Series que son un buen negocio (LXV): ‘El índice del miedo (The Fear Index)’

Basada en un particular concepto del análisis técnico bursátil, y en una de esas novelas de éxito del mundo anglosajón. En El índice del miedo (The Fear Index) hallamos una interesante propuesta. Una miniserie que transita entre la intriga tecnológica y el terror psicológico. Una reflexión sobre el devenir de la exótica, célebre y tan nombrada inteligencia artificial. Principalmente desde un punto de vista más bien escéptico y crítico de este avance tecnológico cada vez más alejado de la ciencia ficción, fruto de sus fulgurantes avances.

Son muchos los que creen que dicha tecnología supondrá un cambio de paradigma en la Humanidad, convirtiéndose la propia IA en un ser más cohabitante con humanos, animales, ¡y robots! Pero son muchos más los que sólo vaticinan acechantes e inquietantes peligros para el bienestar de los propios humanos.

Así que El índice del miedo aborda esa gran controversia que genera el desconocimiento de un nuevo cambio tecnológico. La posibilidad de que un algoritmo desarrollado por científicos e informáticos sea capaz de evolucionar por si mismo hasta el punto de convertirse en un ente autónomo. Independiente de sus programadores y evitando seguir las propias reglas y restricciones impuestas en su diseño. Al igual que sucediera con otros prototipos de IA en la ciencia ficción. Recordemos al propio Johnny Deep en Trascendence, o a Will Smith en Yo, Robot.

Álex Hoffman (Josh Harnett) es un científico con voluntad de adentrarse en las finanzas conductuales mediante algoritmos. Utilizar la emoción humana del miedo, la que mayor importancia económica tiene, para predecir las fluctuaciones de mercado. Su relación con el miedo es evidente. El pánico derrumba los mercados financieros. Bien lo sabían Eddie Murphy y Dan Aykroid en la comedia Entre pillos anda el juego. No tan orquestado y más espontáneo era el pánico bancario de la centenaria película de La lócura del dólar.

Josh Harnett interpreta a un científico multimillonario, un gurú de los datos (Fotograma: Sky)

De cualquier forma, esa tecnología predictiva de la evolución de las Bolsas, ya volvió loco de remate a otros protagonistas como el de Pi, fe en el caos de Darren Aronofsky o a Nicolas Cage en El número 23. El gran maná de cualquier Indiana Jones de lo financiero, en búsqueda del Cáliz de los Mercados. Dejar de tomar decisiones discrecionales, basándose en datos recopilados e interpretados por el algoritmo con un preciado tiempo de antelación. ¡Y de manera autónoma y automática! Alguna idea similar esbozaba Gordon Gekko (Michael Douglas) observando sus enormes y profundos monitores de caracteres verdosos en Wall Street. No es algo nuevo. Más bien, sobrevuela la sospecha de la información privilegiada y el uso del Internet profundo.

Un fondo de inversión que genera enormes beneficios al anticiparse a reacciones irracionales del mercado, irónicamente no parece ser muy racional. Por muy brillantes y hasta excéntricos que sean estos gurús tecnológicos, no deja de ser poco factible tal nivel de infalibilidad en algo tan poco predecible como la Bolsa… Tan expuesta siempre a los sucesos imprevisibles.

Va más allá del misterio de quién es Álex Hoffman, y su personalidad de delirios paranoides. Hasta un cierto punto hace dudar de si es todo un sueño delirante o fruto de la mezcla de la ciencia avanzada y el dinero. De si permitirá a este tipo desentrañar en cierta medida ese gran misterio de la mente humana. Y desengranar su comportamiento económico ante estímulos como el propio miedo, el pánico.

Los ordenadores son otros seres (muy) inteligentes, tanto como los humanos que los programan, que moldean para buscar aislar el comportamiento humano del componente emocional. De nuevo, la controversia del pensamiento cuantificador de la Economía, en su versión de ciencia exacta que todo puede predecir.

El algoritmo diseñado registra sólo el patrón del miedo, y es que en las Finanzas, en la Bolsa, los más aversos al riesgo parecen ser los únicos que consiguen alejarse de las olas de aprensión a la inversión en los ciclos más tensos de los mercados. El que aguanta el chaparrón, en algunas ocasiones, termina por llevarse el premio gordo. Si bien, no hay que olvidar a los que se arruinan valientemente por el mismo camino.

En definitiva, una miniserie corta, entretenida por los componentes desconcertantes en la salud mental del protagonista. Y que permite rondar nuevamente el debate acerca de los límites de la inteligencia artificial y los peligros que hoy en día son inciertos por la libre y fácil accesibilidad a los datos de cualquiera, en mundo tan agresivo como el financiero.