Titulo original: La voluntaria
Año: 2022
Duración: 99 min.
País: España
Dirección: Nely Reguera
Guion: Nely Reguera, Eduard Solà, Valentina Viso
Música: Javier Rodero
Fotografía: Aitor Echevarría
Reparto: Carmen Machi, Itsaso Arana, Dèlia Brufau, Arnau Comas, Yohan Lévy, Henrietta Rauth
Productora: Coproducción España-Grecia; Fasten Films, BTeam Pictures, RTVE, Movistar+, TV3
Género: Drama
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Dicen que la buena comida entra primero por el olor, después, por el aspecto y al final, por el gusto. De la misma manera, una película o un libro, puede conseguir potenciales espectadores por el título. En este caso, no es que sea muy sugerente, no deja nada a la imaginación. Quizás, si hubieran utilizado el sustantivo abstracto (la voluntad), podrían haber rescatado el argumento temático que sustenta la novela de Azorín, con la que se podría entender un paralelismo.
Y es que la película va de eso, de una voluntaria. Se puede justificar desde el subgénero cinematográfico, realismo social, pero, ¿el público español tiene ganas de ese cine? Hacen bien, no obstante, en acompañar, a modo de reclamo, el nombre de la actriz protagonista: Carmen Machi.
Es tan buena actriz y goza del respeto del público y la crítica, que es lógico que figure en el cartel. Bravo. Es más, en esta cinta se sale por los costados, su actuación gestual es perfecta. ¡Y cómo modula la voz! ¿Cómo es capaz de sacar esa voz, esa risa irónica, esa dulzura, ese hastío, esa resignación? Su actuación es natural, lo cual es de agradecer, porque suele adolecer nuestro cine de personas que actúen con esa naturalidad. Lo suyo es la actuación, sin duda. Lamentablemente, es tan buena que contrasta con el resto del elenco.
Hasta aquí lo bueno. Al ser la segunda película de Nelly Reguera, es inevitable compararla con su primera obra, María (y los demás). Ambas se sirven de la presencia constante en todas las secuencias del personaje protagonista, de una gran actriz. En su ópera prima fue Barbara Lennie. Este rasgo de su cine es comparable a la novela picaresca y es interesante desde el punto de vista de la actuación. Ahora, exige a la dirección buscar una técnica de planos que concuerde con la historia que se cuenta.
En el caso de La voluntaria existen algunos interesantes, como el inicial, donde aparece el personaje de Machi, Marisa, de espaldas, ante una pared casi vacía, solo con un dibujo infantil. El plano se abre y se aprecia la parquedad de la habitación que va a ocupar durante su estancia en un campo de refugiados griego. Podría haberse convertido en un plano simbólico si se hubiera vuelto a él al final de la película. Pero no. Termina con un plano de un control del aeropuerto donde se observa la facilidad de cruzar la frontera para el viajero occidental. Sí, se entiende el contraste con otro anterior donde numerosos inmigrantes intentan cruzar o tramitar su situación en una interminable y desesperante fila.
El problema es que la relevancia que se le da siendo un plano final se distancia de la trama principal, que como hemos dicho gira en torno a la protagonista. Hay en los planos una intención documental que los hace poéticos, por su capacidad de sugerencia, lo malo es que al faltarle interés a la historia, pierden fuerza, se desvinculan del argumento en favor de la mímesis. Porque no es una historia sobre la vida en un campo de refugiados, de haberlo sido, podría haberse titulado “Los voluntarios”, o “Los refugiados” (según el enfoque). De lo anterior se desprende que es en el guion donde esta película fracasa.
Parece mentira que lo hayan firmado tres personas, pues tendrían que haber sumado de manera orgánica sus ideas para un mejor resultado. La historia transcurre en un campo de refugiados en Grecia y en Atenas. La trama es la de una médico jubilada que tiene unos hijos mayores que han hecho sus vidas alejados de ella. De ahí su interés por seguir sintiéndose útil convirtiéndose en voluntaria. El primer tercio de la película indaga en su relación con el resto de voluntarios, todos más jóvenes que ella. No la valoran e inciden en que se cumplan las normas del campo, pero ella intenta mostrar sus capacidades como médico, madre, mujer experimentada en situaciones complejas, lo que la lleva a implicarse demasiado con un niño huérfano, solitario y apartado en un lugar ya de por sí hostil. En la relación con sus hijos, a través de videollamadas, se observa la soledad o el abandono de Marisa y se justifica su conflicto vital.
Ella rellena el hueco con el niño, Hamed, que no habla y siempre va acompañado de un perrito (no han seguido la consigna de Hitchcock). Al ser huérfano, ella intenta, a través de los voluntarios, conseguirle un destino mejor, pero ellos le hablan de que los centros de menores son una opción, una terrible opción, por lo que lo mejor es que viva de manera indefinida en el campo hasta que crezca. Pero Hamed es un inadaptado, nadie le quiere cerca. Por ello, Machi se lo lleva a Atenas con la pretensión de adoptarlo. Sin embargo, al intentar legalizar la situación, se encuentra con que ha cometido un delito penal, por lo que se ve obligada a devolverlo al campo.
Siento destripar esta historia, pero si digo que el guion es malo a pesar de haberlo escrito a tres manos, me gustaría sugerir, al menos, cómo podría haberse mejorado. Por ejemplo, podría haber dejado al niño, desesperada por el lío en el que se ha metido, en un centro de menores de otro país, tras cruzar la frontera en un coche de alquiler. Después, enterarse de que los padres del niño han aparecido. Así, el final hubiera tenido un giro de guion que habría dejado al espectador deseoso de saber qué ocurre, un resultado más dramático.
Volviendo a la protagonista. Resulta desconcertante que una médico jubilada sea tan simple en su conducta. Se implica emocionalmente con el niño. No sabe las consecuencias de sacar a un refugiado del campo sin autorización. Entonces, ¿por qué una médico?, habría sido mejor que hubiera tenido cualquier otro oficio, porque al menos así se justificaría que no supiese desenvolverse en esas situaciones. Incongruente.
Si en María (y los demás) la fórmula le funcionó es porque la historia es buena, es un drama, es la vida, tiene su gracia y sus tristezas. Pero en La voluntaria, deberían haber optado por un formato trágico, en sentido estricto. Es decir, que la protagonista intentase luchar contra el destino conociendo sus consecuencias y que, por luchar contra ello, se acabase cumpliendo. Para ello, deberían haber hecho conocedores de ese posible final al espectador al principio. Volvamos al plano inicial. Machi frente a la pared. Un dibujo de un niño.
Machi pregunta «¿Quién lo pintó?»
La voluntaria le responde, «Un niño huérfano que acabó atropellado cuando intentaba huir del campo.»
Machi dice, «Qué pena, pobre criatura.»
La voluntaria: «Lo llevaba en la mano, en realidad me lo había regalado, pero me lo dejé en la clase y… no intentaba huir… fue horrible.»
Machi: «Lo lamento mucho.»
La voluntaria: «No es bueno implicarse emocionalmente con ellos, hay que ayudarles en el día a día.»
En fin, de postre dejamos la valoración.
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Lo mejor: la actuación de la protagonista.
Lo peor: el guion.
Nota: 4/10