Título original: Justice League
Año: 2017
Duración: 119 min.
País: Estados Unidos
Director: Zack Snyder
Guión: Chris Terrio, Joss Whedon (Historia: Zack Snyder, Chris Terrio)
Música: Danny Elfman
Fotografía: Fabian Wagner
Reparto: Ben Affleck, Gal Gadot, Ezra Miller, Jason Momoa, Ray Fisher, Henry Cavill, Amber Heard, Amy Adams, Ciarán Hinds, J.K. Simmons, Jeremy Irons, Connie Nielsen, Robin Wright, Diane Lane, Kiersey Clemons, Billy Crudup, Daniel Stisen, Jesse Eisenberg, Samantha Jo, David Thewlis, Joe Morton.
Productora: DC Comics / DC Entertainment / Dune Entertainment / Lensbern Productions / Warner Bros. / Atlas Entertainment / Cruel, Unusual Films
Género: Superhéroes. Acción. Ciencia Ficción. Fantasía. DC.
El primer titular que arroja Liga de la Justicia es: ‘Superman ha muerto’. Me apoyaré en él diciendo que mi esperanza en el universo DC a partir de esta película, también.
La trama del largometraje es realmente prometedora, como pudimos ver en los tráilers. Un ejército alienígena venido de muy lejos, los parademonios, intentan invadir la Tierra y someterla a las órdenes de su líder, Steppenwolf, aprovechando la ausencia de Kal-El. Batman, junto con Wonder Woman y Alfred, intentará reunir un grupo de héroes para batallar la amenaza. Casi era más díficil hacer una mala película que una decente. Adivinen cuál ha sido el resultado final.
La mejor forma para analizar el film es seccionarlo en la catalogación clásica de una historia: introducción, desarrollo y final. De hecho, es la definición propia que se marca Zack Snyder para el largometraje.
La película comienza como un avión en medio de una tormenta: intenta mantener el vuelo, pero las turbulencias del pasado se lo impiden. Pese a que intenta tomarse el tiempo suficiente para la presentación de los personajes (que nos fueron mostrados un minuto en Batman v Superman), cae en la pesadez y en la confusión absolutas.
Básicamente, porque es una gran cantidad de información a condensar en cuarenta y cinco minutos. DC no ha tomado la iniciativa lógica de situar a cada superhéroe (o en su defecto, al menos a Batman y Flash, como hicieron con Superman y Wonder Woman) en una película en solitario, donde hay dos horas para explayarse y contar la historia individual de cada uno: su origen, su personalidad, su familia, sus relaciones, sus aspiraciones, sus miedos, sus villanos propios. No haber realizado ese trabajo anteriormente, es el principal problema del arranque de la película: como desconocemos en absoluto a Barry Allen, Arthur Curry y a Victor Stone, además de parcialmente a Bruce Wayne, el film debe resumir a ritmo pero sin demasiada prisa tampoco todo el historial de cada uno, a la par que presenta al villano y conflictos principales, y el futuro de la propia Liga. Toda esta conjugación provoca que la presentación sea difusa , confusa, caótica y simplista. A destacar en esta primera parte, sin embargo, la actuación de Ray Fisher como Cyborg.
En su desarrollo, con la Liga prácticamente formada, la seria y responsable primera parte se torna en una falta de gracia e infantil segunda, de la que se apodera in(justa)mente Ezra Miller, que interpreta un The Flash bobalicón, exagerada e innecesariamente inmaduro y payasesco. Los gags funcionan a trompicones y comparten similitud con la luz de un coche: son intermitentes. A veces funcionan, a veces no, a veces sí, a veces no… Pero no engañan al ojo experto, porque el actor tiene una fórmula básica y bastante débil para provocar la risa fácil: poner cara de pez en las escenas de máxima tensión. Saca los morros, abre bien los ojos y pone cara de estupefacción (la misma que la de un besugo) cuando se enfrenta a un momento complicado, lo que resulta en un chiste sencillo de efecto espejo inverso: a la respuesta de peligro, ingenuidad. Como en los Looney Tunes.
Añadiría ciertos agujeros considerables de guión (Steppenwolf encuentra dos de las tres cajas madre sin problema, pero la última inexplicablemente es incapaz; Cyborg no sabe leer ni controla su composición cibernética-alienígena, pero según convenga al guión, las manipula a sus anchas y con entendimiento) pero sería revelar algún que otro spoiler; solo añadiré que la subtrama de «La Vuelta» se compone y escribe sorprendentemente bien.
«Lo que mal empieza, mal acaba.» A La Liga de la Justicia le gusta tanto darle la vuelta al panorama, que también lo hace con esta máxima. Contra todo pronóstico, el final; el tejado de la casa está bien construido pese a no haberse maquetado con precisión su estructura. Cae en la tediosa temática de luchas con golpes sin efecto contra el villano principal y las oleadas de débiles e interminables súbditos-zombies tan típica del género superhéroes, pero el giro del retorno de un viejo conocido y la forma de someter a Steppenwolf se ganan mi sonrisa y aceptación. La unión definitiva y sólida del grupo, aliando todos sus superpoderes (y gadgets también, perdón Batman) funciona como un reloj: con precisión y acierto.
En definitiva, Liga de la Justicia, en términos reales, es una película suspensa, especialmente en sus primeros dos tercios: diálogos insulsos, caos de las raíces de la trama, un superhéroe que acierta más en un circo por sus chistes o en un acuario por su cara forzada que en un cómic dado su tendencia a la comedia fácil y tonta. Alejándose de la oscuridad y excesiva complejidad de guión de Batman v Superman, cae en una simplicidad y humor que se zambulle de lleno en la insuficiencia. Le recomiendo a Zack Snyder que lea a Aristóteles y su filosofía del término medio. Los pocos puntos que suma se resumen en su final, en la resolución del conflicto y en cierto personaje, que se apodera de la cinta desde que aparece.
Ben Affleck no está cómodo en el Batsuit y eso se le nota. Wonder Woman preocupa, porque comienza a cansar y sólo ha tenido dos papeles protagonistas y uno parcial. Aquaman va apareciendo por la película sin mucho entusiasmo ni gloria, como observador pasivo del transcurso. The Flash debería dejar su faceta de humorista y comenzar la de velocista. Cyborg es la gran sorpresa del filme; probablemente el personaje más infravalorado y que mejor sobrelleva la cinta.
El largometraje no funciona como penitencia por los pecados de su precuela, no funciona como apertura a un universo cinematográfico plural similar al que ha construido Marvel (no superará a Thor: Ragnarok), no funciona como película de DC en sí misma.
Zack Snyder, debería usted ir haciendo las maletas.
Lo mejor: Superman, el conflicto final y las dos escenas post-créditos (especialmente la segunda). Añadir también las referencias visuales a los cómics, la interpretación de Ray Fisher y la música del mítico Danny Elfman.
Lo peor: El guión, la dirección, la obsesiva costumbre de Snyder de primar lo visual sobre la lógica natural del guión, la actitud de Ben Affleck y que la apariencia de Jeremy Irons y J. K. Simmons sepa a tan poco y sea tan esporádica.
Nota: 4’5/10.
Valoración final: Mejor que Batman v Superman, peor que Wonder Woman. Urge un reseteo del universo DC.