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Crítica — ‘El Principito’

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Título original: Le petit prince

Año: 2015

Duración: 106 min.

País: Francia

Director: Mark Osborne

Guión: Irena Brignull (Novela: Antoine de Saint-Exupery)

Reparto: Jeff Bridges, Rachel McAdams, Paul Rudd, Marion Cotillard (voces)

Productora: Onyx Films / Orange Studio / M6 Films

Género: Animación

Es probable que muchos de vosotros todavía os estéis resistiendo a acercaros a las salas de cine a darle una oportunidad a la adaptación de El Principito  que Mark Osborne estrenaba el pasado viernes, y no negaré que la alerta ante el posible sacrilegio ante un film de semejantes circunstancias es inevitable. Pero si tuviera que contaros en pocas palabras mi veredicto sobre esta versión cinematográfica de ‘El Principito’, la respuesta sería de lo más sencilla: se salva.

Aunque evidentemente, me extenderé un poco más.

En ‘El Principito’ reimaginado por Osborne, Antoine de Saint-Exupéry continúa vivo y se nos presenta como el viejo raro del barrio. El autor de ‘El Principito’ es en su versión cinematográfica un extravagante anciano obsesionado con la aviación y un pequeño príncipe que conoció en un planeta de dimensiones minúsculas, y vive en una caótica casa de madera que es la perfecta antítesis al lúgubre barrio en el que reside — al cual se mudarán una madre y una hija cuya meta principal es la admisión de la niña en el colegio más prestigioso de la ciudad. Pero lo cuadriculado y lo ordenado no va con Saint-Exupéry, y esta niña a la que la sociedad ha obligado a ser adulta pronto volverá a ser un poco más niña gracias a las historias del viejo escritor de cuentos.

Osborne encierra así al Saint-Exupéry en el tecnócrata y miserable mundo adulto que el escritor tanto temía, forzándolo a luchar contra la automatizada —y casi robótica— rutina de una niña a la que no se le está dejando ser niña. Y poco a poco, a base de historias de zorros, rosas y baobabs; el viejo Saint-Exupéry consigue crear un refugio en el que atrincherarse contra las amenazas del mundo adulto.

La versión cinematográfica de ‘El Principito’ deja de ser tan solo ‘El Principito’ para convertirse en una metaficción que nos habla tanto del espíritu del autor como el de su obra, y ello se traduce en un brillante juego entre dos tipos de animación: CGI para el mundo del viejo y la niña, y stop-motion a base de figuras de papel para las historias procedentes del libro original. Y si bien la parte animada en CGI resulta ser más bien básica —quedándose muy lejos de filmes como los de la casa Pixar—; los fragmentos creados a base de stop-motion se convierten en el elemento diferenciador de ‘El Principito’, haciendo eco de las míticas ilustraciones del original en el que se basa.

No obstante, puede que el gran fallo del film haya estado precisamente en el intento de mezclar ambos mundos, con un juego de malabares entre un mundo y el otro hacia el final del metraje que termina por dejarnos con cierto mal sabor de boca. Pero ‘El Principito’ no decepciona,  y Osborne consigue hablarle directamente a ese niño que todos llevamos dentro con una historia que ya no es solo el libro en el que se basa llevado al cine, sino toda una reimaginación del relato que consigue conectar con el verdadero espíritu de ese libro que todos hemos leído siendo niños (y que puede que incluso llegue a sacarle la lagrimilla a más de uno).

Nota: 8 / 10

Lo mejor: La animación en stop-motion con figuras de papel para los pasajes de ‘El Principito’ original.

Lo peor: Lo arriesgado de mezclar dos mundos que no casan del todo bien.