En la segunda parte de «animes que tienes que ver aunque no te guste el anime» os presento a la que ya es una de las grandes series de culto. Tal es el fenómeno Death Note que Hollywood (lamentablemente) ya ha comprado los derechos para producir un real life.
Death Note, anime basado en el exitoso manga de Tsugumi Oba y Takeshi Obata, cuenta la historia de Light Yagami, un estudiante brillante hastiado de la sociedad, a la que describe como «podrida». La vida de Light cambiará cuando caiga en sus manos una Death Note (diario de muerte), instrumento propiedad de un shinigami, con el que se puede matar a cualquier persona con la simple acción de escribir su nombre en el papel. En la cultura japonesa los shinigami son dioses de la muerte; según la versión pueden ser deidades que guían a las almas a través de su camino tras la muerte, son los encargados de mantener el equilibrio entre la vida y la muerte (algo así como el concepto de parca que tenemos en occidente) o verdaderos demonios que poseen a los humanos y los instan a matarse, normalmente de forma poco agradable. Las representaciones de estos seres varían según las versiones del mito, el imaginario popular o el dibujante encargado de la ilustración. Takeshi Obata decidió dibujar a unos seres oscuros y monstruosos, pero con una presencia reverencial, hermosos y horribles al mismo tiempo, buscó un sentimiento de lo sublime (algo que os explicaré más adelante). Los shinigami de esta historia son más bien una especie de parca, cada humano tiene su «contador vital», por así decirlo, y los dioses de la muerte son los encargados de acabar con esa vida cuando el contador marca 0.
Cuando Ryuk, un shinigami que ha estado ahí desde el inicio de los tiempos, se aburre, decide pasar el poder de su diario de muerte a un humano, Light, que creerá tener el deber de acabar con la escoria que hace que la sociedad esté podrida. Se erigirá como un justiciero que se hace llamar Kira y que comenzará a acabar con la vida de delincuentes. Pero, ¿puede un simple humano decidir lo que es justo? Justo o no (que yo creo que no), lo que desde luego no está aceptado en nuestra sociedad es matar. Así, la policía entrará en acción para encontrar al justiciero asesino, pero, claro, lo que no saben es que este alguien es cercano al comisario, es su hijo, para ser más exactos; y que, además, es extremadamente inteligente. Incapaces de avanzar en la partida, la policía hace entrar en el tablero de juego a uno de los personajes más curiosos (y queridos) del anime. Solo sabemos que se hace llamar L y que tiene una mente privilegiada, además de un comportamiento social cuanto menos desconcertante. La sangrienta partida de ajedrez comienza.
Las buenas series tienen buenos opening
Juego de Tronos o True Detective (1ª temporada) son la prueba fehaciente de que hoy en día las buenas series comienzan en el segundo uno, es decir, desde el opening. Está claro que no es una ciencia exacta, pero es una tendencia al alza. Death Note sigue esta «predisposición a la excelencia» y comienza con un opening cargado de connotación digno de analizar fotograma a fotograma.
¿Y bien? ¿Cómo se os ha quedado el cuerpo? Yo diría que la palabra que lo define es sobrecogedor, aunque claro, yo he visto la serie y veo todavía más significaciones. No os quiero atragantar con un análisis farragoso, así que os dejo una enumeración de momentos clave por orden de aparición para que lo podáis volver a ver y digáis «ah, sí, ahora me doy cuenta». Por supuesto, espero que veáis la serie y que, capítulo a capítulo, el opening vaya cobrando sentido. Prohibido omitirlo para ir directamente a la acción. Bien, pues aquí va:
- «Dios y Adán«, sí los de la Capilla Sixtina, convertidos en Light y Ryuk. Dios dándole el poder divino al hombre, esta vez en forma de manzana, una manzana prohibida.
- Light y L se enfrentan en una imagen en blanco y negro donde los únicos colores son los de sus cabellos y sus ojos. El primero, de color rojo, asociado al peligro; el segundo, de color azul, asociado con la honradez, la paz, la calma y la paciencia.
- La manzana roja, la manzana del pecado, reflejando a Light. Y al final, la muerde, muerde la manzana, cae en el peor de los pecados: matar.
- La Piedad, de Miguel Ángel representada por dos personajes que… bueno, ya lo entenderéis.
- La sangre mezclándose con la tinta, símbolo de lo letal del diario.
- La valla y la mano manchada de sangre representando la separación de Light con el resto de la humanidad.
- La «ruptura» de Light, que cae sobre un tablero, cómo no, de color rojo.
- Los ojos de Light son ahora rojos, símbolo de locura y la perfidia.
- Light como una deidad propia de una pintura renacentista. El hombre es ahora el centro del universo, es el que decide, no Dios.
Por cierto, habréis notado cierta tendencia a las referencias a Miguel Ángel, el gran abanderado del Renacimiento. ¿Casualidad? Por favor, claro que no, las casualidades no existen. El Renacimiento, como su propio nombre indica, es el renacer de la cultura clásica y del humanismo, del espíritu crítico frente al obscurantismo y la superstición de la Edad Media. Las luces contra las sombras.
Lo sublime
Otra cosa que provoca y anuncia el opening es esa idea de lo sublime, una idea que trabajaron los autores de literatura gótica y cuyo máximo exponente es El moderno Prometeo (Frankenstein) de Mary Shelley. El sentimiento de los sublime se genera cuando algo que, en principio, debería ser horrible, algo que nos generara repulsión o miedo, bien por su aspecto o bien porque es algo que no cabe dentro de la lógica humana (sublime es la idea de Dios, por ejemplo) se convierte en algo bello. Mi profesor de Teoría de la Literatura diría «lo sublime es eso que te pasa cuando vas a Pompeya y se ponen los pelos de gallina. ¡Qué horrible y bello!».
¿Hay algo más sublime que un dios? ¿Hay algo más sublime que la muerte y «el más allá»? No. Y los creadores de Death Note lo sabían cuando ambientaron sus viñetas y, sobre todo, cuando crearon a sus shinigami. ¿Qué os parece el gif de mi amigo Ryuk? Escalofriante, no me gustaría encontrarme con un bicho así en un callejón oscuro; pero a la vez majestuoso. Es la encarnación de lo sublime, tanto estéticamente como psicológicamente porque en un mundo racional los shinigami no son más que cuentos para asustar a los niños. Sin embargo, ahora se pasean por las calles de Tokio.
La emoción ganó a la lógica
Es un tema recurrente, la caza basada en la frialdad. Si eres asiduo de lo policíaco te habrás dado cuenta de que el intercambio de papeles entre el ratón y el gato suele depender de quién se deje dominar por las emociones. Solo hay que ver Hannibal y desasosegarse al darse cuenta de la gran telaraña que teje el doctor Lecter alrededor de los otros personajes sin que estos, pobres humanos que se dejan llevar por sus sentimientos, puedan hacer nada ante la frialdad de la estrategia y la racionalidad. Lo mismo sucede en Death Note con la diferencia de que esta vez se enfrentan dos psicópatas (entendiendo psicopatía como marcado comportamiento antisocial, una empatía y remordimientos reducidos, y un carácter desinhibido). La diferencia entre estas dos mentes es la forma en la que entienden la justicia. ¿Quién cederá primero ante sus emociones?
La justicia es ciega
¿Nunca os habéis preguntado por qué a la diosa Justicia se la suele representar con los ojos tapados? Y no tiene nada que ver con la indolencia de la justicia española frente a los casos de corrupción. No, el concepto no corrompido de justicia entiende a esta gran dama como ciega porque el sentido humano relacionado con las emociones es la vista, es el sentido más subjetivo y la justicia debe ser imparcial y objetiva, como indica la balanza que lleva en la mano derecha; pero también implacable como la espada de doble filo que suele sostener en su mano izquierda, y que representa el poder de la razón y la justicia que puede recaer sobre cualquiera de las partes.
La dama de la Justicia jamás hubiera levantado la espada contra los delincuentes a los que Light decide matar. Y no son simples ladrones, no, estamos hablando de violadores, de asesinos. ¿Qué haríais vosotros si tuvieseis en vuestras manos una Death Note? Ese es el planteamiento de los 37 de capítulos de la serie. Quizás penséis en un primer momento que el protagonista está haciéndole un favor a la sociedad, pero ¿no es la sociedad, acaso, la que decide lo que es justo y lo que no, lo que es delito y lo que no lo es? ¿Cómo va a ser la subjetividad de una única persona la dicte sentencia? Cuando veáis Death Note plantearos estas preguntas:
¿Os gustaría que un ser supremo os librara de los sujetos que «pudren» a la sociedad? ¿Qué os parecería si esta persona fuese la única que decidiera si tus acciones son buenas o malas?