‘Close’, el silencio también es música

Título original: Close

Año: 2022

Duración: 105 minutos

País: Bélgica

Director: Lukas Dhont

Guion: Angelo Tijssens, Lukas Dhont

Música: Valentin Hadjadj

Fotografía: Frank van den Eeden

Reparto: Eden Dambrine, Gustav De Waele, Émilie Dequenne, Léa Drucker, Igor van Dessel, Kevin Janssens, Marc Weiss

Productora: Coproducción Bélgica-Francia-Países Bajos (Holanda); Menuet Producties, Diaphana Distribution, Topkapi Films, Versus Productions

Distribuidora: Vértigo Films España

Género: Drama | Amistad. Infancia. Adolescencia

Ficha en Filmaffinitty

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Lukas Dhont debutó en 2018 con un retrato audaz y realista sobre una joven transexual (interpretada magistralmente hasta la extenuación por Victor Polster) que intentaba sobrevivir dejándose el cuerpo y el alma en un mundo que no dista mucho de las exigencias del ballet clásico. La indiscutible calidad de Girl consiguió colocar a Dhont en el Olimpo de los directores más prometedores del panorama actual del cine Europeo. Y la confirmación de un hecho que a veces se queda en promesa, ha llegado gracias a su segundo largometraje bautizado como Close.

Precedida de una gran ovación que se ha revalidado con la entregada de galardones como el del Gran Premio del Jurado de Cannes, Close llega a la salas con una seguridad nada trémula de convertirse en una de las películas más importantes de este año. Dhont construye una historia de ritmo pausado que hace de los pequeños detalles sus momentos más mágicos. Mediante una narrativa intimista el espectador comenzará a ser partícipe de la amistad entre dos adolescentes que aún no conocen la toxicidad de los prejuicios propios de un constructivismo social que subyuga la libertad de ser uno mismo.

Y es en las incontestables interpretaciones de los jóvenes Eden Dambrine y Gustav De Waele, como Léo y Rémi, en donde sus miradas subrayan un primer acto de luminosidad cegadora que escapa del sentimentalismo más fácil y barato en el que suelen caer la mayoría de películas de semejante temática. Porque en Close el silencio es la música de ese pentagrama llamado adolescencia en el intento de llegar a las notas más altas sin desafinar. Ya que, generalmente ello termina por estallar en el triste llanto de la frustración.

En la historia hay un acontecimiento de gran crudeza que dará paso a un segundo acto en donde la culpabilidad se instaurará sin caer en ningún cliché, pero que hará perder la fuerza de lo que hasta ese momento era una obra maestra. La búsqueda de una mínima explicación por ambas partes implícitas externamente en el suceso para encontrar una especie de redención se vuelve reiterativa y repetitiva. Donde antes la cuidada fotografía y las ejemplares interpretaciones eran la suma, en este punto de inflexión se convierte en casi su única baza debido a que esas notas descritas anteriormente nunca llegan a estallar del todo cuando el guion más lo necesitaba.

Sin embargo, pese a ello, esto último es una apreciación que no empaña por completo la experiencia de vivir este crudo y hermoso viaje. No es una indulgencia, es el pago que tiene que saldar injustamente el cine que lleva un sello de calidad superior, y también de forma significativa porque la dos últimas escenas saben rematar ese traspiés con inteligencia y belleza devolviéndole al espectador el mensaje correcto sobre una realidad que clama nuestra atención.

Cuando el cine se coge de la mano con la realidad las explicaciones nunca llegan, y si llegan, es a través de un abrazo. Y si los recuerdos no vienen a modo de flashback, siempre acabarán emergiendo en la soledad de un paseo que observará el pasado para recordar lo que hemos perdido.

Como último apunte, solo pedir a todo el profesorado que pueda, que acuda a ver la película, que sientan y se dejen llevar por la narración y las emociones que plantea Lukas Dhont. Y que, cuando les sea posible, exhiban esta última muestra del cine del joven director belga a sus alumnos, transmitiendo todo aquello que les pueda servir para mirar la realidad que existe a su alrededor desde otra perspectiva. Desde luego, no se arrepentirán.

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Lo mejor: La perspicacia y sutiliza con la que Dhont se desenvuelve en el dramatismo y la actuación de Dambrine.

Lo peor: Que exista algún ‘pero’ en tremenda pieza cinematográfica.

Nota: 9/10