Título original: The big short
País: Estados Unidos
Dirección: Adam Mckay
Guión: Michael Lewis (novela), Adam Mckay (adaptación) y Charles Randolph (adaptación)
Reparto: Christian Bale, Steve Carell, Ryan Gosling, Brad Pitt, Marisa Tomei.
Fotografía: Barry Ackroyd
Música: Nicholas Britell
Producción: Plan B Entertainment, Paramount Pictures.
El polifacético director, actor, guionista y cómico americano Adam Mckay, da un golpe sobre la mesa con su nueva película, para posicionarse con la nada desdeñable cifra de cinco nominaciones a los Oscar en la próxima edición de los premios. Un director de comedias, que siempre ha ido de la mano del actor Will Ferrell, con el que ha contado en todas sus películas como «Hermanos por pelotas» (2008) o «Los otros dos» (2010). Con esta nueva producción da un salto a la estratosfera, firmando un proyecto complejo, original y lleno de talento.
En el año 2008, la que parecía inexistente burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, explotó llevando la economía americana y mundial a un desastre sin precedentes. Europa se vio afectada cayendo como un castillo de naipes. Unos años antes de que se desencadenara el caos, unos pocos hombres de negocios con talento y visión de futuro, fueron capaces de predecir las catástrofes que se avecinaban, aunque no todo el mundo creía posibles sus nefastas predicciones.
La primera mente prodigiosa en ver lo que se les venía encima fue Michael Burry (Christian Bale), un hombre
licenciado en medicina, que no tenía el típico aspecto de tiburón de Wall Street. El actor inglés ganador de un Oscar por «The fighter» ( 2010) y nominado este año al Oscar a mejor actor de reparto, encarna a un genio extravagante, con el talento al que ya nos tiene acostumbrados. Una de las características que definen a su personaje es que le gusta concentrarse escuchando heavy metal, lo que llevó al actor a aprender en muy poco tiempo a tocar la batería con temas de bandas como Pantera o Mastodom. Un trabajo que hace especial su interpretación de un hombre introvertido, con ciertos problemas para socializar, pero con una mente extraordinaria.
Junto a su compañero Christian Bale, el actor Steve Carell brilla como nunca en esta producción. Dando vida a Mark Baum, un hombre dispuesto a desenmascarar todas las injusticias de Wall Street, deja muy claro que no sólo puede ser un rey en la comedia y que puede acaparar todas las miradas en un drama de estas dimensiones. Consciente de interpretar a un personaje real, dota a su trabajo de un trasfondo complejo sin necesidad de darle toda la información al espectador.
Con una película coral, en la que intervienen muchos personajes y se narra unos acontecimientos complicados, la
dinámica y el control del tempo, es imprescindible. Para ello, la cinta recurre a efectos tan radicales como saltarse la regla de la cuarta pared, hablando directamente al público y teniendo no uno, sino dos narradores. Puede sonar confuso, pero el talento viene al rescate con una edición fantástica que hace muy fácil seguir la acción. Ése talento viene también de la mano de la originalidad. Para que el público llegue a entender mejor los términos tan complicados que se tratan en la película, se han creado mini secuencias llenas de humor, que recuerdan a las lecciones para «dummies» y de la mano de personajes muy especiales.
A pesar de ser calificado como un drama, la comedia está muy presente, aunque con un humor inteligente que le quita hierro a toda la historia. El personaje de Jared Vennett (Ryan Gosling), es el que más humor aporta a la narración, pero conseguir que la empresa de todos éstos hombres sea tan épica como entretenida, es un alarde de calidad técnica tanto en el guión adaptado como en la edición. Actores como Brad Pitt y Marisa Tomei, tienen poca presencia en la cinta, pero como siempre aportan su talento aunque sea por poco tiempo.
No importa que Wall Street sea algo poco conocido para el público ya que quien más o quien menos, recuerda los acontecimientos que influyeron en la crisis europea, pero también puede ser una gran manera de presentar el desastre a aquellas generaciones que no lo vivieron o que eran demasiado jóvenes para entenderlo, llevando el turbio mundo de la macroeconomía a una película divertida, épica, con una factura técnica envidiable y muy entretenida.
Una buena elección para disfrutar en la pantalla grande.