Por qué hay que ver ‘American Horror Story: Murder House’

Desde que mi hermana descubrió el mundo de las series de televisión no paramos de recomendarnos mutuamente cosas para ver y ella lleva dándome la lata con ‘American Horror Story‘ el mismo tiempo que yo llevo intentando convencerla de que se empiece de una vez ‘Orphan Black‘ (cada loco con su tema). Y el caso es que en un día de esos vagos de estas vacaciones terminé por ceder y nos sentamos en mi cama con su ordenador y mi cuenta de Netflix a ver la primera temporada… y me enamoré perdida e irremediablemente.

Para poneros en antecedentes y que entendáis mi reticencia inicial, hay algo que tenéis que saber: seguramente sea la persona más cagueta del mundo. Y no de las que se asusta en plan gracioso de pegar un gritito y luego reírse con una risa pija y pegarle a la de al lado en el cine como si fuera una adolescente hormonada salida de una película americana; sino de las que lo pasa realmente mal viendo cualquier cosa que tenga cualquier mínimo susto por pequeño que sea y que no puede dormir después de que le cuenten una historia absurda de esas típicas de Halloween.

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Es cierto que ‘American Horror Story: Murder House‘ – primera temporada de la serie- tiene muchos elementos de esas míticas películas de terror como los fantasmas, el asesino en serie, las malformaciones, un cirujano loco, los sustos (que son mucho peores cuando los ves venir pero no puedes evitar el repullo) o, simplemente, esa fuerza malvada que parece ser el imán de la casa en la que se desarrolla la historia; pero es mucho más que eso. Se juega con un enfoque diferente que engancha desde el primer minuto porque todo ocurre a la vez a un ritmo que te deja casi sin aliento pero que te conduce sin dificultad alguna a lo largo de la historia de la propia casa en sí y la de sus anteriores habitantes.

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Tras esa estética tan peculiar que le han sabido dar a este nuevo enfoque del género de terror en televisión, se esconden interpretaciones brillantes de protagonistas y secundarios. Seguro que todos habéis oído hablar de Jessica Lange, la actriz que tiene locos a todos los seguidores de la serie y que se come la pantalla cada vez que entra en escena, pero a parte de ella hay toda una serie de secundarios de lujo como Sarah Paulson, Zachary Quinto, Frances Conroy, Matt Ross, Kate Mara, Lily Rabe o Denis O’Hare – que merece una mención especial-. En cuanto a los personajes principales, dejando momentáneamente de lado a Jessica Lange, cabe destacar a Evan Peters y Taissa Farmiga, que protagonizan un «romance» cuanto menos… peculiar; y Connie Britton y Dylan McDermott, el matrimonio que se ve envuelto en las pesadillas que esconde la mansión. Aunque parezca mentira, no hay ni uno solo entre todos estos actores y actrices que destaque por salirse de la brillantez de las demás interpretaciones porque han conseguido algo muy difícil: que el reparto al completo esté a la altura de todo lo que se le pedía para poder hacer que este proyecto triunfara como lo ha hecho con una brillantez absoluta.

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Las diferentes tramas que plantea la serie te absorben desde el primer momento con ese hombre vestido de látex negro que empieza a hacer de las suyas, la «cosa» que se oculta en el sótano, la vecina (Jessica Lange) que sabe mucho más de lo que dice y se presenta rodeada por un halo de maldad difícil de ignorar o una duda que te asalta desde que empiezas a entender por donde van los tiros… ¿está mi personaje favorito muerto?

Aunque a priori pueda parecer oscura, intimidante o, como en mi caso, una historia de miedo que busca principalmente asustarte, la serie te atrapa y hace que te acostumbres a su manera de tratar las cosas, a las historias retorcidas que te cuenta o, simplemente, a los sustos, que se conviertes en anecdóticos a conforme avanzas en la temporada. Por tanto, y para terminar, os pido que no seáis como yo, no os hagáis más de rogar – porque estoy seguro que os han dicho esto muchas veces – y empezad a disfrutar con el miedo porque, aunque parezca algo paradójico, se disfruta y mucho.