Crítica – ‘Un sol salvaje’

Título: Un sol salvaje

Año: 2021

Duración: 113 minutos

País: España

Directores: Jordi Casas, José Fuentes, Maruky de la Cruz, Ana Angono, Rafael Machín, León Sánchez, Fernando Gamaza, Marina Arenas

Guion: Jordi Casas, Luis Rosa, Maruky de la Cruz, Álvaro Carnerero, León Sánchez, Álvaro G. Peralta, Marina Arenas

Música: Jesús Calderón

Fotografía: Gustavo Cerezo, José Fuentes, Paloma Roussanova, Maruky de la Cruz, Marina Arenas, León Sánchez

Reparto: María Alfonsa Rosso, África de la Cruz, Olga Navalón, Clara Mayo, Úrsula Díaz, Rubén Carballés, Natalia Moreno ‘Marenkarma’, Eloína Marcos, Andrea Álvarez, Esther Machín, Juan María Gallego, Matilda López, Lola Arellano, Manué Sánchez, Gonzalo Validiez, María Nogales, Manuel Borrego, Adrián Pino, María Morales

Productora: Solear Films

Género: Ciencia ficción, drama

Ficha en Filmaffinity


La escuela andaluza tiene futuro. El trabajo de fin de carrera de la primera promoción de estudiantes de la Escuela de Cine y Artes Escénicas de Sevilla (ECAES) reúne siete cortometrajes unidos por ocurrir en el día más caluroso del año, en el mes de enero, y el sentimiento de unos jóvenes que se enfrentan a un futuro incierto en un presente al que intentan sobrevivir con su variada forma de ser.

Cada uno de los cortos tiene una independencia visual y narrativa bastante marcada, por lo que se valorará cada uno individualmente. Aun así, hay que destacar que casi todas destacan mucho en el uso del sonido, principal apoyo para edificar grandes ambientaciones y trasladar profundos sentimientos.

Katábasis (Jordi Casas)

Nada más empezar, cae una bomba sobre el guionista que protagoniza el corto, que ve como sus cimientos vitales se desmoronan. Todos sus valores, sus ideas, su trabajo, se ven puestos de cara al paredón esperando a que su deconstruido y atormentado verdugo dispare su fusil y se libre de ellas.

Con una clara inspiración de Adaptation. El ladrón de orquídeas (Jonze, 2002) y la fuerza visual del sudor de La caza (Saura, 1966), Katábasis representa la crisis creativa a la que se enfrenta una personalidad insegura que se sumerge en el más profundo de los infiernos personales. Sin embargo, un actor que puede resultar tanto excesivo como comedido en sus actos físicos, empaña una de las propuestas discursivas más llamativas y personales de la película.

Luna Invertida (Fernando Gamaza y José Fuentes)

Casi adaptando el corto-documental Una mosca en una botella de Coca-Cola (Couso, 2014), este intenta condensar el conflicto de intereses de la prensa para contar la cruda realidad.

Sin embargo, el entorno minimalista y las conversaciones susurrantes entre los dos protagonistas, dos interesantes proposiciones formales, no consiguen trasladar la magnitud de la situación. Tampoco logra sostener una premisa atractiva, aunque algo trillada actualmente -justamente por los que realizaron el corto-documental citado al principio-.

En busca del fresco (Ana Angono y Maruky de la Cruz)

El calor sofocante de la calle lleva a una joven a entrar en un videoclub, el oscuro objeto de deseo del cinéfilo. Justamente, en este entorno se desata la lujuria lésbica e intergeneracional, con grandes momentos donde el simple paso por las estanterías de DVDs y el sudor transmiten la sensualidad de un tango.

El lugar mágico del videoclub también consigue teletransportarnos a una esquizofrénica sala de proyección de películas pornográficas, convirtiéndose por instantes en la misteriosa habitación roja de Twin Peaks (Lynch, 1990-1991, 2017).

A pesar de estos grandes momentos de dirección, se sienten como dos islas unidas por puentes de guion inestables y conversaciones extrañas, incluso en esta situación cuasi-onírica.

Problemas del Norte (Rafael Machín)

Frente a los otros cortos, este es el que rezuma mayor cercanía, evocando a lugares comunes familiares. También es el que mayor naturalidad refleja, con un matrimonio en problemas económicos y que le pide ayuda a su hijo que está empezando a trabajar. Saliendo del trágico argumento, todo es sencillez formal y de caracterización, una gran virtud.

Sin embargo, un giro final forzado lleva a hacer aguas a todo lo anterior, teniendo los personajes que improvisar soluciones que no consiguen evitar un desenlace que no le hace justicia al resto del corto.

Intruso (León Sánchez)

Si oscura es la trama -un marido que se encuentra a un desconocido en casa, le ataca dejándolo malherido y resulta ser el amante de su mujer-, más oscura es la película, literalmente. Aunque se puede apreciar la angustiosa situación en la que el marido, enfermero de profesión, en vez de atender al herido se queda paralizado ante la evidencia de que su matrimonio no funciona, no lo vemos por una fotografía sin apenas luz. Tampoco a la mujer poniendo en evidencia como el trabajo ha roto la pareja por la falta de conciliación laboral. Un gran escollo del que el corto se intenta aprovechar en unos instantes cercanos al terror, pero que no consigue superarlo en él cómputo general.

Yogurt (Fernando Gamaza)

Anodino y repetitivo conforme avanza, el corto no consigue captar la atención con las pequeñas peleas de la pareja protagonista. Lo apuesta todo a un plot-twist final bastante imprevisto y con un mensaje fuerte, pero que no consigue maquillar el resultado final, pudiendo provocar antes incluso el enfado que la sorpresa en el espectador.

Juerga solar (Marina Arenas)

El cine vasco vive días de gran calidad de su cine. Han sabido mirar su historia y mitología para hablar de su idiosincrasia. Ejemplos claros son por el lado legendario Handia (Garano, Arregi, 2017) y Errementari (Urkijo, 2017), y por el histórico la serie Patria (Gabilondo, 2020). Aun así, la película que resulta más cercana a este corto es Akelarre (Agüero, 2020).

Marina, teniendo esta hornada vasca muy presente, traslada la idea a Andalucía para aproximarse al realismo mágico. Habla en clave feminista del esoterismo y misticismo gitano, algo bastante inexplorado por el cine español -al menos el reconocible- y el andaluz.

Para crear esta nueva temática, dota al corto de una ambientación mística y tradicionalista muy atractiva, acompañada de una narración visual igual de potente. Sin duda, el aquelarre alrededor de la hoguera puede ser de los momentos más destacados de toda esta película, junto al espectacular cante jondo de la Marenkarma.

Solo un mensaje político que puede pecar por estar demasiado subrayado es capaz de ensombrecer el novedoso corto. Sin embargo, este se sostiene casi ileso por la gran calidad e inteligencia que atesora en su interior. Lo mejor para el final.


Nota: 6/10

Lo mejor: El último corto y el futuro que les depara

Lo peor: algunos fallos con la fotografía y el guión de algunos cortos

Poster de ‘Un sol salvaje’