‘The Mystery of the Pink Flamingo’, un flamenco vestido de seda

Título original: The Mystery of the Pink Flamingo

Año: 2020

Duración: 90 min.

País: España

Dirección: Javier Polo Gandía

Guion: Javier Polo Gandía, Sixto Xavier García

Fotografía: Guillermo Polo

Reparto: John Waters, Eduardo Casanova, Allee Willis, Rigo Pex, Camilo García.

Productora: Japonica Films, Los Hermanos Polo,

Género: Documental

Ficha en Filmaffinity

En la albufera valenciana, Rigo Pex sueña con un flamenco. Incitado por el «boom» de apariciones del «pink flamingo» en la cultura visual popular, Rigo emprende una serie de entrevistas que exploran el animal como símbolo, que le llevan hasta el soleado Miami. Todas ellas son excusa para explotar una visión del mundo irradiada de rosa, de camisas, de googie, de la directora de arte nominada al Goya Carla Fuentes. Y 13 nominaciones que tuvo la película, también al Gaudí y al In-Edit.

Es un documental ficcionado a través del personaje que se quiere descubrir a través del ave. Por la mayor parte, el debate es puramente semiótico y se puede desentrañar con una poca sensibilidad artística. ¿Cómo se mueve el flamenco? La curva de su cuello es harmónica, su color es flamígero, energizante. Interpretado como grulla, se relaciona al dios Sol. Su uso en la moda parece cursi, falso, irrita, así las alpacas y los aguacates. Igual de impostado podría ser el narrador de la película: un acusado timbre publicitario, un freído vocal en intervenciones formulaicas, a veces como substituto de diálogo interno, a veces como simple ambiente y que no está vendiendo cerveza.

La exquisita selección de entrevistados es lo que verdaderamente resplandece, de la bailaora de flamenco a Eduardo Casanovas (Pieles, 2017), un extraño ícono apodado «La Reina del Rosa», Allee Willis y el mismísimo Jonh Waters. Si se le da el suficiente aire, la discusión estética entre artistas y freaks es un filón. El objetivo: animar al descomplejo y a la inspiración del arte libre.

El reportero Rigo Pex es también una propuesta excelente como encarnación de esa búsqueda de la estridencia de la persona de a pie. Y en cuanto a personaje interesante, faltó que se implicase más en las entrevistas o en el guion, en tanto que Rigo no es un personaje abstracto sino un personaje muy específico en la cultura iberoamericana. Eso no desmontaría el artefacto fílmico por el cual los entrevistados reaccionan y guían al entrevistador (visto en Borat, Sacha Baron Cohen. 2006). Además reforzaría su identificación con un itinerario vital de autodescubrimiento que él mismo debió de tener. Rigo llora en cierto punto y no podemos apreciarlo porque el momento nos ha empujado al valle ambiguo, donde algo parece real pero no estamos seguros.

The Mystery of the Pink Flamingo
Fotograma de ‘The Mystery of the Pink Flamingo’

El viaje de lo local a lo estadounidense, con sus particulares defectos, descubre un aire provinciano, una justificación constante dirigida a un espectador lleno de prejuicios y que acarrea como un trauma el conservadurismo de la posguerra. Las palabras del narrador Camilo García (doblador de Morgan Freeman) retumban en la cabeza «Te estás poniendo en ridículo y me estás poniendo en ridículo a mí». ¿Por qué se lee «El misterio del PINK FLAMINGO«, en inglés? ¿Es en referencia a la película más asquerosa del mundo? No estamos viviendo la nueva ola valenciana, aunque en el mejor de los casos estamos ante una guía de uso de lo kitsch para el público no iniciado «el objeto kitsch son unas vacaciones para la lógica», «hay una autenticidad, pusieron toda su pasión en hacer algo y fallaron estrepitosamente. Y eso es gracioso», «debes crear un look propio, vestir con seguridad porque nadie te va a ver nunca guapo».

A pesar de su utilidad, su colorido engaña a su público más fiel. Para los ya corrompidos por Pink Flamingos, por la desfachatez, por el amaneramiento, los colores pastel y los estampados; para todos los maestros de lo hortera tanto pedir perdón es un gatillazo. Aunque la lucidez de Waters te deje con cara de tonto sonriente. No derrochemos la increíble sabiduría del cineasta que hizo comer mierda a un divino travestí.

Llegados a este punto, ¡arrójeme a la cara lo que quiera! Si quería hacer un objetivo tratado sobre la extravagancia un programa de Callejeros era suficiente. Pero reconozco la voluntad de sublimar esa búsqueda de la estridencia para todo el mundo aunque a mí no me guste, con medios dignos, montada con gracia efectista, igual animada, y una playlist inacabable dedicada al flamingo, incluyendo una remezcla de Meneo.

Todo el mundo descubrirá algo de interés, aunque sea Rigo Pex.

Lo mejor: un entretenido reparto de entrevistas que incluye a grandes horteras.

Lo peor: demasiados prejuicios de guión no dejan que se sienta actual y la vuelven impostada.

Nota: 5,3/10