David Muñoz (Madrid, 1968) es guionista y profesor. En su filmografia se pueden leer títulos conocidos por todos como El espinazo del diablo (Del Toro, 2001), La posesión de Emma Evans (Carballo, 2010) y La estrategia del pequinés (Quiroga, 2019). En televisión, ha participado en series como El barco, Los favoritos de Midas o La valla. El mundo del cómic es su gran pasión. Una de sus novelas graficas, Sordo, fue adaptada como película hace tan solo unos pocos años.
Andrés G. Leiva (Córdoba, 1969) se define en Twitter como un «director de cine en viñetas». Especializado en historietas, este ilustrador andaluz, licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla trabaja desde hace veinticinco años como profesor de dibujo y cuenta con varios premios y galardones a sus espaldas.
Muñoz y Leiva unieron fuerzas este año para llevar a cabo un proyecto en común. Una novela gráfica, 15 (Ed. Atisberri), ambientada en la Guerra Civil española y basada en una historia real. Un relato, que por el gran atractivo visual que cuenta, ha sido seleccionado para participar en la cuarta edición de Rodando Páginas. Con motivo del evento, hemos tenido la ocasión de hablar con este dúo de creativos:
PREGUNTA: ¿Cuál fue lo que os motivó para escribir 15? ¿Cuáles fueron los orígenes de la novela?
DAVID MUÑOZ: A mi siempre me ha interesado mucho la Guerra Civil y la Posguerra. Hace unos años publiqué un comic llamado Sordo, que se adaptó como película, y llevaba tiempo pensando hacer otra historia de nuevo en esa época. Y una vez, leyendo un blog sobre cosas que habían pasado durante la Guerra, contaban varias historias de la gente cotidiana. Y me encontré con una que hacía mención a los Pacos, los francotiradores franquistas que estaban en Madrid. Era la historia de un chico de quince años, que se había puesto a disparar a los milicianos que pasaban por la puerta de su casa y, evidentemente, había provocado que estos acabasen matándole. Empecé a darle vueltas al asunto, y me pareció interesante para una futura historia.
Escribí una sinopsis, donde el punto de vista se centraba en el chico. Pero me di cuenta que no me interesaba tanto contar la historia vista desde ahí, porque ya se habían visto muchas parecidas. Se me ocurrió, hablando ya con Andrés, que el punto de vista interesante no era el del chico, sino el del miliciano al que le encargan detenerle, porque tiene un dilema moral. ¿Merece este niño que le ejecutemos o merece una oportunidad? Esa es la tensión que me parece interesante y sobre la que se construye toda la historia.
Creo que, al principio, cuando le conté la historia a Andrés, no le hizo micha gracia porque pensaba que iba a ser contada desde el punto de vista del chaval. Ya sabes lo que pasa con las historias, nos hacen empatizar con los personajes desde los cuales se cuentan. A Andrés le preocupaba que pudiésemos hacer un panfleto, de apología a la venganza. Y yo lo pude entrever. Alguien que solo busca venganza puede ser interesante en historias más sencillas, pero no otras tan complejas como la que queríamos contar.
P: ¿Cómo os conocisteis?
DM: Yo estaba buscando dibujante para este proyecto desde hacía tiempo, cuando un día, leyendo la revista La Resistencia, donde Andrés dibujaba historias cortas, y vi una de sus historietas. Me gustó su estilo. Había en su forma de dibujar. Me puse en contacto con él por si le interesaba escribir una historia conmigo, no 15, pero en ese momento no lo vio del todo claro. Ya luego le propuse hacer 15, y la verdad, le pega mucho más. Ahora me parece imposible imaginarlo con otro dibujo que no fuese el suyo.
Hemos estado un año y medio intercambiando emails y tal. Creo que, con diferencia, ha sido la mejor relación que he mantenido con alguien a la hora de hacer un comic. Esto es un trabajo de equipo, el comic es de los dos. Es producto de un intercambio continuo de opiniones y creatividades. Hasta el ultimo momento estuvimos cambiado la portada, quitando diálogos…si no fuera porque lo teníamos que entregar, aun estaríamos trabajando en ello.
ANDRÉS G. LEIVA: El guion me gustó mucho porque no tiene muchos detalles. Te daba cierta libertad. Es verdad que había momentos de intensidad en los que David quería que se mostrasen ciertas cosas, o planos concretos. Pero fueron muy pocas veces. Eso hace que interpretes la lectura y seas más creativo. No hice ni storyboards. Le pasaba a David las paginas a lápiz, y entonces ya tomábamos las decisiones. Es el primer tebeo largo que hago con guionista, y he aprendido muchas cosas, de narrativa, que me han venido muy bien.
P: Entonces, ¿os consideráis muy perfeccionistas con vuestro trabajo?
DM: Llámalo perfeccionismo, llámalo obsesión. También fue muy importante el trabajo de Astiberri Ediciones. Mira que habíamos leído la historia miles de veces, pero siempre encuentras alguna que otra errata. Hay una fase del trabajo, que la gente a veces no tiene por qué conocer, obsesiva, en la que lees el trabajo buscando errores, incoherencias, erratas, repeticiones, y puedes estar así…bueno. Pero llega un momento que tienes que parar, y te queda la tranquilidad como autor que alguien con criterio lo va a leer también y va a evitar que pasen esas cosas. Soy muy maniático, pero Andrés lo es mucho más. La de veces que tuvo que darle la vuelta a la portada, y eso te teníamos una muy buena.
AGL: Ves algo que no te cuadra, una cara que podría cambiarse, algo que podría hacerse de otra forma…En ese sentido, una mirada externa siempre viene bien. Cuando tengo ya el libro terminado en mis manos, me gusta verlo y repasarlo. Pero mira, los bocadillos en esta ocasión los he metido a mano. Copiaba el texto de David a mano. Ahí si puede que haya errores, porque dibujaba la letra. Pero había un momento en el que paré, cuando llevas cien paginas ya no puedes ir hacia atrás, de lo contrario no son cien. Son muchas más. Hay mucho trabajo hecho ahí. Hay cosas que quedan mejor, y otras que no, pero quedan ahí, contribuyen a la narración de cierta forma.
P: ¿Qué obras, autores habéis tenido de referencia a la hora de hacer este libro?
DM: Concretamente, para 15, una cosa que me preocupaba era que los diálogos del comic sonaran de la época, que no pareciesen personajes contemporáneos. Y me leí dos libros, uno fue la obra de teatro de Fernando Fernán Gómez, Las bicicletas son para el verano, y la que para mi es la mejor novela que se ha publicado sobre la Guerra Civil, La llama de Arturo Barea. Ambas me dieron unas pautas, unas guías, para ver sobre que tono debían estar los diálogos de los personajes. Así como otros detalles interesantes. También me leí A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España, de Manuel Chaves Nogales, y Homenaje a Cataluña, de George Orwell.
AGL: Yo me dediqué a recopilar mucha información. Lo que si vi fueron muchas películas. Cine sobre la guerra, documentales…Leí algún libro, también muchos comics. A mí me gusto uno mucho, que se lama Doctor Uriel. Los comics, como referentes, te vienen bien, pero también pueden llegar a influenciar demasiado. Tengo un amigo, que me prestó una colección de fotografías de la guerra estupendas, que escaneé y usé para crear todo un archivo visual. Que si el armamento, los vehículos, la vestimenta, el pelo…todo era interesante tenerlo previsto. Aunque luego, por el tipo de dibujo, muchas cosas te las saltas. No me considero un dibujante al uso, que dibuja todos los tornillos de una escopeta.
DM: Esto Andrés no lo cuenta, pero se hizo un busto en barro del protagonista para ver cómo era desde distintos puestos de vista. También una maqueta en cartón de la calle donde transcurre la historia. Un mapa ara saber dónde pasaba cada cosa. Infinitos estudios y dibujos que pueden verse en los extras de comic. También hizo hasta sesiones de foto.
AGL: Cuando David y yo nos pusimos de acuerdo, y se puso a escribir el guion, hablamos sobre detalles, como era el piso del chico, cuantas plantas tenía el edificio…Como era un único escenario, yo no me quería perder. Y luego me vino muy bien el hacerle fotos a la maqueta y pasarlo a dibujo. Y como tengo un amigo que es actor de teatro, venía a mi casa una vez por semana y lo vestía de miliciano. Le hacía fotos mientras repasaba las páginas y le decía: “Ponte así con la escopeta” o “De esta forma, fumando.” Con la pandemia pues, tuvo que dejar de venir, y las fotos me las hacia yo a mí mismo. Todo ese proceso me encanta.
P: ¿Qué mensaje pretender enviar a quien lea la novela?
DM: Unas de las cosas que hemos procurado no hacer es explicitar ese mensaje. El final de la obra tiene la interpretación que, desde un punto de vista moralista, es ambiguo. Dependiendo como sea el lector como persona, le parecerá bien o mal lo que ocurre. Todas las historias tienen un tema. No siempre queda explicito desde el principio, pero en el momento que aparece condiciona todas las decisiones que se toman. En este caso hay un tema muy claro, un hombre bueno que quiere seguir siéndolo bajo unas circunstancias que resulta algo imposible de hacer. Se empeña en seguir una forma de vivir que en un contexto de guerra es complicada. Y es en esa duda, en esa forma de ver el mundo tan complejo, puede llevar a uno a la inacción y parálisis. Muchas veces es la gente que actúa, la que ve las cosas mas simples, son los que ganan las batallas. Esa es una de las cosas de las que quería hablar.
Puedes ver el resto de la entrevista en nuestro canal de YouTube