Tras arrasar en los Globos de Oro 2017, The Handmaid’s Tale vuelve a HBO España el próximo 26 de abril. Nos colamos en su armario antes del estreno de la segunda temporada.
https://www.youtube.com/watch?v=njnD51adpIw
La primera referencia que oí de la historia creada por Margaret Atwood en 1985, fue cosa de mi madre. Con un gesto que se movía entre la repulsión y la fascinación, dijo aquello de “no puedo creer lo que acabo de leer”.
Nos reímos juntas cuando le di la razón, después de ver un primer capítulo que casi consigue que me rinda. Casi. Me bastó uno más para enamorarme (perdidamente) de una obra de arte visual muy oscura pero necesaria, que nos enmarca en un futuro en el que las mujeres fértiles son obligadas a ejercer de concubinas para dar hijos a un señor.
Aunque la estética de los personajes se la debemos a Atwood, escritora de la novela en la que se basa The Handmaid’s Tale, la encargada de adaptarla a la pequeña pantalla fue Ane Crabtree. Un vestuario que divide a los personajes femeninos en clases, en el que el color lo es absolutamente todo.
Las esposas son mujeres casadas con hombres de clase alta y funcionarios, cuya misión principal es administrar sus hogares. Lucen sobrios vestidos en azul, un color que rememora la figura de la Virgen María y representa la pureza.
Las criadas son las mujeres fértiles, reclutadas por el gobierno para concebir hijos y acabar con los problemas de natalidad. Ellas van de rojo, el color de la sangre y la fertilidad, relacionado también con las bajas pasiones.
Las tías visten de marrón y son las responsables de cuidar a las criadas, de educarlas para desempeñar dicho rol. La psicología del color nos cuenta que el marrón sirve para recordarnos cuál es nuestro cometido en la vida.
Por último, las marthas son mujeres adultas que cocinan y realizan las labores de casa. Para ellas se escogió el color verde, un color que aporta armonía y que puede estar relacionado con la vida y la salud.
The Handmaid’s Tale plantea al espectador un futuro muy perturbador pero que –sorprendentemente- no le resulta demasiado lejano. Problemáticas sociales actuales como el feminismo o la religión se trasladan a la ficción de una manera magistral y sin dejar hueco para la indiferencia. Asusta y engancha a partes iguales.
Por este motivo, el vestido rojo de las criadas ya se ha convertido en un uniforme activista, utilizado como símbolo de lucha contra las políticas de Trump en diversas manifestaciones.
«Nunca deberían habernos dado uniformes si no querían que fuéramos un ejército» (June)
En la pasarela, el fenómeno The Handmaid’s Tale lo encontramos en una colección especial de la firma neoyorquina Vaquera. Un conjunto de looks muy arriesgados, presentados el verano pasado en Manhattan, formaron parte de una colaboración que unía dos mundos con mucho en común: el estilo Amish y un mensaje muy potente que transmitir. Mantengamos los oídos bien abiertos.