La ficción se sobrepone a su mayor plow-twist con aires nuevos para sus protagonistas
¡CONTIENE SPOILERS!
La primera parte de la cuarta temporada de How to get away with murder se despidió con alguna de las escenas más emocionalmente hirientes de la serie. El parto prematuro de una inconsciente Laurel (Karla Souza) asistida por Annalise Keating (Viola Davis) intentando salvar la vida del neonato para que su ex alumna no sufriera el mismo destino que ella, fue probablemente, uno de los momentos no sólo de la temporada, sino también de la serie.
En otros de los escenarios de la season finale dejamos a Simon (Behzad Dabu), ese personaje que sólo había servido para molestar, con una bala en la cabeza por accidente. Algo un poco curioso, y sinceramente, forzado, teniendo en cuenta los numerosos crímenes que se han cometido en How to get away with murder. De allí, ha salido Asher (Matt McGorry) detenido y Michaela (Aja Naomi King) y Oliver (Conrad Ricamora) como presuntos testigos de la escena del crimen.
Con Connor (Jack Falahee), Frank (Charlie Weber) y Annalise enterados de todo, los protagonistas vuelven a estar hasta el cuello de problemas. Su destino, el destino del bebé de Laurel, la demanda colectiva y los lazos entre los protagonistas, que esta vez parecen más fuertes que nunca, serán el punto de partida del resto de capítulos que nos esperan a partir de enero.
Hasta ahora, la temporada ha sobrepasado con bastante elegancia la ausencia de Wes (Alfred Enoch), asesinado de forma precipitada por los guionistas de la serie. Y de hecho, es de los pocos puntos débiles de esta temporada a nivel de construcción de tramas. Los espectadores descubrimos que su asesino era Jorge Castillo, el padre de Laurel, en los instantes finales de la tercera temporada. Pero parece ser que su hija prácticamente también, ya que en el primer capítulo de la presente temporada se revela que conoce la identidad del asesino de Wes.
Nunca sabremos si realmente fue así, pero que el señor Castillo sea un asesino parece una decisión tomada sobre la marcha y de hecho, no se han tomado muchas molestias en explicar por qué Laurel sabe al cien por cien porqué su padre es un asesino. Lo sabe, y ya. ¿Un poco pobre para una serie de abogados que basa parte de sus diálogos en las pruebas y las estrategias, verdad?
A medida que avanza la temporada, Laurel va contando su ‘secreto’ a los demás protagonistas, que con Wes aún en la memoria, acceden al plan de su compañera: derribar a su padre y encarcelarlo por los crímenes que ha cometido. Algo típico, quizá incluso bucólico, pero he de admitir que me lo he pasado muy bien viéndolos interactuar unos con otros, dejando atrás algunos recelos que se tenían des del capítulo uno.
Y es que el grupo joven ha estado condicionado por un elemento importante des del inicio de la temporada: Annalise Keating los despide o en otras palabras, los libera de ella y de todas las malas situaciones que parecían atraer o provocar si estaban juntos. Tras tanto tiempo deseando alejarse de ella algunos se sienten ofendidos y otros como Connor, vuelven a trabajar junto a ella, como es previsible que vuelva a pasar dados los acontecimientos de la season finale.
Pero a How to get away with murder le ha sentado bien poner tierra de por medio entre sus protagonistas. Ha sido realmente bueno que Annalise pudiera desentenderse del rol de madre y que los jóvenes, sin su imponente figura pisándole los talones, hayan adquirido nuevos roles de liderazgo, en especial Laurel y Michaela, que han liderado el plan para derribar al padre de la primera. Tanto a nivel interpretativo como de relevancia esta temporada, ha sido una gran noticia verlas de esa forma en pantalla.
A Annalise, que ha recuperado su licencia, la hemos visto con una de las tramas más solitarias de la serie, ya que ha sido una de las primeras veces que no ha justificado sus acciones para proteger a los Keating 4. Su lucha contra el alcoholismo yendo a terapia, sumada a su demanda colectiva contra el propio sistema judicial – que gran sorpresa, verla tomar esa decisión- han sido sus principales tramas. Y a verdad, la Annalise menos ‘loca’ de los últimos tiempos, sin perder su personalidad ni dejar alguna jugada sucia, me ha encantado.
Que se haya puesto freno a ese ritmo frenético y que por primera vez, hay alguna opción real de enderezar su vida es un nuevo horizonte, que visto lo visto las temporadas anteriores, no se había planteado. Pero ahora está sobre la mesa, y por qué no, puede ser interesante. La pregunta es, ¿los eventos ocurridos en el último capítulo de How to get away with murder permitirán que siga avanzado? ¿Repetirán el mismo patrón que temporadas anteriores? Sí que es cierto que a esta ficción no puedes retirarle su dosis dramática, pero estaría bien que la evolución que hemos visto hasta ahora continuara. Le sienta bien.
Por ahora, quién más de desencaja en todo esto es Frank. Primero, poniéndolo como posible padre del bebé de Laurel (nada que no nos esperáramos) y segundo, viéndolo interactuar con tanta empatía, como si nada hubiera pasado. Un poco espeluznante, a decir la verdad. Bonnie (Liza Weil), que también ha sido despedida por Annalise (y no se lo ha tomado nada bien) ha ido a hacerle daño a su mentora, siendo incapaz de superar la dependencia que tiene de ella. Hemos conocido más detalles de su tormentoso pasado que nos ayudan a entender la personalidad que tiene en el presente.
Tras una primera parte de temporada notable, dónde aún se nota la quizá no tan acertada decisión de matar a Wes, How to get away with murder se reserva sus ases en la manga para enero, cuándo se emitirá la segunda parte de la temporada. Salvo nuevas sorpresas, el bebé de Laurel, el destino de los chicos tras lo sucedido con Simon y el plan contra el padre de Laurel, ahora que todos lo conocen, serán los grandes ejes argumentales para descifrar.