Título original: Cosmética del enemigo
Año: 2021
Duración: 1 hora 29 minutos
Director: Kike Maíllo
Guion: Kike Maíllo, Cristina Clemente, Fernando Navarro (Basado en la novela de Amélie Nothomb)
Fotografía: Rita Noriega
Montaje: Martí Roca
Música: Alex Baranowski
Elenco: Tomasz Kot, Athena Strates, Marta Nieto
Producción: Barry Films, ESCAC Films, Hessen-Invest Film, OneWorld Entertainment, Sábado Películas, The Project, Treehouse Pictures
Distribución: Filmin
Género: Thriller, Drama
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A mí, la verdad, es que me gustan los aeropuertos. Me gustan mucho, muchísimo. Si alguien definió los hoteles como un eterno presente, los aeropuertos, para mí, son un eterno futuro: no importa de dónde vienes, tampoco estás en un sitio (siendo realistas, no podemos hablar de los aeropuertos como un lugar que existe, nadie va a hacer cosas a un aeropuerto; quien está ahí, está para irse). Lo único que importa es que vas a hacer algo, lo que sea, y que no va a ser en el sitio donde estás.
En fin, que me gustan los aeropuertos. Cosmética del enemigo (una película tremendamente internacional, titulada A perfect enemy y que hereda el título de la novela de Amélie Nothomb en que se basa, Cosmétique de l’énnemi) ocurre, casi en su totalidad, en un aeropuerto: con la salvedad de un flashbacks recurrente, la película sucede de camino a este, dentro de este o en un avión. Eternamente yendo a algún sitio.
En Cosmética del enemigo seguimos a Jermiasz Angust (Tomasz Kot, protagonista de Cold War), un exitoso arquitecto que termina de dar una conferencia en París y debe marcharse corriendo al aeropuerto para no perder el vuelo. En el camino, detiene el taxi para llevar a una chica que prácticamente le suplica: Texel Textor (Athena Strates). Texel resulta estar totalmente desatada: habla por los codos, y su personalidad eléctrica la hace difícil de ignorar. Casi parece mentira cuando, después de perder el vuelo y dirigirse al salón VIP del aeropuerto, Jeremiasz se la encuentra ahí. La chica lo aborda de nuevo y esperan la llegada del siguiente avión.
Esta espera, amenizada por la estrella de la película, que Strates interpreta con una vitalidad desbordante y una malevolencia insidiosa pero sutil, consistirá en escuchar la historia de la vida de esta chica. Las películas de gente hablando son algo difícil de realizar, pero Maíllo sabe rodar con soltura las conversaciones, saltando entre los flashbacks y el presente, dando brío a la narración y manteniendo al espectador pegado a la pantalla.
Sin embargo, son las escenas sin diálogos las que se ven menos beneficiadas por el estilo que Maíllo ha elegido: aunque el autor de Toro (2016) y Eva (2011) es perfectamente capaz de crear secuencias enérgicas y llenas de tensión con dos personas sentadas a una mesa hablando y comiendo, esta energía se desborda cuando se trata de ubicar a personajes en un espacio, con la cámara nerviosa, buscando movimientos constantes que, por precisos, no dejan de ser innecesarios.
La adaptación de la obra ha sido celebrada, y aquellos que han leído la novela y se han enfrentado después a la película la han alabado y han encontrado los cambios interesantes. A título personal, estoy seguro de que tendría más o menos los mismos problemas con la obra original, que imagino como un thriller lleno de giros de guion y grandes revelaciones. Obviamente, no me refiero a que este recurso no sea efectivo, ni mucho menos que no funcione, bien en la película como en la novela.
A pesar de esto, para mí resulta una solución tramposa, como un jump scare en una película de terror: por supuesto que impresiona, incluso si te lo ves venir una hora antes a nada que prestes atención, pero… es un truco barato. Con esto no quiero decir que me haya sobrado, ya que los volantazos, más que giros, que vemos en Cosmética del enemigo, son en parte lo que construye la película, y ver a Maíllo esforzarse por venderlos al espectador es una auténtica delicia, retorciendo a sus personajes y exprimiendo cada gota del argumento hasta que quedamos extenuados, sentados en un avión camino a un futuro incierto.
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Lo mejor: mantendrá al espectador pegado a la pantalla durante toda la película.
Lo peor: los giros de guion hacen que el resultado sea algo tramposo.
Nota: 6/10