Crítica – ‘El tren de la línea norte’


Título original: El tren de la línea norte

Año: 2015

Género: Documental

País de producción: Cuba

Duración: 80’

Dirección: Marcelo Martin

Guion: Marcelo Martin

Fotografía: Ernesto Calzado

Montaje: Daniel Diez Jr.

Producción: Mayelín Núñez

El tren de la línea norte es un documental cubano que narra como en el año 2013, en la provincia de Ciego de Ávila,  un equipo de filmación se adentra en las realidades de las tierras del norte de una provincia de Cuba.

En el Carro de Puertas, un tren de un solo vagón, realizan el viaje por la línea norte.

El primer adjetivo con el que podría definirse este documental es duro, una realidad que muestra como se encuentran muchos sectores del país latinoamericano, las condiciones en las que deben vivir sus gentes  y las necesidades que sufren. “El documental se filmó en tres etapas, durante aproximadamente seis meses. Una de estas etapas, la más larga, fue con el equipo de filmación completo, y para las otras fuimos solo dos miembros del equipo”, explicaba Marcelo Martin, director de la producción, en una entrevista que le realizó Dean Luis Reyes. “Para acceder a lugares sin llamar la atención de las autoridades, que ya estaban sobre aviso de impedirnos acceder a lo que ellos consideraban que no debía salir a la luz”, finalizaba.

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Tren que recorre el norte de Cuba, protagonista de la historia

Y es que en El tren de la línea norte podemos ver muchas zonas del norte de Cuba que han sido abandonadas y reprimidas por el Gobierno. Participan varios testigos que revelan su situación, individual pero común en múltiples lugares de la ínsula.

Uno de los personajes más carismáticos y sensibles del reportaje es una anciana, primera bibliotecaria de uno de los pueblos protagonistas, ella narra cómo evolucionó el pueblo hace décadas y como desde el siglo XX nadie enviaba ayudas o materiales para cuidar la localidad, las construcciones, etc. Se sinceraba, y con lágrimas en los ojos, describía su vida como bibliotecaria en aquella época que fue mejor. En una escena regresaba a la descuidada biblioteca: un lugar desolador en el que hacía años que no entraba un libro nuevo, no existía nadie que se ocupara del lugar. Y es que en El tren de la línea norte podemos observar un pueblo que subsiste, acostumbrado al olvido que hace lo posible por pasar los días en un hogar condenado por el resto.

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Antigua bibliotecaria del pueblo

«Cuba es un país socialista de la América Latina insular, donde el Estado es el dueño mayoritario de los medios de producción con el objetivo de garantizar el bienestar de todos los ciudadanos», es la frase que aparece segundos después del comienzo de la proyección. Necesaria para entender el contexto,  un contexto donde la precariedad y la carencia de derechos humanos y civiles reinan. Tanto es así, que durante la grabación, el equipo fue detenido y acusado de hacer un documental «contrarrevolucionario”. A pesar de los impedimentos y artimañas casiquiles, el proyecto ha logrado exponerse en diferentes festivales y salas, ganando así el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva (2015), el Premio Caracol a mejor obra de no ficción (2015) o el Premio Cibervoto mejor documental, Colateral.

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El tren de la línea norte es una obra valerosa e imprescindible, de un valor incalculable. Un latigazo de realidad, que finaliza con unas líneas extraídas del  prólogo de la narración Por los extraños pueblos, del gran poeta y escritor Eliseo Diego: «No es por azar que nacemos en un sitio y no en otro, sino para dar testimonio. Y como ninguna de nuestras obras es eterna, o siquiera perfecta, (…) sé que les dejo a lo más un aviso, una invitación a estarse atentos», y unas hermosas imágenes de Punta Alegre, pequeño puerto pesquero.

Lo mejor: la línea narratoria que sigue, y la naturalidad con la que transcurren las declaraciones y vivencias.

Lo peor: no añadiría nada.

Nota: 10/10