la ciudad es nuestra
Fotograma de la miniserie 'La ciudad es nuestra'

Crítica – ‘La ciudad es nuestra’

Título original: We Own This City

Año: 2022

País: Estados Unidos

Director: David Simon (Creador), George Pelecanos (Creador), Reinaldo Marcus Green

Guion: David Simon, George Pelecanos, Ed Burns, William F. Zorzi. Libro: Justin Fenton

Fotografia: Yaron Orbach

Reparto: Jon Bernthal, Treat Williams, Josh Charles, Jamie Hector, Domenick Lombardozzi, Don Harvey, Delaney Williams, Rob Brown, McKinley Belcher III, Dagmara Dominczyk, Darrell Britt-Gibson, Wunmi Mosaku

Productora: Crime Story Media, HBO

Género: drama, thriller

Ficha en FilmAffinity

Everyone is in danger. This is Baltimore

Hay que recordar que los inicios de David Simon fueron en el periodismo. Su experiencia en la sección de sucesos del periódico The Baltimore Sun durante más de 10 años fue lo que le ofreció su visión de conjunto sobre la corrupción de la policía y el poder que tiene el narcotráfico para infiltrarse en todos los extractos de la sociedad. De ahí creó sus dos primeras series, The Corner (2000) y The Wire (2002-2008), y se convirtió en uno de los showrunners más importantes de la actualidad.

Tras magníficas series como Treme (2010-2013) o The Deuce (2017-2019), el genio de Baltimore retorna a su ciudad para cargar contra la policía y su guerra contra la droga en su nueva miniserie de 6 episodios: La ciudad es nuestra. Con la inspiración de la investigación del periodista Justin Fenton, se centra en la corrupción de la Fuerza de Tareas de Rastreo de Armas, uno de los departamentos mejor valorados del cuerpo.

Tras la muerte de un joven afroamericano que estaba bajo custodia policial, la cual provocó fuertes disturbios en la ciudad, se inició una investigación sobre esta en el seno de las fuerzas de seguridad. Lo que no se esperaba Nicole Steele (Wunni Mosaku), que lideraba esta, es encontrar que la sección de patrulleros liderados por Wayne Jenkins (Jon Bernthal) estuviese robando dinero a civiles y acusándolos de posesión de armas, cuando ellos eran los que ponían las pistolas en muchas ocasiones.

David Simon no tiene ninguna dificultad para narrar este tipo de historias. Su estilo sobrio permanece intacto e igual de fresco. Al igual que en la canción de la introducción, este relato de casquillos de balas cayendo contra el suelo y de violencia para recargar las pistolas tiene un trompetista de jazz por detrás que guía la melodía. Aunque en ciertas ocasiones tanta templanza penaliza algunos puntos álgidos sin otorgarles la velocidad necesaria, crea una miniserie atrapante.

Mucha culpa de esto la tienen unos intérpretes notables que ayudan a que el repugnante y corrupto personaje de Jon Bernthal se asiente como un líder carismático no solo de su brigada, sino de todo el elenco. Sus ponzoñosas huellas son perseguidas firmemente por una Wunni Mosaku en estado de gracia que descubre la cruda realidad de la policía.

De esta manera, nos encontramos con una de las constantes de la carrera de Simon: el afán por la desmitificación. Por eso, tiene más que pulida la técnica y con un solo café es capaz de demostrar el poder contaminante de la corrupción policial, una lacra que no hace prisioneros y que infecta de manera silenciosa a todos. Sin embargo, puede que al explicar las consecuencias en esta ocasión no acuda al ingenio, quedando este mensaje señalado de manera efectiva, a la par que demasiado explícita.

En esto se aleja de otras series suyas como la magistral The Wire, la cual siempre está en la mente del espectador por razones obvias. De hecho, hay un par de actores que aparecen en ambas, como Jamie Hector o Delaney Williams.

Durante las próximas semanas, se irán estrenando capítulos en HBO Max de La ciudad es nuestra, una soberbia serie que, con sus imperfecciones, conseguirá dar que hablar y, sobre todo, hará que se replanteen muchas de las políticas policiales asentadas desde hace años. Al final, hay que recordar que David Simon no solo es periodista y uno de los grandes cronistas de la actualidad, sino que también es un agitador social y político.

Nota: 8/10

Lo mejor: una narración sobria que consigue crear una miniserie atrapante

Lo peor: la poca agilidad que tiene en un par de momentos