tetralogía original. Aspecto mermado en cierta parte por las propias pretensiones que marcan su estructura de tres capítulos. Pues su dilatada duración (a veces pesan más 2 horas y media que el doble) no acierta a la hora de poner el broche final adecuado en su último pasaje, apresurando descaradamente el descenso hacia la deshumanización anunciada del protagonista.

Sin embargo, es justo aludir también varias de sus virtudes que se van descubriendo por el camino. La principal, un Jason Schwartzman en pleno estado de forma. Capaz ya no de ser el alivio cómicamente cruel de la cinta sino de sostener también la interesante (y caduca) lectura política y social de toda la saga, convirtiendo a su Lucrecius “Lucky” Flickerman en el segundo mejor personaje que interpreta este año. Además, el film, aunque luche consigo mismo de manera honorable por no convertirse tanto en una miniserie como en un dos por uno en la narración, presenta un acabado competente. Un entretenimiento algo vacuo que, a pesar de no terminar de explotar todos los tropos del universo que adapta y expande más allá de los clásicos guiños al fandom, cumple su cometido como blockbuster.

Lo mejor: Que la película, llegados a un punto, está realmente cerca de romperse y convertirse en un musical

Lo peor: Claramente, que no se acaba convirtiendo en un musical

Nota: 6/10

Nota de lectores2 Votos
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