Hace bastante tiempo que los príncipes y las princesas dejaron de existir. Desde hace unos años, la sociedad ha caído en lo inmediato. Esto ha provocado cambios bruscos en hábitos que parecían asentados de por vida. Uno de ellos es la forma en la que entendemos el amor. Y qué mejor profesor de los sentimientos que Disney Pixar para comprender ese cambio generacional.
El rey león (1994), La sirenita (1989), La Bella y la Bestia (1991), Tarzán (1999)…Todas ellas incluían que el chico debía acabar feliz con la chica, o viceversa. Un guión con pocas sorpresas y que el mensaje siempre era el mismo. Un final feliz y en pareja, provocando en el espectador la creencia de que la felicidad se encontraba en formar una familia (las segundas partes de dichos filmes incluían a los hijos de los protagonistas).
Una concepción del amor limitada y obsoleta en tiempos de millenials. Esto Pixar lo sabe, y de hecho se adelantó a su tiempo. En 1995 nos recalcan una de las facetas del amor más importante, la amistad, con la película Toy story (1995). El tema principal “Hay un amigo en mí” se convierte en himno nacional entre nuestros amigos y nosotros, olvidándonos por primera vez de la princesa que había que conquistar para acabar feliz la película.
- El amor en forma de amistad
La amistad como una forma de amar sin necesidad de comer perdices, logra calar en una generación que se estaba preparando para entender el amor de otra manera. Monstruos S.A. (2001) re-confirmaba esta idea con la extraordinaria convivencia (con sus altos y bajos) de Mike y Sully, que tendrán que fortalecer la relación gestada de años cuando aparece una situación límite en su trabajo, un “problema” llamado Boo, ¿la niña más adorable de Pixar?
Una de las claves de esta película se encuentra en el mensaje final de la misma, y que nos da una pista de cómo deberíamos concebir el amor. Como una fuente de energía. Mike, Sully y los demás monstruos de la empresa Montruos S.A, generan energía asustando a los niños de La Tierra, hasta que se dan cuenta que la energía es mucho mayor si los hacen reír.
¿Acaso no es una de las mejores formas de mostrar amor hacer feliz a un niño?
- El amor propio
Las decepciones provocadas por los estereotipos de los Clásicos de Disney y su incoherencia con la realidad y expectativas fracasadas, ha hecho que el individuo se cierre con un escudo de hierro para no dejar entrar a nadie en la profundidad de sus sentimientos.
El fracaso sentimental ha hecho que nos valoremos nosotros antes que necesitar la visión exterior para creer lo que valemos. En los últimos años, la necesidad de la pareja ya no es tal, y es la era del individuo como herramienta suficiente para ser feliz.
Amarse uno mismo con sus diferencias, es algo que en Brave (2012) se nos contagia. En tiempos donde el término “marca personal” está de moda, lo diferente impregna en Pixar para enseñarnos lo importante de decidir por nosotros mismos lo que somos y el camino que queremos seguir y no el que se supone. Merida no necesita a un príncipe azul para sentirse realizada. Un patrón tradicional en la vida de una princesa. Sus padres, el rey escocés Fergus y la reina Elinor como representación de la presión familiar para controlar la vida de sus hijos, obligan a su hija a ser princesa y a casarse con el heredero de turno. Si estuviéramos en 1994, posiblemente se casaría. En 2012, eso ya no es viable. La libertad como clave para ser feliz y posteriormente para conseguir el amor propio, en Brave es fundamental.
“¿Si tuvieras la oportunidad de cambiar tu destino, lo harías?” Nos pregunta Merida de manera sutil al espectador en una de las escenas.
Esta idea de romper con una zona de confort, llena de tradiciones, se encuentra también en la rata más molona de Pixar, Remy en Ratatouille (2007). Su familia le cuenta historias muy peligrosas de los humanos para que no se atreva a salir de lo conocido, las alcantarillas. Una metáfora muy sutil de Pixar que nos envía el mensaje de salir de la zona donde nos vamos pudriendo, creyendo que ahí estamos a salvo. La lucha entre los integrantes de la familia para convencerlos de que hay que arriesgarse para saber quién eres, salir al mundo exterior y conectar con él para obtener ese amor propio que tanto buscaba Remy, para darse cuenta que podrá ser algo más que una rata. Cumplir su sueño como chef, es decir, ser lo que quiere ser y no lo que se supone que debemos ser.
- El amor a los recuerdos
Los primeros diez minutos de elipsis en Up (2009), resumen muy bien esta idea del amor a los recuerdos. Al final, si lo piensas, nuestro objetivo en la vida es crear recuerdos inolvidables. Dejar huella en los demás para que cuando ya no estemos, el amor siga existiendo rompiendo la teoría del espacio-tiempo. El amor es tan incomprensible como maravilloso, ¿por qué seguimos amando a gente que ya no está?
En Up el recuerdo del amor es el motor de Carl. Quien no para de pensar en muchos de los sueños que le quedaron por cumplir con su amada Ellie.
Aquí, el amor verdadero no se muestra con un beso mágico. Un trabajo minucioso de lenguaje cinematográfico hace las delicias del espectador para entender en un resumen de nueve minutos lo que de verdad significa el amor, en este caso interpretado por los personajes de Carl y Ellie. Este resumen muestra todas las claves para una relación sana en pareja. Un equipo que suma, incluso en los momentos más duros. Porque sí, después de las perdices, también hay momentos oscuros. Up nos enseña, que la vida se trata de originar recuerdos mediante el amor de verdad, el amor real. Nunca sabremos cuándo podremos utilizar dicha nostalgia como herramienta de crecimiento personal.
Amar para que no dejen de existir nunca nuestros seres queridos es una de las ideas más maravillosas que se pueden sacar en Coco (2017). Si recordamos a los que ya no están, es imposible que mueran. El protagonista de Coco, Miguel, contiene varias facetas anteriormente nombradas para encontrar el amor, por ejemplo el amor propio como consecuencia de un conflicto familiar previo para salir de su zona de confort. Pero la premisa donde descansa el filme es sin duda el poder de los recuerdos como una fuente inagotable de amor para no perder nunca a nuestros seres queridos, es decir, lo que somos, ya que gran parte de nosotros ha sido creada por las personas que hemos conocido y que han formado parte de nuestra vida.
- El amor familiar
En Pixar tienen claro que la familia es un elemento imprescindible para la buena educación emocional del ser humano. Por ello, en películas como Los increíbles (2004) o Buscando a Nemo (2003), nos muestran cómo puede ser un poder infranqueable una buena comunicación y conexión familiar para formar un equipo indestructible. Este tipo de amor es necesario para no olvidarnos de nuestras raíces y fortalecer unos lazos que durarán toda una vida. La unión de la familia hace la fuerza, y por el amor de un hijo, de una madre o de un hermano, se hace lo que sea para mantener una felicidad distinta a la que nos plasmaban allá por los tiempos de Ariel y compañía.