Son los grandes olvidados cuando hablamos de series, pero están ahí y, muchos de ellos, podrían competir con las grandes producciones. Es el caso de Fullmetal Alchemist: Brotherhood, el primero de los animes que quiero recomendar, aunque «no seáis mucho de anime».
Mi hermana, que es una sabia, se acaba de acercar para ver qué estaba haciendo en el ordenador, ha leído el título del artículo, me ha mirado con cara extrañada y ha sentenciado: «No puede no gustarte el anime en general, eso es como decir que no te gusta el cine en general». Vale, mi hermana es consumidora de anime y manga, quizás no sea una persona del todo objetiva. Sin embargo, también es cierto que consume ciertos géneros concretos y otros no le gustan o no le llaman la atención, quizás se acerque a una serie que ella no vería, pero que le han recomendado y «¡oh, sorpresa!» acabe por gustarle.
«¿Pero qué tiene que ver tu hermana en todo esto? No entendemos». Bueno, la verdad es que le debo el descubrimiento de Fullmetal Alchemist, así que le hago un pequeño homenaje a su joven sabiduría y de paso os pongo un ejemplo práctico. Al igual que no nos gustan todos los géneros del cine (no veo a mi madre viendo películas de superhéroes), pero nos gusta el cine, hablando en términos generales, lo mismo sucede con el anime. Decir que no nos gusta es algo reduccionista (sobre todo si luego acabamos en el cine viendo pelis de Miyazaki). Confieso que tuve mi etapa de «yo no veo esas cosas de frikis», y eso que crecí con Pokemon, Digimon y El detective Conan. Sin embargo, los prejuicios hacia «los monigotes de los ojos grandes y el pelo de colores», como dice mi abuela, fueron más fuertes y decidí cerrar la puerta a cualquier tipo de serie de «dibujos animados». Y es que el anime, además de ser para frikis era para críos. Así que os podéis imaginar la cara que se me quedó cuando mi hermana me enseñó una imagen de Fullmetal Alchemist: Brotherhood (acordaos siempre de buscarlo con el término «brotherhood» detrás o veréis un Fullmetal anterior del que os estoy hablando).
«Marina, no voy a ver una serie protagonizada por un niño vestido con una capa roja al que le salen chispas de las manos acompañado por una armadura con delantal», dije, muy digna yo. Nada, no la pude disuadir, acabé sentada en el sofá obligada a ver el primer capítulo con la promesa de que si no me gustaba me dejaría en paz.
Este opening fue lo primero que vi de la serie y ya no pude dejar de ver un capítulo detrás de otro, capítulos a los que no les sobraba ni les faltaba nada y que siempre te incitaban a seguir (me compadezco de las personas que tuvieran que esperar una semana para poder ver el siguiente, en serio, ¡qué sufrimiento!). Fullmetal Alchemist presenta una historia que te engancha, con acción, misterio, dosis de humor, más nudos argumentales que la cuerda del mástil de la Santa María (todos desatados de la mejor manera por su autora), una banda sonora catártica y un elenco de secundarios con ganas de brillar. O eso es lo que se percibe en un primer visionado porque sí, la he visto más de una vez y más de dos y más de tres y continúo encontrando capas de interpretación. ¿La más obvia? Buscad en la foto de arriba, por favor, al señor del parche y el bigote. ¿Y si ahora os digo que lo llaman el führer? Sí, la estética steampunk no le viene nada mal a un anime metáfora (y crítica) de la II Guerra Mundial. También se lo puede considerar una ucronía porque en esta guerra ganó el bando de Amestris (Alemania, para quien quiera ver un poco más allá).
Un shonen femenino
Si no sois de ver anime quizá no estéis familiarizados con el término shonen. ¿Os acordaís de Naruto? Pues esa es la definición por excelencia del género: anime o manga (los cómics) dirigido a un público adolescente masculino en el que predomina la acción y las escenas humorísticas. Los protagonistas del shonen son siempre masculinos y los personajes femeninos suelen tener un papel muy arquetípico ligado normalmente al rol del hombre. No os voy a engañar, Fullmetal Alchemist es un shonen y sus protagonistas son masculinos y, de hecho, cada uno de ellos lleva «adjunto», por decirlo de alguna manera, un personaje femenino. Sin embargo, así como en otras series las chicas son seres diseñados para ser salvados, las chicas de fullmetal están diseñadas para salvarse por ellas mismas y si de paso pueden salvar a la humanidad, pues, oye, mucho mejor. Ya hacia la mitad del desarrollo de la trama aparecerá en escena la comandante Olivier Mira Armstrong. Digamos que mejor no comentarle que, como mujer, tiene poco que hacer en un shonen, su espada y su astucia están afiladas.
Los siete pecados capitales
Lujuria, gula, envidia, codicia, ira, pereza y orgullo, los siete pecados capitales, son los malos oficiales de esta historia, aunque (es que no os quiero spoilear demasiado), no es que sean malos, son pecados y no pueden evitar ser lo que son, ¿no? Quiero decir, si yo me llamase Lujuria, lo lógico sería que me comportara de manera lujuriosa. Parece un poco de cajón, pero sé lo que me quiero decir.
Edward y Alphonse, los dos hermanos protagonistas, luchan contra estos homúnculus, que así es como se hacen llamar, pero precisamente su misión en la historia es expiar el pecado que los ha llevado a su situación. Bueno, quizás no sea un pecado. Os cuento: intentaron devolver a la vida mediante alquimia a su madre muerta sin tener en cuenta las leyes tiránicas del tiempo, que no se detiene y nunca vuelve atrás; y de la alquimia, que dice que se rige bajo la ley del intercambio equivalente, nada puede aparecer de donde no hay nada. Su búsqueda de la piedra filosofal es un pecado en sí mismo (ya lo entenderéis). Tened esto en cuenta: todos los personajes que aparecen en el anime cometen uno u otro pecado. Entonces, ¿quién es el bueno y quién es el malo? La pregunta no es esa, la pregunta es: ¿por qué? Porque son humanos. Sí, el problema está simplemente en el nombre de «pecado» y en el sentido peyorativo que algún dios (porque en este mundo no existe la religión cristiana) les ha otorgado. Edward Elric, el héroe de esta historia, es perezoso, orgulloso y codicioso, cae en la gula en más de alguna ocasión y arde en ira más de lo que querría. Sin embargo, Edward es valiente, caritativo y cariñoso, dispuesto a dar la vida por los que más quiere. No os quiero decir mucho más, no os quiero estropear nada, pero el mensaje que yo sintetizo de Fullmetal Alchemist: Brotherhood (no os olvidéis del «Brotherhood») es el siguiente.
Dios es la verdad. Dios ha muerto. ¡Larga vida a Dios! ¡Viva el yo! Yo soy la verdad. Yo soy mi verdad.