El Festival de cine Isla Calavera y sus cortometrajes

El Festival de Cine Fantástico Isla Calavera fue celebrado del 15 al 19 de noviembre en la isla de Tenerife. Una programación completa y muchas sorpresas como, por ejemplo, la presencia de Jack Taylor o Colin Arthur han hecho que los amantes del cine tinerfeños se pregunten ya por la segunda edición.

No obstante, en esta pieza quiero resaltar una de mis secciones favoritas de Isla Calavera: la Selección Oficial de Cortometrajes a Competición. Las catorce obras que se proyectaron durante el día 14 y 15 de noviembre fueron El gigante y la sirena (Roberto Chinet), Caronte (Luis Tinoco), La dama de sal (Mario Venegas Lucena),Cambio (Daniel Romero), RIP (Caye Casas y Albert Pintó), Ven a mí (Marcos Muñoz Flores) y Redemption (Vasni J. Ramos). Se exhibirán en dos sesiones: el día 15 a partir de las 16.30 horas y el día siguiente a la misma hora. También se proyectarán Bye bye Baby (Pablo S. Pastor), El desconcierto (Alberto Carpintero), Fe (Juan De Dios Garduño), Hay algo en la oscuridad (Fran Casanova), Jules D. (Norma Vila), Nouvelle Cuisine (Manuel Reyes Halaby) y Rewind (Rubén Pérez Barrena).

Despuntaron de manera sobresaliente seis de ellas. “RIP” hizo estallar en carcajadas a la sala. Sangrienta, aguda y visualmente dinámica. Según el médico, Juan va a morir. Tras hacerlo, resucita pero su mujer y su madre no están conformes. Desean que muera porque ya el velatorio y el entierro están organizados. El diálogo es muy ingenioso y el reparto es creíble, una comedia negra a la que no se le puede pedir más.

“El Gigante y La Sirena” se distinguió por sus bellísimas localizaciones (Tenerife y El Hierro) y por la profundidad de su argumento. Brilla por aportar la novedad de ser un cuentometraje, pero además la manera en la que se combina la fantasía con un asunto duro, como es la enfermedad y la muerte, es asombrosa. Hay que subrayar también la actuación del joven actor Leo Ramal, que, con ocho años de edad, da vida a Marcos, un niño que padece leucemia. El cambio físico y la caracterización son sublimes. La inocencia, la dulzura y la vivacidad que transmite no se apagan siquiera en esas escenas en las que se recrea el aspecto desolador y fúnebre del hospital. Lo único que se le puede reprochar es que deja al espectador con ganas de conocer más la historia fantástica en la que le envuelve.

Sobre “Caronte”es casi imposible no remarcar el gran trabajo de animación 3D y efectos visuales en los que “Caronte” sumerge al espectador. Una historia que puede dar la impresión, en un principio, de ser solamente una larga escena de batalla del universo “Star Wars”, pero que acaba revirtiendo cada una de esas expectativas. Toda la trama está conectada y ningún elemento queda al azar, por ejemplo, el nombre del corto se debe al título del videojuego espacial del hermano de la protagonista. “Caronte” va dando pistas y, cuando uno es capaz de hilarlo todo, vive con mucha intensidad el destino fatal al que se enfrenta la joven Debbie. A su vez, debido a su condición crítica, la adolescente crea una realidad basada en dicho juego, una estupenda metáfora en la que se combina el espacio exterior con la trágica historia de la familia.

En esta ocasión, hubieron dos directores canarios, el tinerfeño Fran Casanova y el grancanario Manuel Reyes. “Hay algo en la oscuridad” resultó ser un cortometraje sencillo que habilidosamente supo recorrer al mejor de los terrores: el clásico. Verónica (Luna Fulgencio), una niña de 6 años, teme a la oscuridad. Solo su madre logra que duerma tras leerle un cuento. Una noche sus padres salen y se queda con su hermana mayor, en esta ocasión, Verónica no se equivoca y hay algo en la oscuridad. Casanova, atinadamente, muestra el pavor de la niña y utiliza elementos como el brusco zarandeo de la cama o unos pies que se mueven en un armario lleno de ropa. Nunca se conoce “eso” que ve la pequeña y ahí es donde atrapa al espectador. Es más, si se hubiera enseñado, el metraje hubiera perdido aquello por lo que brilla. Se logra insertar la idea en la mente del espectador a través de la música y los primeros planos. Fabulosa narrativa.

Junto a “Hay algo en la oscuridad” sobresalieron “Nouvelle Cuisine” y “Jules. D”.

La creación de Manuel Reyes Halaby no solo se diferenció del resto por una comedia de horror de animación sino por la simpatía de su historia. Un chef amante de su trabajo y orgulloso de las delicias que prepara, se esmera en terminar un menú diferente para unos clientes muy especiales. Mezcla el terror zombi con encantador fondo: una cocina y un restaurante lleno de muertos vivientes. La animación es excelente. La única debilidad de “Nouvelle Cuisine” es que podría haber sido ambientada en otro país que no fuera Francia, ya que es casi imposible que el público no recuerde a la mítica película de Pixar “Ratatouille”. De igual manera, esta producción es un plato dulce que roba el corazón, sí, de un mordisco.

“Jules. D”, por su parte, no cuenta con una trama original, no obstante, despunta por otros aspectos. Jules, un preadolescente, tiene un sueño y una meta después de conocer la historia de Drácula: ser un vampiro. El principio de este cortometraje atrapa, la voz en off que introduce al espectador invita a quedarse, realiza una presentación muy atractiva. La elegancia de la fotografía y el estilo gótico que engloba la cinta también. Como si del hijo perdido de la familia Adams se tratara, debido a su atuendo y aspecto físico, Jules expone con vehemencia su pasión por ser un chupasangre y convence al que lo ve gracias a la gran expresividad de su rostro. La interpretación destaca. Estéticamente, que casi al final del cortometraje cambie de color a blanco y negro es, desde mi perspectiva, algo sobrante. Mi visión, como espectadora, es que no aporta nada. El final es predecible, Jules consigue su meta y su padre acude a buscarle. Nace Jules Drácula, es decir, Jules. D. Al gran vampiro se le presenta difuminado y solo se enfocan sus manos corrompidas. Al igual que en “Hay algo en la oscuridad” este ha sido un recurso acertado. No cabe duda, que para los fanáticos del terror y el vampirismo, es una obra hecha para disfrutar.


En su conjunto, la Selección Oficial de Cortometrajes a Competición mantiene un nivel notable. Tras visionar los catorce, realzo el buen hacer de los que, en la crónica anterior y en esta, han sido mis favoritos. En el ranking se encuentran tres creaciones canarias. Y es que en el archipiélago, además de una gastronomía espectacular y unos sabrosos incentivos fiscales que atraen producciones extranjeras, también hay profesionales que hacen buen cine y se merecen ser reconocidos.

El sábado 18 de noviembre, el jurado formado por Luis Fernando de Iturrate Cárdenes, profesor de Teoría e Historia del Cine de la ULL, que actuará como presidente; María González-Calimano Espinosa, directora de la Filmoteca Canaria; Manuel Díaz Noda, crítico de cine; Manuel Gardía de Mesa, cocoordinador del Aula de Cine Jurídico del ICATF; y Jorge Fonte Padrón, escritor y ensayista de cine concedió el l Premio al Mejor Cortometraje a y el Premio del Público al Mejor Reportaje a .