Tori y Lokita

‘Tori y Lokita’ Si funciona, no lo toques

Título original: Tori et Lokita

Año: 2022

Duración: 89 min.

País: Bélgica

Dirección: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne

Guion: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne

Fotografía: Benoît Dervaux

Reparto: Mbundu Joely, Alban Ukaj, Tijmen Govaerts, Charlotte De Bruyne, Nadège Ouedraogo, Marc Zinga, Pablo Schils, Batiste Sornin, Annette Closset, Thomas Doret, Amel Benaïssa, Leonardo Raco

Compañías: Coproducción Bélgica-Francia; Les Films du Fleuve, Archipel 35, Savage Film, France 2 Cinema. Productor: Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne

Género: Drama | Inmigración. Amistad

Ficha en Filmaffinity

Dicen que “si funciona, no lo toques”, y los hermanos Dardenne no parecen pretender innovar.

Sus obras son réplicas artesanales de un mismo artilugio, cada una de un color distinto, con sus taras distintivas y sus diferencias argumentales; pero todas parten de las mismas bases formales, estéticas y éticas.

Personajes, generalmente muy jóvenes, empujados a una situación de marginalidad y vulnerabilidad, se convierten en víctimas del maltrato que ejerce sobre ellos la sociedad injusta.

Ya son tres décadas de trayectoria las que han conformado algo así como una receta. Una fórmula que ha probado ser, cuanto menos, eficaz. Prueba de ello es el hecho de que son los poseedores de las dos únicas Palmas de Oro de Cannes que han sido otorgadas a producciones belgas: Rosetta (1999) y L’Enfant (2005).

Si visualizáramos el cine de los Dardenne como una campana de Gauss encuadrada entre los opuestos de optimismo-desesperanza y en cuyo primer extremo encontraríamos El Niño de la Bicicleta (2011); en el extremo contrario, tal vez Tori y Lokita pudiera asimilar ese rol como la pieza de su filmografía que propone un desenlace más pesimista y descorazonador.

Tori y Lokita es otro drama de denuncia de los hermanos Dardenne pero eso no quiere decir que sea otro drama social más.

Sin sermones pedantes, evita tropezar y embarrarse en las arenas movedizas en que se han convertido en los últimos años los clichés del cine social; lo que no le impide postularse como universal y mantenerse a la orden del día ante la creciente radicalización de los partidos antieuropeístas y el agravio de la crisis migratoria en el viejo continente.

Fieles a un estilo que evidencia su trayectoria en el ámbito del documental, Jean-Pierre y Luc Dardenne nos obsequian un largometraje dominado por planos cerrados de cámara en mano, con encuadres cortos y una iluminación artificial casi inexistente, unidos entre sí con montaje acelerado y enérgico, manteniendo un ritmo narrativo palpitante y destacando por su ausencia las secuencias transitorias.

Tanto Joely Mbundu como Pablo Schils, los dos actores protagonistas, jóvenes y carentes de experiencia, contribuyen también a esa sensación, solventando sin problema sus roles en la historia.

Simple y económica en lo que a narrativa se refiere, pero contundente, de todo menos sutil. Prioriza la relación entre sus personajes sobre el desarrollo de la trama.

El fatalismo omnipresente contrasta con el descarte del morbo gratuito y la hábil utilización de elipsis y demás elementos narrativos como herramienta para mantener esa concepción de los personajes demasiado dicotómica, a la que ya nos tienen acostumbrados en sus películas.

Hace equilibrios sobre la soga de la verosimilitud tambaleándose y dando incluso algún que otro traspié, pero sin llegar en ningún momento a caerse completamente. Logra cada vez compensar esa falta de elegancia en las acrobacias con una eficaz extracción de empatía en la audiencia.

Lo mejor: La inexistencia del afán moralizador que plaga este subgénero últimamente.

Lo peor: Ni un ápice de innovación.

Nota: 6,5/10