El pasado 20 de septiembre, un tributo a John Williams en el Teatro Capitol me recordó quién era, por desgracia, el gran olvidado del cine actual. No me refiero solo al guion (el cual, ya predijo Robert McKee en 1997, iba a sufrir un deterioro generalizado), sino a la música.
En un ambiente íntimo, como el de un velatorio, la Ensemble Symphony Orchestra entonó algunas de las bandas sonoras más importantes de todos los tiempos, ecos de un pasado que ya no acude a la gran pantalla si no es por los mediocres remakes que se hacen en el periodo cinematográfico más pobre de su historia; porque considero la música como un reflejo del auge y deterioro de una industria que no sabe cómo volver a ser lo que fue. Por ello, a un ritmo más lento de lo normal, los grandes éxitos de Williams se sucedieron para mí como marchas fúnebres, como una trise despedida.

Los no demasiados asistentes que la sala del mítico Teatro Capitol puede acoger se alinearon con los no demasiados músicos que conforman la italiana Ensemble Symphony Orchestra, todo lo cual se conjugó para que el encuentro se sintiera como un acto de puertas cerradas. Pero esta reducida cantidad de instrumentos (véase la ficha técnica) no disminuyó la calidad de este entrañable concierto, sino que le aportó un interés extra, difícil de predecir, y los matices se abrieron paso como no hubiera podido suceder dentro de una amalgama mayor y más homogénea. Cada sonido era distinguible y, por tanto, disfrutable. Así lo había querido el maestro Giacomo Loprieno, quien amplificó este efecto ralentizando el tempo original de las piezas.
Lenta y luctuosamente se sucedieron los temas de Star Wars, Indiana Jones, La lista de Schindler, E.T., Parque Jurásico y Harry Potter, que activaron la nostalgia que tanto gusta en estos tiempos. Un bis de Star Wars (en concreto, la Marcha Imperial), cerró una velada llena de recuerdos. Porque la esencia de Williams es precisamente su capacidad de crear melodías inolvidables que refuerzan que cada película sea única. El hecho de que sucesivas generaciones podamos identificar estas obras y las tarareemos sin esfuerzo y con cariño demuestra la genialidad del compositor que sabía perfectamente cómo sonaba el cine.
Que el presente sea tan poco memorable y el pasado sea lo que se recuerda y lo que llena las salas es lo que me hace asegurar que la música del último gran compositor sonara aquella noche como un réquiem. Lamento que lo que iba a ser la crónica de un concierto se haya convertido en un obituario, pero el pesimismo ha podido conmigo.
Ficha técnica
Tiempo del concierto: 1 hora y 20 minutos (aprox.).
Instrumentos:
- Sección de cuerda: 8 violines primeros, 5 violines segundos, 4 violas, 4 chelos, 2 contrabajos y 1 arpa.
- Sección de viento (madera): 2 flautas, 1 oboe, 1 corno inglés, 1 clarinete y 1 fagot.
- Sección de viento (metal): 3 cornos franceses, 3 trompetas, 2 trombones, 1 trombón bajo y 1 tuba.
- Percusión: 2 percusionistas y 1 timpanista.
Esta lista ha sido elaborada por el compositor musical Paco Espí.


