Adrián Silvestre es el director de Mi vacío y yo, una película que ya ha sido premiada en varios festivales, entre ellos, el Festival de Málaga, donde recibió la Biznaga de Plata del Premio Especial del Jurado. El filme, que ya puede verse en algunos cines de nuestro país desde el pasado viernes, se proyectará este mes en la programación de Made in Spain del Festival de San Sebastián. El director aborda de nuevo la realidad trans, como ya hizo en su documental Sedimentos (2021), narrando en esta ocasión la historia de Raphie, una joven que trata de encontrarse a sí misma para sentirse completa.
PREGUNTA: El documental Sedimentos tiene mucho que ver con Mi vacío y yo. ¿Por qué decidiste volver a narrar la realidad trans, pero esta vez en una ficción?
ADRIÁN SILVESTRE: Porque no lo decidí después, lo decidí al mismo tiempo. Los dos proyectos los desarrollé paralelamente, uno desde la ficción y otro desde el documental, con el mismo grupo de mujeres trans. Y fui haciendo malabares: desarrollando uno, escribiendo uno, rodando el otro… Pero todo se hizo en el mismo proceso. Y se han estrenado con un año de diferencia.
P: Entonces ya estabas adentrado en esa realidad para construir los dos guiones. ¿Cómo lo hiciste para conocer más sobre el tema?
AS: Lo hice contactando con un grupo de mujeres trans que ya existía en Barcelona, a las que propuse hacer una serie de talleres cinematográficos. A partir de ahí, nos fuimos conociendo. Yo les enseñé lo que sabía de cine, vimos películas que habían abordado la realidad trans para ver qué otra película podíamos hacer…. Y a partir de esa experiencia y convivencia, surgieron las dos películas. Fueron dos porque eran varias mujeres muy distintas, y también era importante que cada una tuviera su espacio.
P: La diferencia que existe entre ambas es que Sedimentos sí que es un documental, mientras que Mi vacío y yo es una ficción. Pero a pesar de esto, la película cuenta con partes que parecen propias de un documental, narradas de modo que el diálogo parece improvisado. ¿Crees que eso aporta realismo? ¿Por qué decidiste narrarla de este modo dentro de la ficción?
AS: El cine que me gusta realizar siempre ha marcado unos términos de naturalismo muy radicales. Y en ese sentido, al margen de que hago una ficción o un documental, me gusta que lo que se ve sea orgánico, sea creíble. Sedimentos es un documental porque lo que sucede es real, está pasando en ese momento, aunque la estética y la narrativa pueda parecer la de una ficción. Y Mi vacío y yo es una ficción porque estamos recreando situaciones que, aunque no sean ciertas, ya han ocurrido en el pasado, y están interviniendo actores profesionales, ha habido algo parecido a ensayos… Y bueno, al final Sedimentos y Mi vacío y yo no son tan distintas. Pero esa es la razón por la que una es una ficción y otra un documental.
P: Dentro de las similitudes con un documental, Mi vacío y yo tiene mucho diálogo que es debate, tanto en las reuniones de grupos de ayuda como en las conversaciones entre amigos de la protagonista. ¿Crees que esas conversaciones invitan a la reflexión del espectador, como ocurriría en un documental?
AS: Claro, el diálogo está siempre muy presente en mi películas. Y son diálogos que no nacen de una escritura muy medida previamente, sino que nacen de la realidad. Me nutro de la observación, y es probable que esos diálogos yo los haya escuchado antes en los momentos que he estado trabajando con esas personas. Y es ahí donde los marco y luego trato de recuperarlos en escena. Pero trato de hacerlo de una manera orgánica, que esas personas lo hagan utilizando sus palabras, encontrando sus tiempos, no que yo este dirigiendo cada frase, la manera que tienen que modularla, la intención… Yo creo que si pensamos en el cine como una herramienta de debate que nos haga pensar y reflexionar, siempre vamos a tener un acercamiento mayor si aquello que vemos es creíble o parece real que si es lo contrario, que sería más distante y con un lenguaje muy lejano a lo cotidiano.
P: En este sentido, lo del realismo tiene mucho que ver con la creación del personaje de Raphie, que parece basada en sus propias experiencias y no en un personaje construido directamente desde la ficción.
AS: Claro. Yo a Raphie no la he construido para nada. Lo que he hecho ha sido emplear mi tiempo para conocerla a fondo, para trabajar con ella y para hacer la peli que ella merece y quiere contar al mundo. Y en este sentido, puede parecer complejo, pero también es fácil, porque hemos trabajado mucho utilizando el sentido común y pensando si las cosas sucedieron de verdad o no. Y por eso es muy bueno tenerla como coguionista, para saber qué pensó, que sintió o qué le pasó.
P: Así se aporta muchísimo realismo a la historia. Muchas veces la ficción juega con lo estereotipado, con lo que no es real…
AS: Claro, y a la hora de interpretar no hay lugar para el error. Raphie es una persona que cuando tiene claro lo que va a ocurrir, lo que tiene que sentir o hacer, no se va a equivocar, porque siempre es coherente consigo misma. Y eso al final funciona, porque es la vida misma.
P: Mi vacío y yo narra una realidad dura y compleja como es la realidad trans. Pero aún así, es una película agradable, que te deja con buen sabor de boca. ¿Apuestas por contar historias que tengan ese sentido del humor, antes que lanzarte a contar esa realidad tan cruda? ¿Y por qué?
AS: En primer lugar, yo creo que es porque mis películas son un reflejo de cómo veo la vida. Y en mi experiencia con Raphie y las otras mujeres, obviamente hemos escuchado relatos duros y complicados, pero también hemos vivido muchos momentos de felicidad. El sentido del humor ha sido constante. Creo que eso es importante reflejarlo en las películas, y para ellas también. Cuando hacíamos estos talleres, existía el consenso de que no querían más películas victimistas, sino que preferían verse como personas empoderadas, con historias esperanzadoras, con optimismo, y que apuntaran a un futuro mejor. Y no a otros relatos más trágicos de los que ya estaban un poco cansadas.
P: ¿Qué crees que ha sido lo mejor de escribir y dirigir Mi vacío y yo?
AS: Para mí la escritura siempre es una herramienta para dar paso a la dirección. Y si no se transformara en imágenes no sé si tendría el valor como obra autónoma que tienen otros guiones. Siempre lo hacemos ya pensando en lo que luego vamos a filmar. Y siempre sabiendo que si lo cambiamos o transformamos totalmente es porque la realidad nos está llevando por otro sendero, y eso es válido. Para mí lo mejor ha sido dirigir a Raphie, dirigir a una persona que te está dando verdad en cada momento, que está creyendo cada cosa que hace, que te está demostrando que tú tienes unas expectativas y que ella las puede superar. Y que después de todo es tu compañera, tu amiga y que te va a acompañar en todo el proceso. Lo mejor ha sido poder hacer el proyecto de la mano con ella.
P: En cuanto a nuevos proyectos, ¿tienes algo en mente? ¿Qué temas has pensado tratar? ¿Apostarás por algo diferente?
AS: Ya estoy en la preproducción de mi nuevo largo, que ya empieza rodarse a finales de mes. Es una coproducción de Producciones del Barrio, la productora de Jordi Évole, Atrescine y Nanouk Films. No puedo contar mucho, pero te diré que vuelvo a la no ficción y que los personajes principales son mi familia. Es una historia muy cercana, más que nunca, y es un reto porque es un material muy delicado, algo que me llega muy de cerca. Pero también me da la confianza de poder conocer muy bien a esos personajes y poder dar lo mejor que pueda.