Crítica: ‘Une vie’

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Título original: Une vie

Año: 2016

Duración: 119 min.

País: Francia

Director: Stéphane Brizé

Guión: Stéphane Brizé, Florence Vignon (Novela: Guy de Maupassant)

Fotografía: Antoine Héberlé

Reparto: Judith Chemla, Jean-Pierre Darroussin, Yolande Moreau, Swann Arlaud, Nina Meurisse, Olivier Perrier, Clotilde Hesme, Alain Beigel, Finnegan Oldfield, Lucette Beudin, Jérôme Lanne, Mélie Deneuve, Père François-Xavier Ledoux, Lise Lamétrie, Marc Olry, Sarah Durand

Productora: TS Productions / France 3 Cinéma / Versus Production

Género: Drama | Siglo XIX

El Festival de Cine Europeo de Sevilla ha comenzado con la proyección de Une Vie de Stéphane Brizé, dando el pistoletazo de salida a una semana repleta de cine europeo desde el más conocido a jóvenes promesas de la realización.

Une Vie narra la vida de Jeanette, una noble francesa que vive en la primera mitad del siglo XIX. Vuelve a casa tras haber estudiado en un convento de monjas y vive feliz en la mansión familiar, jugando entre los viñedos y aprendiendo sobre la tierra. Allí vive bucólicamente su juventud, feliz amando las cosas sencillas de la tierra y los placeres simples de su vida acomodada. Vemos como planta patatas con esmero y pasa las tardes jugando a juegos de mesas con sus padres. Brizé nos muestra este inicio de la película tratando de forma idealizada esta etapa, regodeándose en el preciosismo de la realización.

Al poco tiempo Julien, hijo de un conde caído en desgracia, llega a la casa para vivir en ella. Los dos se enamoran y acaban casándose. A partir de entonces todo cambia para Jeanette.

Esta película es un melodrama de época trabajado y bien filmado, pero poco más. En el plano formal hay pequeñas innovaciones que la distancia de una película totalmente comercial, sin embargo a parte de algunos encabalgamientos en los diálogos entre escenas y tramos donde se hace un montaje paralelo, la película es bastante sencilla. Poco hay que añadir a su factura formal más que es correcta y poco novedosa. Brizé se aleja como director, implicando al espectador lo menos posible frente a las constantes desgracias de Jeanette. Una Jeanette que interprete de forma muy convincente Judith Chemla. Se trata de una mujer pusilánime, incapaz de imponer su voluntad ante las figuras masculinas que la rodean y que ve sin la voluntad de defenderse como todos la manipulan y se aprovechan de ella. Su inocencia y candidez resultan casi irritantes por momentos.

Hay un especial interés por parte de Brizé en el tema del amor maternal. Vemos como el amor entregado de Jeannete llega por momentos a ser perjudicial. Su entrega le hace vulnerable y más mal que bien al niño. Jeannete busca a través de la protección de su hijo el olvidarse de sus anteriores desgracias, sin embargos esto le lleva a otras nuevas. Esta concepción fatalista de la vida parece ser la conclusión de la película, sin embargo el sutil giro final que Brizé plantea de forma maestral cambia todo el sentido. Quiere recordarnos que aunque todo parezca derrumbarse, la vida sigue y siempre se abre camino.

En cuanto a la fotografía hay que decir que está bien trabajada con una clara influencia de otras películas basada en la época. Por momentos parece que estamos viendo un remake de Barry Lyndon. Sin embargo al factura plástica es apetecible a la vista y expresa visualmente el estado de ánimo de Jeannete con claridad a través de la paleta de colores.

El ritmo de la película puede hacerse un poco pesado, por la longitud de los diálogos y la cantidad de silencios que hay en la película. También hay que decir que tiene un guión previsible, probablemente porque esté basado en un serial del s.XIX y los patrones de novelas en aquella época se repetían mucho.

Una buena película que pueden disfrutar en este SEFF o cuando se estrene en sala, si se es seguidor de los melodramas de época.

Lo mejor: Gran interpretación de Judith Chemla.

Lo peor: Previsible por momentos.

Nota: 7/10