Series que son un buen negocio (XXX): las microviviendas del futuro

La microserie noruega The Architect (2023) va más allá del típico género estrella de aquellas latitudes, los crímenes de estilo ‘nordic noir‘. Esta serie tiene más vocación política. Hay crimen pero es socioeconómico. En la línea de las recomendables El gran fondo de las petrocoronas o la Occupied de los rusos.

Nos sumerge en un mundo pretendidamente distópico donde la lucha por la vivienda y la transformación de la vida urbana son el núcleo de la trama. Una narrativa cruda y provocativa. Utilizando un entorno cuasi futurista de drones voladores y asistentes digitales demasiado inteligentes, se exponen los desafíos de acceder a una vivienda en el centro urbano alcanzado límites inimaginables.

La historia se desarrolla en una Oslo donde la falta de viviendas en el centro ha provocado una crisis existencial en los habitantes. La serie pinta un panorama desolador de una sociedad donde faltan empleos estables. La dificultad para acceder a préstamos hipotecarios y la subida desmedida de los alquileres han transformado radicalmente el estilo de vida. Ya no se trata sólo de encontrar un lugar donde vivir, sino de sobrevivir con un exiguo salario.

En The Architect, Julia, una joven becaria en un prestigioso estudio de arquitectura, encarna la lucha de toda una generación que se enfrenta a una realidad desalentadora. Su alternativa habitacional es un traslado a un aparcamiento subterráneo. Una plaza de garaje es la opción extrema a la que se ve obligada a recurrir. Esta situación no es exclusiva de la protagonista, sino un reflejo de una sociedad desbordada por la escasez de viviendas, a unos precios de alquiler inasumibles. De comprar, mejor ni hablar.

La serie incide en ese impacto de la precariedad laboral sobre las posibilidades de las personas para desarrollar sus relaciones y sus vidas. ¿El modelo de vida ha cambiado por un exceso de individualismo, por la renuncia a la familia y los hijos, o por la carencia de unas condiciones económicas mínimas para ello? El contraste entre Julia y su ex compañero Markus, quien ha logrado adquirir una vivienda pero enfrenta una deuda significativa, resalta las disparidades económicas y las decisiones difíciles que la juventud se ve obligada a tomar en un entorno cada vez más adverso. Si bien es cierto que no es obligatorio vivir en el mismo centro ni llegar a las soluciones tan extremas de los personajes.

El argumento de The Architect se centra en el proyecto ambicioso de Julia: transformar aparcamientos en microviviendas sostenibles. Esta propuesta, además de ser un alarde de creatividad arquitectónica, representa una búsqueda desesperada por encontrar soluciones innovadoras a problemas sociales agudos. La serie no reflexiona únicamente sobre el diseño y la funcionalidad de estos espacios reducidos, sino que también plantea preguntas sobre la ética y la moralidad detrás de este enfoque minimalista. El brutalismo tras de las construcciones a base de hormigón pueden ser tendencia en la moderna Berlín, pero es de lo más inhóspito.

the architech
«Hogar, reducido hogar…» (Fotograma: Filmin)

Un mercado por explorar, marketing arquitectónico o urbanístico. Quizá un burdo engaño. Ya hemos visto los cubículos asiáticos o las casas píldora, presentado como algo muy vanguardista y transgresor. Todo en «el popular color blanco común». Para ahorrar hasta en alegrías. En realidad, pura infravivienda y la reducción a la mínima expresión del espacio vital de las personas. El tener un pedacito de techo se convierte en el lujo más extremo. El derecho a la vivienda digna a la que tanto apelan los comerciales de votos políticos.

Uno de los aspectos más fascinantes es la exposición de la arquitectura hostil y la resistencia contra ella. La vecina de Julia, una activista contra la construcción pensada para las clases adineradas, desafía las barreras arquitectónicas que excluyen a los más vulnerables. Este conflicto moral, confronta el compromiso de la amiga con la necesidad de Julia de salir del atolladero. Teniendo cuestionamientos sobre sus propias convicciones y su rol en esta sociedad desigual.

Cuenta tan sólo con 4 episodios, no daría ni para una película de 1h y poco, pero logra plantear dilemas éticos y sociales con el modo crudo y franco de esa bipolar felicidad nórdica. A través de su planteamiento conceptual y artístico, no sólo ofrece una visión del futuro, sino que despierta reflexiones sobre la vida urbanita contemporánea y una problemática ya presente en la actualidad.

En un mundo donde el lujo se redefine como la posesión de un pequeño espacio habitable, la serie cuestiona nuestros ideales de vida moderna. Plantea una realidad donde la vivienda digna se convierte en un privilegio extremo, a pesar de toda la opulencia y los avances tecnológicos que nos muestra, en una sociedad aparentemente próspera. Las expectativas de la protagonista son prácticamente dejar atrás sus 8 metros cuadrados de plaza, para mudarse a un reducido microapartamento…

Al final, The Architect no solamente resulta entretenida, sino que es una visión inquietante y provocativa de un futuro nada descabellado si no abordamos todos estos problemas de nuestra ingeniería social y replanteamos ciertos aspectos.

En resumen, esta serie noruega es una joya audiovisual que invita a la reflexión, proponiendo en pocos minutos varios dilemas éticos y sociales desafiantes. Aquí sí aplicaría ese «menos es más». Para repensar nuestras concepciones sobre los problemas de la vivienda y el estilo de la vida urbana en un futuro incierto. ¿Ya tienes claro cuál es la casa de tus sueños?