Crítica -‘El recuerdo de Marnie’

El-recuerdo-de-MarnieTítulo original: Omoide no Mânî

Año: 2014

País: Japón

Director: Hiromasa Yonebayashi

Guión: Niwa Keiko, Ando Masahi

Música:Takatsugu Muramatsu

Productora: Studio Ghibli

Género: Fantástico

Duración: 103 minutos

Hacía tiempo que no sabíamos nada en España de Studio Ghibli. Muchos han sido los que han pronosticado la debacle de la productora sin su figura representativa, Hayao Miyazaki. Sin embargo, la gran acogida que tuvo El cuento de la princesa Kaguya (Takahata, 2013)  y ahora El recuerdo de Marnie (Yonebayashi, 2014) hacen creer a los amantes de esta gran medicina para el alma que Studio Ghibli todavía tiene mucho que regalarnos. Ambas películas se estrenan en España el próximo 18 de marzo (sí, con un poco de retraso, pero qué le vamos a hacer).

En El recuerdo de Marnie conocemos a Anna, una joven un tanto problemática y sin amigos. Anna vive en Tokyo con sus padres adoptivos, un dato importante, pues el comportamiento de la protagonista tiene mucho que ver con este detalle. Tras sufrir una crisis de asma, Anna viaja al pequeño pueblo costero donde viven sus tíos . Allí conocerá a una misteriosa joven que se hace llamar Marnie. Esta niña parece no formar parte del grupo de los demás niños del pueblo, vive en la preciosa mansión que corona la bahía y parece que nadie sabe de su existencia salvo Anna. ¿Quién es Marnie? Sin duda es el gran nudo de la trama, pero este personaje servirá también para que descubramos quién es Anna. Un precioso leitmotive a cargo del compositor Takatsugu Muramatsu será la clave de esta historia sobre el pasado y el presente.

El pasado representado con ruinas y naturaleza que toma la civilización es una constante en las películas marca Ghibli. También nos encontramos con esa dicotomía ciudad/campo en la que la naturaleza cumple la función de terreno donde la civilización gris del hombre todavía no ha llegado, un terreno donde la magia todavía existe. Y, ¿cuándo empieza la magia? Pues cuando atravesamos las ruinas del arco de un antiguo templo tomado por la naturaleza. La explosión de colores verdes y azules que nos muestra lo sublime de la madre naturaleza harán el resto para crear el ambiente mágico y sublime.

el recuerdo de marnie

Así, la estética que tanto nos enamora de películas clásicas como El viaje de Chihiro (Miyazaki, 2002) o El castillo ambulante (Miyazaki, 2004) tiene continuidad en El recuerdo de Marnie. Las texturas y las tonalidades también me recuerdan a Arrietty y el mundo de los diminutos (2010), la segunda película que Yonebayashi dirigió en Studio Ghibli. Aunque los primeros planos y planos detalles de aquella difieran de la preponderancia de los planos generales y grandes planos generales de El recuerdo de Marnie. La historia de Arrietty era una fábula artesanal con un guión sencillo y desarrollado a la perfección. El guión que nos cuenta la historia de Anna y Marnie es, sin duda, más complejo, pero peor llevado. De hecho, se abre un nudo importante en la trama que nunca llega a resolverse y eso, como espectador, crea sensación de «no cierre». No obstante, Yonebayashi acaba de entrar en la cuarentena y todavía es un cineasta joven. Con El recuerdo de Marnie  no has enseñado que apunta maneras para convertirse en uno de los imprescindibles de Ghibli junto a Takahata y Miyazaki.

Para terminar no podía dejar de comentar la alegría que me llevé al comprobar que, excepto algún figurante, todos los personajes son chicas y, sin embargo, esta no es una película «para chicas», esa categoría que intenta vendernos el sistema patriarcal.

Lo mejor: Una historia con protagonista exclusivamente femeninas que dispara los medidores positivos del test de Betchdel.

Lo peor: No resuelve uno de los nudos más importantes de la trama. El espectador tiene que intuir.

Nota: 8/10