Crítica – ‘Burning’

Título original: Buh-ning

Año: 2018

Duración: 148 min

País: Corea del Sur

Director: Lee Chang-Dong

Guion: Oh Jung-Mi, Lee Chang-Dong (Historia de Haruki Murakami)

Música: Mowg

Fotografía: Hong Kyung-Pyo

Reparto: Ah-In Yoo, Steven Yeun, Jong-seo Jun

Productora: Lee Joon-Dong, Hamano Takahiro, Matsudaira Morihisa, Nakamura, Masato, Kotani Ryota

Género: Drama, Thriller

Fecha de estreno: 19 de octubre de 2018.

Las calles de Seúl se llenan de diversas canciones que parecen entremezclarse unas con otras intentando llamar la atención de todo el que pasa frente a las tiendas. Lee Jongsuu se para frente a una en la que trabaja Shin Haemi, su antigua compañera de clase. Jongsuu no termina de recordar de quién se trata la chica hasta que esta le pone en situación y tras esto le invita a tomar algo para ponerse al día con sus vidas. Haemi quiere que su amigo cuide de su gata mientras ella viaja a África, dejando bien claro con cada mirada y frase hacia el chico, que busca una relación sexual con el mismo. Jongsuu se deja caer rápidamente sobre la suave cama de su amiga, disfrutando del rayo de sol que le dará suerte y al que se volverá adicto, en una de las escenas sexuales más realistas y mágicas del cine del director coreano. Lee Chang-Dong crea en Burning, una película sobre la complejidad de las relaciones humanas y lo escurridizas que pueden ser estas. La traición, los celos y la obsesión de un triángulo amoroso dibujan una fina línea entre el drama y el thriller más aterrador.

La importancia de los recuerdos, la memoria y lo que es real o no, conforman la enrevesada historia de Burning. Para la gran mayoría de personas los recuerdos son una de las bases más solidas de las relaciones. Pueden servir para decidir si una persona es importante o si merece cariño, pero a pesar de esto la memoria se transforma e incluso se puede crear desde cero. Durante el viaje de Haemi a África, el protagonista queda completamente obsesionado con la chica y su gato, que aún no ha podido ver, ¿existe realmente? Jongsuu proviene de una vida humilde y quiere convertirse en escritor. Mientras, lidia con el trabajo en el campo y sus problemas familiares, por eso, tras la llegada de Haemi con Ben, un chico rico que parece estar muy interesado en Haemi, su vida comienza a torcerse aún más. Ben impacta en la vida de los amigos de diferentes maneras. Aunque le rodea un aura extraña y algo tétrica, se muestra amable, atento hacia ellos y muy interesado en la amistad de ambos, pero es rico y por esto Jongsuu no puede evitar ir generando un odio que poco a poco se apoderará de él.

El personaje de Jongseo Jeon es como una ola de aire fresco entre tanta cacería masculina. Haemi es despreocupada, libre, espontánea, natural y con la capacidad de dormirse en cualquier instante. Protagoniza una de las escenas más bellas de todo el film, con un baile seductor sintiéndose únicamente a ella misma. Con el límite de las dos Coreas y una puesta de Sol de fondo, Haemi hipnotiza a Ben, Jongsuu y todo el público tras ellos. Hasta que, una vez acabada su danza, no puede evitar romperse en mil pedazos por dentro. El miedo a estar el resto de su vida sola le asusta, no puede evitar pensar en la soledad que se apodera de ella poco a poco, hasta llegar a querer desaparecer para acabar con esta. Como si Haemi fuera un enorme fuego descontrolado, Ben y Jongsuu se pelean por él, queriéndola solo para uno de ellos.

Las distintas conexiones que se han ido creando, desde el primer encuentro de Jongsuu con Haemi, se han convertido en la mayor obsesión del chico. Burning es la perfecta descripción de Slow Burn. Comenzando con la primera mitad de la película para describir con todo lujo de detalles la personalidad y la vida de los protagonistas, pasando por el nacimiento del romance y la obsesión, hasta llegar al clímax donde las llamas y el fuego se apoderan de todo y todos.

Lo mejor: Su fotografía y planos que juegan con cada momento de Burning

Lo peor: No todo el público va a saber apreciar su belleza

Nota: 9/10