Crítica – ‘Perdiendo el este’

Título original: Perdiendo el este

Año: 2019

País: España

Dirección: Paco Caballero

Música: Juanjo Javierre

Fotografía: David Valldepérez

Reparto: Julián López, Miki Esparbé, Silvia Alonso, Malena Alterio, Javier Cámara, Carmen Machi, Younes Bachir, Leo Harlem, Eduard Soto, Tom So, Chacha Huang, Gorka Aguinagalde, Marcos Zhang, Malena Gutiérrez

Productora: Warner Bros Pictures España / Atresmedia Cine / Acosta Producciones / Producciones Aparte / Movistar+ / Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA)

Género: Comedia

La comedia es un género que ya desde sus orígenes ha estado directamente relacionado con tópicos y estereotipos. Personajes racializados que son representados de forma despectiva, exagerados y encasillados. La mofa corre a cuenta de los prejuicios raciales de una sociedad que puede dividirse en dos: los que ven un problema respecto a este humor y lo critican y los que consideran que el humor es humor y ya está. En un contexto social en el cual la comedia y la corrección política están siendo cuestionadas continuamente llega a los cines Perdiendo el este, ópera prima de Paco Caballero protagonizada por Julián López, Miki Esparbé, Edu Soto, Chacha Huang y Younes Bachir.

Se trata de la secuela de Perdiendo el norte (2015). La cinta original contaba la historia de dos jóvenes españoles en paro que se iban a Alemania a labrarse un futuro encontrándose una vez allí con una sociedad prejuiciosa y una situación bastante precaria. En esta ocasión, Yon González y Blanca Suárez (los anteriores protagonistas) desaparecen para dejar el foco puesto en Julián López. El actor de La hora chanante vuelve a interpretar a Braulio, que esta vez ha acabado en Hong Kong intentando aprender chino y conseguir un trabajo. De todos los sitios del mundo a los que mudarse probablemente China sea uno de los lugares más diferentes sociocultaramente respecto a España, así que igual esta opción no era la mejor de todas, pero es que esta película no se caracteriza precisamente por tomar buenas decisiones.

En Perdiendo el este el sentido del humor no se lo piensan mucho. El trabajo de guion es más que pésimo. Tiran de chistes fáciles con poca gracia y, para cualquier persona con cierta capacidad de crítica y reflexión, llenos de racismo e, incluso en más de uno, ciertas dosis de machismo. La historia ni engancha ni sorprende en ningún momento, es más, está tan llena de clichés que las pocas escenas graciosas que contiene te pillan tan fuera de tono que casi mejor prefieres no reírte. La base de toda buena comedia son los gags y aquí reinciden tanto sobre una misma idea, que los chinos son todos iguales y su cultura está llena de simbologías estúpidas, que cuando acaba el film lo primero que se te viene a la mente es si sus creadores se dignaron siquiera a salir del hotel durante el rodaje en China.

Ojalá Perdiendo el este se pareciese más a su hermana mayor, no era la mejor película del mundo, pero tenía una idea y la desarrollaba bastante bien. Hablaba sobre una problemática real y presentaba una historia digna de cualquier feel-good movie bien armada. Su secuela, sin embargo, es difícil de disfrutar cuando se tiene un poquito de buen gusto. Los protagonistas de la trama romántica carecen de cualquier tipo de química. Los secundarios están sobreactuados y tremendamente estereotipados. Verdaderamente no hay nada que consiga funcionar bien. La única historia a destacar se encuentra en una subtrama sobre la gentrificación y la pérdida del pequeño negocio en Madrid protagonizada por Leo Harlem y Carmen Machi. El problema está en que mantiene el mismo tono que el resto de la película y apenas la tocan muy por encima por lo que ni entra en detalle ni ofrece ningún tipo de discurso válido.

Perdiendo el este es una mala comedia. Fácil y sencillo. Es tan innecesaria que resulta muy complicado verle algún punto positivo. Quizás sea porque en pleno 2019 la comedia es un género que no puede basar sus chistes en los cuatros tópicos de turno. Puede ser que a Ocho apellidos vascos le fuese muy bien jugando con estereotipos, pero lo suyo lo hacía siempre en casa a través de la crítica nacional y regional. El problema en este caso es que ni los chinos son tan fáciles de parodiar como lo somos andaluces y vascos ni tampoco objetivizar, estigmatizar y mofarse de una comunidad entera de gente sigue siendo gracioso hoy en día. Estamos en 2019, igual ya va siendo hora de superarlo, ¿no?

Lo mejor: Siempre está bien ver a Carmen Machi en la gran pantalla.

Lo peor: El resto de la película.

Nota: 1/10.